Suecia y la Presidencia del Consejo de la UE
Suecia ve como necesarias una clara política de competencia y mejores regulaciones para la industria europea, además de incidir en que el proteccionismo "no es el camino a seguir"
Son ya más de 70 años de historia de integración que Europa ha escrito y que nació precisamente en los años 50, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en un contexto muy adverso, hostil y complejo, marcado por la devastación legada por el mayor fracaso de la humanidad; la Unión Europea representa quizás el proyecto político más ambicioso de la historia
Dentro de este paradigma de integración, la UE cuenta con una serie de instituciones comunitarias que contribuyen no sólo a la optimización de su funcionamiento interno sino la consecución de sus objetivos a escala nacional, regional y global, entre ellos el Consejo de la Unión Europea que es un órgano decisorio esencial.
Tal como lo establece su sitio oficial, en el Consejo de la UE, también denominado de manera informal «el Consejo», los ministros de los gobiernos de cada país de la UE se reúnen para debatir, modificar y adoptar medidas legislativas y coordinar políticas. Cada ministro puede asumir compromisos en nombre de su Gobierno en relación con las actuaciones acordadas en las reuniones.
El Consejo de la UE negocia y adopta la legislación de la UE, en la mayoría de los casos junto con el Parlamento Europeo mediante el procedimiento legislativo ordinario, también conocido como “codecisión"; coordina la actuación de los Estados miembros, en temas cruciales como políticas económicas y presupuestarias, culturales o políticas de empleo; impulsa la política exterior y de seguridad común de la UE; otorga mandatos a la Comisión para que negocie en nombre de la UE acuerdos entre la Unión Europea y países terceros y organizaciones internacionales y adopta conjuntamente al Parlamento Europeo el presupuesto de la Unión.
El Consejo tiene una Presidencia rotatoria. La rotación comenzó en 1952, cuando la República Federal de Alemania ocupó la presidencia de septiembre a diciembre. La presidencia comenzó a rotar cada seis meses a partir de 1958. Con la ampliación de la UE, y el Tratado de Lisboa los Estados miembros que ejercen la presidencia trabajan estrechamente en grupos de tres, llamados "tríos". El Trío actual está integrado por las Presidencias francesa, checa y sueca.
Suecia ha asumido este 1ero de enero del 2023 la Presidencia del Consejo de la UE, en un marco muy convulso no sólo en lo doméstico sino en lo regional y global.
La primera complejidad la encontramos en el plano doméstico de Estocolmo; el gobierno del primer ministro Ulf Kristersson es una coalición formada por el Partido Moderado (M, conservadores liberales); Grupo del Partido Popular Europeo
- Cristiano Demócratas (KD); Grupo del Partido Popular Europeo
- Liberales (L, liberales conservadores); Grupo Renovar Europa, que además negocia cercanamente con el respaldo de los ultraderechistas del partido Demócratas de Suecia, partido en franco ascenso negacionista del cambio climático, promotor de políticas antiinmigración y altamente euroescéptico. Al tener un alto grado de influencia en el Riksdag, podría complejizar la agenda sueca en el Consejo, en temas tan sensibles como la protección del medio ambiente, la ampliación del bloque a los Balcanes Occidentales, las negociaciones con Hungría o los paquetes de ayuda financiera y militar a Ucrania.
Suecia ha determinado cuatro prioridades para los trabajos bajo su tercera Presidencia del Consejo: seguridad – unidad; competitividad; transición ecológica y energética; valores democráticos y el Estado de Derecho. La guerra en Ucrania, que tiende a tornarse crónica, es el gran telón de fondo. Suecia deberá impulsar medidas que mitiguen el impacto social, político, pero sobre todo económico de la guerra para Europa.
El Gobierno sueco presidirá unas 1.500 reuniones de los distintos órganos de la UE y tendrá que encontrar compromisos entre los Estados miembro, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo en incontables horas de negociaciones.
Entre las propuestas del programa de la presidencia sueca destacan seguimiento de la decisión del Consejo Europeo de conceder el estatuto de candidato a Ucrania y Moldavia y de ofrecer una perspectiva europea a Georgia; prevenir y hacer frente a las ciber amenazas; la revisión intermedia de la Agenda 2030 y de la continuación de la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible; el apoyo continuo a Ucrania -político, económico, militar, humanitario y legal; revertir la inflación que golpea el bloque así como hacer frente a la crisis energética; una revisión del sistema de migración y asilo; y reducir el riesgo de pobreza y exclusión social.
Un punto preponderante para Estocolmo es “garantizar que la ambición de reforzar la competitividad europea sea el principio rector”. Suecia ve como necesarias una clara política de competencia y mejores regulaciones para la industria europea, además de incidir en que el proteccionismo "no es el camino a seguir"; para ello necesitará profundizar la búsqueda de socios energéticos “fiables”, impulsar asociaciones y tratados de libre comercio, y acelerar la transición energética y tecnológica teniendo la innovación como vector, y preservando la promesa de lograr la neutralidad climática de aquí a 2050.
