La “broncemia” la definen como una enfermedad, aunque no existe en ningún libro de medicina. Desde el punto de vista etimológico, significa bronce en la sangre, pero esto es en sentido figurado, ahora bien lo cierto son sus manifestaciones clínicas, como la hipertrofia del ego, que llega al extremo de querer su busto de bronce en vida, de ahí su nombre de “broncemia”. Se describen dos etapas: la “importantitis”, cuando en la juventud el bronce comienza a impregnar su cuerpo. La persona se siente el ser más importante del universo. En la segunda etapa, denominada “inmortalitis”, el bronce invade todo su cuerpo y se percibe como un ser inmortal digno de estar en el Olimpo de los dioses griegos. Se atribuye la primera descripción al médico argentino Dr. Narciso Hernández, quien la publicó en 1968 en el Acta Médica del Hospital Córdoba en Argentina. Aunque en las primeras publicaciones se destacó su alta incidencia en profesionales de la medicina, posteriormente se describió en cualquier persona y en el caso de los gerentes, tanto del sector privado como oficial, lo cual repercute en todo el grupo de influencia del “broncémico”.

La causa principal de la broncemia es la soberbia asociada a la arrogancia, altivez, prepotencia, vanidad y sentimiento de superioridad; es por esto que el antídoto es la humildad, la cual es una virtud humana que implica el autoconocimiento de sus fortalezas y debilidades con autocrítica de sus errores y fracasos, así como también agradecimiento a Dios y a la Vida por lo recibido. Las dos actitudes contraponen el egoísmo con la generosidad; la antipatía con la empatía; la insatisfacción con la satisfacción; el individualismo con el trabajo de equipo y el odio con el amor.

Así como el bronce puede variar dependiendo del porcentaje de cobre, estaño y eventualmente otros componentes, también la broncemia, puede tener variantes. La forma inicial, fue descrita como una enfermedad de curso crónico y carácter degenerativo, pero nosotros describimos cuando aún no conocíamos la existencia de la Broncemia, el Síndrome de FUNCORVUE, (FUNcionario de CORto VUElo), el cual es agudo y de menor tiempo de evolución, pero con la misma causa, que inicia con la asignación de un cargo de alta o mediana jerarquía que se manifiesta rápidamente con síntomas definidos: En la primera etapa después de asumir la nueva posición, la persona inicia con una definición de dos eras, al estilo de antes de Cristo y después de Cristo, con frases como por ejemplo; “esto se hacía así antes, pero ahora se hará de otra forma”, luego en esta misma etapa empieza a realizar cambios superfluos, como cambiar la posición del escritorio o quitar un cuadro y guindarlo en otra pared. Las otras características son similares a la “importantitis” de la Broncemia, pero de curso agudo. La segunda etapa inicia aproximadamente 6 meses después de asumir el cargo, en la cual señala frases típicas como por ejemplo “no piensen que yo arregle esto en solo seis meses, cuando funciona mal desde hace 15 años”, frase que repite por uno o dos años, cuando pasa a la tercera etapa caracterizada por el silencio, en la cual evita darle la cara a los trabajadores y es frecuente que al preguntar a la secretaria por el gerente o jefe, la respuesta es que “el vino a firmar a las 9 de la noche y por eso no atendió a las personas que lo solicitaron”. La cuarta etapa es de somatización como por ejemplo arritmias cardiacas, gastritis, insomnio. En la última etapa los síntomas iniciales similares a la Broncemia, tienden a desaparecer y finalmente termina con la desaparición del escenario laboral.

Bartolomé Finizola Celli

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