Un nuevo imaginario social
Se requiere un agente instituyente (al agente) que impulse permanentemente una democratización inclusiva. Ello provendrá de la toma de conciencia de una necesaria recuperación (no del pasado, en ningún caso), sino del sentido
La escisión y el cansancio se suceden cuando un país se mueve en paradigmas agotados, en un mundo viejo. Las viejas maneras conducen a ninguna parte.
Lo que ahora corresponde es proponer una nueva lectura de la realidad, esto es, la creación de una nueva realidad derivada de la permanente actividad de una república de ciudadanos que cambian las formas a la medida de su evolución hacia una eternamente perfectible sociedad democrática El vencimiento de los paradigmas existentes, o la derrota de la inercia, debe buscarse por la vía de los planteamientos innovadores e inusuales.
La inutilidad de los viejos paradigmas queda de manifiesto cuando el hombre comienza a sospechar que ya no le sirven exitosamente a la solución del conflicto o de los problemas. Está claro que la revocatoria de los anteriores requiere de un esfuerzo sostenido pues se deben revalorar los datos y los supuestos.
He allí la necesidad de un nuevo lenguaje, la creación de nuevos paradigmas que siguen pasando por lo social y por la psiquis. Partimos, necesariamente, de la convicción de que las cosas como están no funcionan y deben ser cambiadas con otro tipo de sentido. Se trata de producir un desplazamiento de la aceptación pasiva hacia un campo de creación sustitutiva. Se requiere la aparición de una persona con su concepción del Ser en la política, uno que se decide a hacer y a instituir. Esto es, se requiere un nuevo imaginario social.
De esta manera hay que olvidar la terminología clásica. Cuando las sociedades están en fase negativa. la protesta es, muchas veces, una simple pérdida de paciencia y la lectura de quienes que insultan un simple ejercicio de catarsis.
Se requiere un agente instituyente (al agente) que impulse permanentemente una democratización inclusiva. Ello provendrá de la toma de conciencia de una necesaria recuperación (no del pasado, en ningún caso), sino del sentido. El país deberá liderar es uno en lucha contra las distorsiones, una basada en una lógica alternativa.
Es mediante el pensamiento complejo que se puede afrontar el laberinto propio del siglo XXI, pues la mezcla de elementos previsibles e imprevisibles, fortuitos, causales o indeterminados, replantea con toda su fuerza el remontar fuera de las simplezas.
@tlopezmelendez
Lo que ahora corresponde es proponer una nueva lectura de la realidad, esto es, la creación de una nueva realidad derivada de la permanente actividad de una república de ciudadanos que cambian las formas a la medida de su evolución hacia una eternamente perfectible sociedad democrática El vencimiento de los paradigmas existentes, o la derrota de la inercia, debe buscarse por la vía de los planteamientos innovadores e inusuales.
La inutilidad de los viejos paradigmas queda de manifiesto cuando el hombre comienza a sospechar que ya no le sirven exitosamente a la solución del conflicto o de los problemas. Está claro que la revocatoria de los anteriores requiere de un esfuerzo sostenido pues se deben revalorar los datos y los supuestos.
He allí la necesidad de un nuevo lenguaje, la creación de nuevos paradigmas que siguen pasando por lo social y por la psiquis. Partimos, necesariamente, de la convicción de que las cosas como están no funcionan y deben ser cambiadas con otro tipo de sentido. Se trata de producir un desplazamiento de la aceptación pasiva hacia un campo de creación sustitutiva. Se requiere la aparición de una persona con su concepción del Ser en la política, uno que se decide a hacer y a instituir. Esto es, se requiere un nuevo imaginario social.
De esta manera hay que olvidar la terminología clásica. Cuando las sociedades están en fase negativa. la protesta es, muchas veces, una simple pérdida de paciencia y la lectura de quienes que insultan un simple ejercicio de catarsis.
Se requiere un agente instituyente (al agente) que impulse permanentemente una democratización inclusiva. Ello provendrá de la toma de conciencia de una necesaria recuperación (no del pasado, en ningún caso), sino del sentido. El país deberá liderar es uno en lucha contra las distorsiones, una basada en una lógica alternativa.
Es mediante el pensamiento complejo que se puede afrontar el laberinto propio del siglo XXI, pues la mezcla de elementos previsibles e imprevisibles, fortuitos, causales o indeterminados, replantea con toda su fuerza el remontar fuera de las simplezas.
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