Espacio publicitario

América Latina: Rivalidad vs. Integración

La integración latinoamericana debe estar basada en la búsqueda del bien común, en el fortalecimiento de nuestra identidad latinoamericana y en aras de consolidarnos como socios globales del hoy y del mañana

  • DYLAN J. PEREIRA

28/01/2023 05:00 am

Alcanzar una integración latinoamericana eficiente y sustancial, desde México hasta Argentina y Chile, en unidad política, económica y social, que tienda a la supranacionalidad, sigue siendo un desafío para nuestra región; América Latina con una superficie en torno a los 20 038 800 kilómetros cuadrados, con más de 650 millones de habitantes, tiene en su haber una serie de organismos que apuntan en esta dirección, que casos de éxito como la Unión Europea nos demuestran que es el camino que debemos seguir, entre los que destacan la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), reunida recientemente en Buenos Aires; la Asociación de Estados del Caribe (AEC), el Mercado Común del Sur (Mercosur); Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad Andina (CAN), Prosur, el Alba, entre otros; aquí el pecado original está en el tinte ideológico con el que siempre se intenta impregnar estos mecanismos de integración y la falta de criterios y sistemas unificadoras.

En este contexto es oportuno reflexionar sobre la historia de nuestros intentos integracionistas. El historiador y profesor británico John Lynch, experto en los procesos de independencia en América afirmaba “el mundo hispánico se caracterizaba por la rivalidad y no por la integración”. Sin embargo, la creación de la Gran Colombia, que en su día simplemente se llamó Colombia, es una excepción para considerar; no sólo como consecuencia de la victoria de Boyacá sino como una necesidad de forma y legitimidad política que perseguía Bolívar en torno a la a unión de todos los territorios del virreinato de Nueva Granada en una sola nación que fue proclamada por el congreso de Angostura, el 17 de diciembre de 1819;

Había pues un trasfondo político, militar y económico que justificaba unir fuerzas desde nacientes naciones ante la comunidad internacional y los mercados internacionales; sin embargo, el proyecto integracionista de la Gran Colombia no fue ni homogéneo, ni estable, ni duradero en todo el Cono Sur; países como Chile y Argentina eran países que estaban demasiado pendientes de sus propios asuntos y no tenían demasiado interés en los asuntos de la Gran Colombia; el académico David Bushnell conocido como “el Padre de los colombianistas” explica que a lo interno “la dirección del país estaba en manos del vicepresidente Santander, un hombre que parecía gozar con los detalles de la administración, y bajo el mando del cual el aparato de gobierno funcionó bien más o menos. Santander estableció una buena relación de trabajo con el poder legislativo, que gozaba de una sustancial independencia pero que generalmente al final hacía lo que él quería; así no le resultó demasiado difícil vivir en consonancia con el título de «el hombre de las leyes», que le confirió Bolívar.”

Claro está algunos sectores domésticos de la recién conformada unión de Repúblicas no estaba de acuerdo con todas las políticas del gobierno, en gran parte de forma y contenido liberal, y también existían latentes conflictos regionales entre Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. El prestigio de Bolívar sirvió como una suerte de pegamento.

Otro interesante intento integracionista se dio, como explica Bushnell (s.f.) a partir de que Bolivia aceptase la nueva constitución, al igual que Perú, dando así “los primeros pasos hacia el sueño del Libertador de reunir a Bolivia, Perú y Gran Colombia en una Confederación de los Andes, en la que tanto la confederación como cada país adoptarían de alguna manera la panacea constitucional por él elaborada.” (Bushnell, s.f., p.116)

Sin embargo, era mucho más importante resolver la rápida deterioración de la situación política interna en Colombia. Venezuela, bajo José Antonio Páez, estaba en rebelión abierta, alentando el descontento de Ecuador frente a la administración de Santander. Bolívar no excluyó la posibilidad de que la crisis fuera la mejor oportunidad para imponer su nuevo sistema político, pero en realidad resultó ser el principio del fin de la propia Gran Colombia. La idea de Bolívar de crear una Confederación Andina pronto se abandonó por falta de apoyo, y lo mismo sucedió, después de sus esfuerzos, con su intento de fomentar la formación de una liga o alianza de todos los nuevos estados hispanoamericanos. Este último proyecto, Bolívar ya lo había propuesto claramente en su Carta de Jamaica en 1815 y lo iba repitiendo regularmente.

Hoy día, con las experiencias exitosas de integración regional como la Unión Europea, aunque la UE no esté exenta de crisis, podemos identificar algunos factores estructurales y sistémicos que impedían la efectiva integración del continente; primero las profundas pugnas internas dentro de las distintas repúblicas; en Venezuela liberales y conservadores se imbuían en un profundo conflicto, y en las demás naciones, con perfiles idiosincráticos muy marcados se convirtió junto a la ausencia de mecanismos de interlocución entre Bogotá y las demás provincias en un caldo de cultivo idóneo para el enfrentamiento interno fratricida dentro de la Gran Colombia. Así mismo, la ausencia de vías de comunicación terrestre y marítima al interno de Colombia generó un escenario similar a la desconexión en la era colonial entre España y las conquistas; la Gran Colombia carecía además de mecanismos institucionales de resolución de conflictos, y estuvo empapada por un fuerte personalismo, sumada a la variable creciente del caudillismo.

Lamentablemente estas ausencias, problemas y fallas se han cronificado en nuestro continente; persisten la deficiencia de conexiones aéreas, marítimas, terrestres y fluviales, constantes y estables entre nuestros países; persiste la ausencia de voluntad política y sincera sin ideologías políticas de los procesos de integración de la región; siempre se ha cometido el error, en la mayor parte de los casos de usar la camarería política circunstancial como vector de la integración y no factores más continuos más estables como el progreso económico; Mercosur apuntó hacia esa dirección pero no se ha consolidado; además mecanismos institucionales como la OEA también han tenido altibajos importantes.

La integración latinoamericana debe estar basada en la búsqueda del bien común, en el fortalecimiento de nuestra identidad latinoamericana y en aras de consolidarnos como socios globales del hoy y del mañana.

Dylanjpereira01@gmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario