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Cromos de aventura

JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E. Está bastante claro que los venezolanos tenemos varios años luchando por la vida. Esa lucha ha cobrado intensidades y matices diferentes.

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

11/07/2018 05:00 am

“El único modo de hablar sobre el mal social es llegar de inmediato al ideal social. Todos nos damos cuenta de la locura nacional, pero ¿cuál es la cordura nacional? He llamado a este libro Lo que está mal en el mundo y el resultado del título puede entenderse fácil y claramente. Lo que está mal es que no nos preguntamos qué está bien” (G. K. Chesterton) 

Desde hace algún, tiempo venimos sosteniendo la tesis de la aventura que representa la vida cotidiana del venezolano. Una aventura que en ocasiones tiene un tinte trágico, dramático y en otras tantas, su transcurrir se torna cómico y hasta romántico. De cualquier forma, se suele poner más atención en el carácter de los hechos, que en la actitud del protagonista para afrontarlos. No hay duda que gran parte de la interpretación a posteriori, vendrá de la actitud más adecuada para enfrentar la adversidad. En este caso se propone la del aventurero. 

Dentro de esa aventura cotidiana, hay un aspecto central: la supervivencia. Está bastante claro que los venezolanos tenemos varios años luchando por la vida. Esa lucha ha cobrado intensidades y matices diferentes. Parece que en el pasado inmediato, el tinte es de protección de la vida, no tanto en su intensidad o calidad, sino principalmente en su posibilidad de mantenerse viva, de existir. Es decir la aventura que nos toca, es una de la vida contra la muerte. 

Siempre la vida 

Quienes escogen la vida, son capaces de discernir lo mejor. Nos encontrábamos en el salón de profesores de una universidad caraqueña. En plena conversación sobre el curso en que trabajamos, uno de los colegas recibe una llamada de su esposa. Debe dirigirse urgentemente a una ciudad del oriente del país a para una reunión con su madre. El motivo no es otro que la posibilidad de adoptar a un niño que fue abandonado a las pocas horas de nacer. Evidentemente este recién nacido nunca fue un resultado deseado, ni el producto de una relación estable. Por fortuna, la madre escogió la vida y después de parirlo piensa que puede ofrecerle una mejor vida, entregándolo en adopción. 

Mi colega profesor, con un matrimonio que hasta ese momento no había sido bendecido por los hijos, acudió a la cita con la mejor disposición. Los trámites y formalismos legales para asegurar la protección del recién nacido, fueron cumplidos en su totalidad. La madre de mi compañero experta en la materia y con la mejor de las intenciones y una óptima pericia, lleva adelante el caso. Un proceso que tiene sus plazos y debe esperar las decisiones de los funcionarios competentes. Lo más interesante de la anécdota, fue la noticia que recibió el profesor al llegar de nuevo a su casa. Su esposa Maribel lo esperaba con la prueba de embarazo en la mano. “Gonadotrofinas coriónicas positivas: estamos embarazados”. 

Al regresar a la universidad y contar lo sucedido, nos sorprendió y animó con la noticia. Ya mi amigo no tendrá que esperar el engorroso proceso de adopción para ser padre. Sin embargo, su respuesta fue mucho más inesperada e inquietante. “Maribel y yo conversamos el asunto, y seguiremos con el proceso de adopción” Quedamos admirados, al tiempo que animados por la valentía y generosidad de nuestros colegas. 

Un desafío 

El desafío que nos propone el momento presente, no es muy diferente al que se han enfrentado otros tantos compatriotas en el pasado. La defensa de la vida, la protección de la vida, la promoción de la vida, sigue siendo la gran batalla que nos toca enfrentar, a la hora de sacar el país adelante. No debe ser casualidad que los destructores de la sociedad, consientan y califiquen con tanto interés y dádiva a los promotores de la muerte. No es un error de cálculo que el salario de un trabajador de la salud sea veinte o treinta veces menor que el de un militar. Teniendo en cuenta que los trabajadores de la salud no tienen el monopolio de la sanidad, así como los verde oliva lo tienen de la violencia. 

La vida siempre está ordenada a la fecundidad, a la creatividad, al crecimiento irrestricto y libre. Cualquier ideología o proceso que se opone a la vida, suele ofrecer la imagen del hombre como un cadáver, que no anima ni pervive. Que solo es capaz de seguir instrucciones y limosna. Una imagen muerta y esclerosada, solo sirve para opacar y obstruir la acción eficaz del promotor de la Vida. 

“Ahora bien, hablamos de enfermedad en caso de descomposición física, y ello por una muy buena razón. Porque, aunque pueda haber dudas acerca del modo en que el cuerpo se descompone, no hay duda alguna respecto al modo de recomponerlo. Ningún médico propone crear un nuevo tipo de hombre, con una nueva colocación de los ojos y los miembros. El hospital, si no le queda otro remedio, puede enviar a un hombre a casa con una pierna de menos, pero no le mandará (en un ataque de creatividad) con una pierna de más. La ciencia médica se contenta con el cuerpo humano normal, y solo trata de restaurarlo” (G. K. Chesterton). 

jagamez@icloud.com 
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