El “quid” de la presidencia del país nórdico lo podemos extraer del discurso del primer ministro sueco Ulf Kristersson: “Nuestros países son diferentes, y a veces tenemos perspectivas diferentes. Pero la diversidad es una fortaleza. Juntos podemos superar las crisis y construir una Europa mejor. Pero solo si lo hacemos juntos, y solo si en Suecia hacemos nuestra parte.”
Dylanjpereira01@gmail.com
Dentro de este paradigma de integración, la UE cuenta con una serie de instituciones comunitarias que contribuyen no sólo a la optimización de su funcionamiento interno sino la consecución de sus objetivos a escala nacional, regional y global, entre ellos el Consejo de la Unión Europea que es un órgano decisorio esencial.
Tal como lo establece su sitio oficial, en el Consejo de la UE, también denominado de manera informal «el Consejo», los ministros de los gobiernos de cada país de la UE se reúnen para debatir, modificar y adoptar medidas legislativas y coordinar políticas. Cada ministro puede asumir compromisos en nombre de su Gobierno en relación con las actuaciones acordadas en las reuniones.
El Consejo de la UE negocia y adopta la legislación de la UE, en la mayoría de los casos junto con el Parlamento Europeo mediante el procedimiento legislativo ordinario, también conocido como “codecisión"; coordina la actuación de los Estados miembros, en temas cruciales como políticas económicas y presupuestarias, culturales o políticas de empleo; impulsa la política exterior y de seguridad común de la UE; otorga mandatos a la Comisión para que negocie en nombre de la UE acuerdos entre la Unión Europea y países terceros y organizaciones internacionales y adopta conjuntamente al Parlamento Europeo el presupuesto de la Unión.
El Consejo tiene una Presidencia rotatoria. La rotación comenzó en 1952, cuando la República Federal de Alemania ocupó la presidencia de septiembre a diciembre. La presidencia comenzó a rotar cada seis meses a partir de 1958. Con la ampliación de la UE, y el Tratado de Lisboa los Estados miembros que ejercen la presidencia trabajan estrechamente en grupos de tres, llamados "tríos". El Trío actual está integrado por las Presidencias francesa, checa y sueca.
Suecia ha asumido este 1ero de enero del 2023 la Presidencia del Consejo de la UE, en un marco muy convulso no sólo en lo doméstico sino en lo regional y global.
La primera complejidad la encontramos en el plano doméstico de Estocolmo; el gobierno del primer ministro Ulf Kristersson es una coalición formada por el Partido Moderado (M, conservadores liberales); Grupo del Partido Popular Europeo
- Cristiano Demócratas (KD); Grupo del Partido Popular Europeo
- Liberales (L, liberales conservadores); Grupo Renovar Europa, que además negocia cercanamente con el respaldo de los ultraderechistas del partido Demócratas de Suecia, partido en franco ascenso negacionista del cambio climático, promotor de políticas antiinmigración y altamente euroescéptico. Al tener un alto grado de influencia en el Riksdag, podría complejizar la agenda sueca en el Consejo, en temas tan sensibles como la protección del medio ambiente, la ampliación del bloque a los Balcanes Occidentales, las negociaciones con Hungría o los paquetes de ayuda financiera y militar a Ucrania.
Suecia ha determinado cuatro prioridades para los trabajos bajo su tercera Presidencia del Consejo: seguridad – unidad; competitividad; transición ecológica y energética; valores democráticos y el Estado de Derecho. La guerra en Ucrania, que tiende a tornarse crónica, es el gran telón de fondo. Suecia deberá impulsar medidas que mitiguen el impacto social, político, pero sobre todo económico de la guerra para Europa.
El Gobierno sueco presidirá unas 1.500 reuniones de los distintos órganos de la UE y tendrá que encontrar compromisos entre los Estados miembro, la Comisión Europea y el Parlamento Europeo en incontables horas de negociaciones.
Entre las propuestas del programa de la presidencia sueca destacan seguimiento de la decisión del Consejo Europeo de conceder el estatuto de candidato a Ucrania y Moldavia y de ofrecer una perspectiva europea a Georgia; prevenir y hacer frente a las ciber amenazas; la revisión intermedia de la Agenda 2030 y de la continuación de la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible; el apoyo continuo a Ucrania -político, económico, militar, humanitario y legal; revertir la inflación que golpea el bloque así como hacer frente a la crisis energética; una revisión del sistema de migración y asilo; y reducir el riesgo de pobreza y exclusión social.
Un punto preponderante para Estocolmo es “garantizar que la ambición de reforzar la competitividad europea sea el principio rector”. Suecia ve como necesarias una clara política de competencia y mejores regulaciones para la industria europea, además de incidir en que el proteccionismo "no es el camino a seguir"; para ello necesitará profundizar la búsqueda de socios energéticos “fiables”, impulsar asociaciones y tratados de libre comercio, y acelerar la transición energética y tecnológica teniendo la innovación como vector, y preservando la promesa de lograr la neutralidad climática de aquí a 2050.
El “quid” de la presidencia del país nórdico lo podemos extraer del discurso del primer ministro sueco Ulf Kristersson: “Nuestros países son diferentes, y a veces tenemos perspectivas diferentes. Pero la diversidad es una fortaleza. Juntos podemos superar las crisis y construir una Europa mejor. Pero solo si lo hacemos juntos, y solo si en Suecia hacemos nuestra parte.”
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