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Las cárceles políticas en la historia republicana de Venezuela

Luego del derrumbe de la “Cárcel Real” con el terremoto de 1812, surgió un sistema de cárceles provisionales en casas alquiladas, viejas fortalezas como las Bóvedas de La Guaira o antiguos conventos como el de San Jacinto en Caracas

  • Diario El Universal

19/01/2023 04:59 am

Dr. Alberto Navas Blanco (Profesor Titular UCV)

En la Venezuela colonial no tuvimos una política carcelaria propiamente dicha. La cárcel no era aún la pena universal, las fortalezas, mazmorras y casas eran los sitios más frecuentes de encarcelamiento, junto a penas complementarias de la tortura, el hambre, el cepo, los grillos, etc. Las ejecuciones, a cargo de un verdugo seleccionado entre los condenados a muerte, no eran demasiado frecuentes, pero sí muy contundentes y ejemplarizantes, sobre todo pana los delitos políticos, con el usual descuartizamiento y exhibición de miembros en las entradas a las ciudades. Estos procedimientos medievales se agudizaron durante la Guerra de Independencia, principalmente durante la aplicación de la “Guerra a Muerte” por ambas partes. Pero también en la política carcelaria, una vez instaurada la República desde 1827-1823, sobrevivieron muchos de los errores del pasado pese a la aspiración teórica liberal por crear un sistema carcelario moderno, reconstructivo, productivo y humanitario. El caudillismo, las guerras civiles y la corrupción oficial, pervirtieron casi todos los esfuerzos por mejorar las instituciones carcelarias.

Luego del derrumbe de la “Cárcel Real” con el terremoto de 1812, surgió un sistema de cárceles provisionales en casas alquiladas, viejas fortalezas como las Bóvedas de La Guaira o antiguos conventos como el de San Jacinto en Caracas. Donde se mezclaban hacinados presos políticos, comunes, mujeres y “locos”, en instalaciones improvisadas que favorecían las fugas masivas y frecuentes. Hasta que el 9 de diciembre de 1841, la Diputación Provincial de Caracas decretó la construcción de una moderna Cárcel Pública de Caracas, otorgando el proyecto inicial al Ingeniero venezolano Olegario Meneses, una obra que se construiría en terrenos adyacentes al Cuartel San Carlos, bajo criterios del “panoptismo” ideado por Jeremy Bentham. Aislamiento celular, productividad y reeducación del preso, bajo un sistema de vigilancia permanente axial e invisibilidad lateral. Desafortunadamente en 1843 la obra se paralizó y fue reasignada a un agrimensor y un alarife y su ubicación modificada hacia un terreno menos apto, entre las esquinas de Hospital y Cárcel (Palacios) donde hoy se ubica la abandonada Plaza La Concordia.En 1852, la nueva Cárcel Pública de Caracas recibió los primeros 150 presos provenientes de la vieja cárcel de San Jacinto, una obra aún no culminada y sin seguir los parámetros originales de Olegario Meneses. Allí se comenzó la historia del hacinamiento y maltratos de la conocida “Rotunda de Caracas”, que en 1854 contaba con 84 presos, 11 condenados, 59 encausados, 6 locos, y7 mujeres. El régimen autocrático de los Monagas inauguró los horrores de torturas asesinatos y maltratos de presos políticos y comunes. Lo que se fue agravando durante la Guerra Federal (1859-1863), la Revolución Azul (1868), y entre 1870 a 1888 bajo la Tiranía del Gral. Guzmán Blanco, quien amplió el edificio con una sede paralela llamada “Rotunda Nueva”. Inaugurando los peores horrores contra la oposición política, con técnicas criminales que serían luego ampliadas y perfeccionadas por las autocracias de los generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.

Para 1922 Raúl Leoni y otros 82 estudiantes entran como presos políticos a La Rotunda, con lo que se iniciaba un nuevo tipo de encarcelado intelectualmente superior a los viejos caudillos, les siguen los estudiantes de la generación de 1928, los primeros comunistas en 1931. Hasta llegar a 1936 con los últimos presos s de La Rotunda quienes fueron Hernani Portocarrero y el exgobernador gomecista Félix Galavís. Desde los regímenes de López Contreras y Medina Angarita (años de 19305 a 1945) bajó la intensidad de los horrores carcelarios, no solamente por la demolición de La Rotunda, sino también por la aparición de proyectos novedosos como la llamada “Cárcel Modelo” de Caracas, cuyas buenas intenciones degeneraron rápidamente a partir de la dictadura del general Pérez Jiménez, con la tenebrosa Seguridad Nacional y campos de concentración como el de “Guasina”. A partir de 1958 hasta nuestros días no se ha logrado instalar un sistema carcelario cónsono con la evolución democrática y de los Derechos Humanos en Venezuela, y las prisiones políticas no han adquirido un perfil propio y superior al de las instituciones penitenciarias comunes.
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