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¿Serán escuchados ahora que están contra las sanciones?

El daño causado a nuestro país por el bloqueo económico ha sido muy grave. Hasta algunos de sus más entusiastas promotores, como los gobernadores del Zulia, Barinas y Cojedes, hoy solicitan, aunque tímidamente, que se levanten las sanciones

  • CLAUDIO FERMÍN

01/02/2023 05:01 am

Desde el primer momento cuando amenazaron a Venezuela con sanciones reaccionamos con indignación. Protestamos esa ofensa de extranjeros disfrazados de intérpretes del descontento nacional que se arrogaban la función de ajusticiar al gobierno venezolano. La élite del G4, confabulada con factores internacionales, sostenía que el cambio vendría dado por una intervención extranjera. Es una clase política dependiente de personalidades, instituciones y potencias extranjeras. Convirtieron a Luis Almagro en una especie de héroe que desde la Organización de Estados Americanos uniría a la región para desde afuera sacar al chavismo del poder. Me imagino cómo reirían y se burlarían Almagro y sus jefes en el Departamento de Estado de los políticos que hacían cola para tomarse fotos con él, para pedirle autógrafos y para echárselas de que estaban conectados con el hombre que liberaría a Venezuela. En el mismo estilacho otros de esa élite político-económica, con ostentosos recursos para subir en las encuestas y mantener laboratorios en las redes sociales, difundieron fotos y entrevistas con el presidente de los Estados Unidos, con el senador Marco Rubio y con aquellos que gracias a sus diligentes solicitudes nos liberarían del gobierno chavista.

Hicieron del Grupo de Lima una instancia protectora y dueña del destino nacional. Cualquier acción de activismo local para explicar la errática política económica del gobierno, para debatir programas alternativos y organizar a la población para participar en elecciones la tenían como de grupos colaboracionistas para distraer y dividir la política gruesa que debía concentrarse en la presión desde afuera, en la agenda con “los aliados”, eufemismo que han usado para esconder la vergüenza de ser títeres de intereses extranjeros. Hasta respaldaron un comunicado de ese Grupo de Lima que convenía en archivar los reclamos del territorio venezolano en el Esequibo para asegurar el apoyo de Gran Bretaña y países de la Commonwealth en la presión internacional para desalojar al chavismo. Una especie de “dando y dando”.

Celebraron cuando a la brava, como en el lejano Oeste, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos le puso precio a la cabeza de Nicolás Maduro y a la de Diosdado Cabello. Y cuando de esas bravuconadas pasaron firmemente a bloquear la economía lo tomaron como un triunfo. Desde el G4 reclamaban más sanciones, como si Trump no estuviera cumpliendo con lo que sus socios venezolanos demandaban. No les bastaba con la prohibición de vender nuestro petróleo, de comercializar nuestro gas. No era suficiente el bloqueo de cuentas bancarias del Estado venezolano en el exterior y el veto impuesto en el Banco Mundial y en el Banco Interamericano de Desarrollo para que a Venezuela no se le prestara ni un dólar. Les parecía poca cosa que se le negara a nuestro país asistencia para enfrentar la pandemia que diezmaba familias por doquier. Reclamaban más sanciones. Desde Madrid, Bogotá y Miami escribían, organizaban foros, querían más sanciones y elevaban a Trump a sus altares, como el líder que los interpretaba cabalmente y llevaba adelante el plan de agravar la crisis venezolana, de asfixiar la economía, de anular la capacidad de respuesta del Estado para que aumentara el descontento y las implosiones sociales derrocaran a Maduro. Desde allá afuera veían con satisfacción las sanciones, mientras aquí padecíamos las consecuencias.

Ciertamente trancaron la economía venezolana, ya disminuida y en crisis por políticas estatistas, por arbitrariedades contra la propiedad, por opaca planificación y torpe ejecución de funcionarios improvisados, por notoria corrupción que el mismo chavismo hoy denuncia como el caso de Ramírez en PDVSA. El desmantelamiento de la economía venezolana antecede las sanciones, pero no hay duda alguna sobre el efecto perverso del bloqueo. Los intentos del gobierno de Maduro por corregir entuertos, como la eliminación del control de cambios y del control de precios indiscriminado; detener la política de expropiaciones; permitir la libre circulación del dólar; intentar aperturas como la de las Zonas Económicas Especiales, todavía en veremos; todo ello ha dado resultados parciales y modestos, como haber salido de la hiperinflación por año y medio, pero el entramado económico es muy frágil y no hay política de rectificación y recuperación que prospere ante el aislacionismo internacional al que Venezuela ha sido sometida. La hiperinflación toca de nuevo las puertas y los promotores del bloqueo se frotan las manos de contento.

El daño causado a nuestro país por el bloqueo económico ha sido muy grave. Hasta algunos de sus más entusiastas promotores, como los gobernadores del Zulia, Barinas y Cojedes, hoy solicitan, aunque tímidamente, que se levanten las sanciones. Están entre la espada y la pared. Si las sanciones continúan a ellos les pasará lo que a otros gobernadores y ministros desde el año 2017, no tendrán recursos para cumplir con las promesas de hace un año en sus campañas electorales. Están probando ahora de su propia medicina. Queda por ver si eran socios menores, subalternos obedientes, y sus reclamos pasarán por debajo de la mesa sin ser escuchados, o si tienen la fuerza para borrar del mapa las sanciones de las que se jactaban ser los autores como representantes de la oposición dura, como se hacían llamar. O si los duros en la sociedad con Trump no eran ellos sino Leopoldo López y Freddy Guevara, quienes reclaman que las sanciones se mantengan y se endurezcan, como lo habían convenido desde hace años para asfixiar la economía y agravar la crisis.
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