La sociedad vigilante de Javier Roiz
En el caso que nos ocupa, nosotros mismos, Roiz plantea que la los gobiernos sienten inevitablemente la tentación de la omnipotencia, porque se sienten soberanos de sí mismos y dueños de su destino
Estos momentos de principios de año son ideales para examinar, con una mirada nueva, algunas situaciones viejas. Nos mueve una especie de actitud más positiva, porque siempre pensamos que el año que comienza será mejor que el anterior. Y claro que es posible. Si puedes soñarlo, puedes lograrlo, decía el recordado genio del entretenimiento Walt Disney.
Es tiempo de reflexión y buen juicio, es tiempo de una especie de letargia, como la definió el investigador español Javier Roiz en su estudio “Más allá de la retórica. La sociedad vigilante”. Por eso, es ideal hacer un balance de lo que ha resultado positivo para el país en el pasado reciente, y contrastarlo con lo que no ha rendido buenos frutos. Todos los que amamos a Venezuela tenemos que usar nuestras mejores herramientas de autocrítica, sin que eso disminuya nuestra autoestima para nada.
Hace unos años escribí en estas mismas páginas de El Universal, que Roiz ve a los gobiernos como entes omnipotentes, que presentan una conducta disociada y llevan una doble vida; hacia el exterior muestran una cara muy distinta a lo que sucede en el interior de su país.
Parte de la explicación a esta conducta disociada de los gobiernos la aporta Sigmund Freud, quien expuso con mucho tino en el estudio del gobierno de cada uno, la tesis de que la conciencia no mantiene el control sobre buena parte de nuestras acciones. Por eso, el investigador afirmaba que en el mundo interno de una persona, no rige el principio aristotélico de identidad: No se puede ser A y B al mismo tiempo. Pero si el subconsciente a veces rige nuestras conductas, entonces sí se puede ser dos personas a la vez, deducía el padre del psicoanálisis.
En el caso que nos ocupa, nosotros mismos, Roiz plantea que la los gobiernos sienten inevitablemente la tentación de la omnipotencia, porque se sienten soberanos de sí mismos y dueños de su destino. Si extrapolamos el gobierno de cada uno, admitiendo que los Estados están conformados por personas normales de carne y hueso, que tiene los mismos problemas de disociación que todos los demás, entonces podremos entender mejor la conducta de nuestros gobernantes. Por ejemplo, la conciencia le indica al gobierno venezolano que el alto costo de la vida es asfixiante y que los maestros o enfermeras no pueden vivir con esos sueldos, pero el subconsciente que rige su conducta hace que les cueste admitirlo.
Roiz nos advierte que para luchar contra estos impulsos naturales que mueven a los gobernantes desde el subconsciente, y vienen alimentados por las ansias del poder, aparece entonces la sociedad vigilante. En el mundo de vida de esa sociedad vigilante, concepto muy trabajado por Roiz, la existencia está conformada por una guerra incesante que fluye siempre hacia delante, en la cual lo esencial es el tiempo de vigilia, y donde la verdadera solución es la final. Para esa sociedad vigilante saber es poder, y la retórica solo sirve para embaucar. Por lo tanto, privilegian la dialéctica como técnica para manejar sus relaciones con el poder.
La sociedad vigilante prefiere la argumentación, el razonamiento, el diálogo, el entendimiento y la discusión de ideas para tratar llegar a la verdad. Aprovechemos esa oportunidad para buscar soluciones juntos. La sociedad vigilante está presente, y llegó para quedarse. Si no le dan respuestas razonables y soluciones finales al problema de los salarios tan bajos, el alto costo de la vida y servicios básicos, ella se seguirá expresando con una contundencia igual o mayor que como lo ha venido haciendo.
@montenegroalvaro
Es tiempo de reflexión y buen juicio, es tiempo de una especie de letargia, como la definió el investigador español Javier Roiz en su estudio “Más allá de la retórica. La sociedad vigilante”. Por eso, es ideal hacer un balance de lo que ha resultado positivo para el país en el pasado reciente, y contrastarlo con lo que no ha rendido buenos frutos. Todos los que amamos a Venezuela tenemos que usar nuestras mejores herramientas de autocrítica, sin que eso disminuya nuestra autoestima para nada.
Hace unos años escribí en estas mismas páginas de El Universal, que Roiz ve a los gobiernos como entes omnipotentes, que presentan una conducta disociada y llevan una doble vida; hacia el exterior muestran una cara muy distinta a lo que sucede en el interior de su país.
Parte de la explicación a esta conducta disociada de los gobiernos la aporta Sigmund Freud, quien expuso con mucho tino en el estudio del gobierno de cada uno, la tesis de que la conciencia no mantiene el control sobre buena parte de nuestras acciones. Por eso, el investigador afirmaba que en el mundo interno de una persona, no rige el principio aristotélico de identidad: No se puede ser A y B al mismo tiempo. Pero si el subconsciente a veces rige nuestras conductas, entonces sí se puede ser dos personas a la vez, deducía el padre del psicoanálisis.
En el caso que nos ocupa, nosotros mismos, Roiz plantea que la los gobiernos sienten inevitablemente la tentación de la omnipotencia, porque se sienten soberanos de sí mismos y dueños de su destino. Si extrapolamos el gobierno de cada uno, admitiendo que los Estados están conformados por personas normales de carne y hueso, que tiene los mismos problemas de disociación que todos los demás, entonces podremos entender mejor la conducta de nuestros gobernantes. Por ejemplo, la conciencia le indica al gobierno venezolano que el alto costo de la vida es asfixiante y que los maestros o enfermeras no pueden vivir con esos sueldos, pero el subconsciente que rige su conducta hace que les cueste admitirlo.
Roiz nos advierte que para luchar contra estos impulsos naturales que mueven a los gobernantes desde el subconsciente, y vienen alimentados por las ansias del poder, aparece entonces la sociedad vigilante. En el mundo de vida de esa sociedad vigilante, concepto muy trabajado por Roiz, la existencia está conformada por una guerra incesante que fluye siempre hacia delante, en la cual lo esencial es el tiempo de vigilia, y donde la verdadera solución es la final. Para esa sociedad vigilante saber es poder, y la retórica solo sirve para embaucar. Por lo tanto, privilegian la dialéctica como técnica para manejar sus relaciones con el poder.
La sociedad vigilante prefiere la argumentación, el razonamiento, el diálogo, el entendimiento y la discusión de ideas para tratar llegar a la verdad. Aprovechemos esa oportunidad para buscar soluciones juntos. La sociedad vigilante está presente, y llegó para quedarse. Si no le dan respuestas razonables y soluciones finales al problema de los salarios tan bajos, el alto costo de la vida y servicios básicos, ella se seguirá expresando con una contundencia igual o mayor que como lo ha venido haciendo.
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