Estado moderno vs. Corrupción
El problema es que la corrupción permea todos los estratos, atenta contra la gobernabilidad y hace que el ciudadano pierda la confianza en sus instituciones; pero además genera daños irreversibles a la nación, pero sobre todo, a la moral pública
La corrupción en la gestión pública parece ser un mal endémico en nuestra querida Venezuela. Ella es de vieja data y así lo revelan los historiadores que han plasmado –a lo largo de los tortuosos siglos XIX y XX y lo que va del siglo XXI–, el mal manejo del erario público por parte de quienes han tenido funciones de gobernantes. Sí, incluso antes de la era petrolera, cuando éramos una incipiente economía agraria.
Antonio Guzmán Blanco, “El ilustre americano”, gobernó el país por tres períodos durante los cuales propició el progreso y desarrollo económico y social de esa Venezuela agraria, aunque fue reconocido como autócrata, represivo con sus adversarios, personalista y despótico. Pero también por hechos de corrupción que, según indican, no ocultó, porque no había instituciones que se le resistieran.
Proveniente de una familia acomodada y aristocrática, no tenía necesidad de echarle mano al dinero público. Sin embargo, Guzmán Blanco no tuvo reparo en disponer de él para beneficiarse y para favorecer a los altos círculos financieros y empresariales, a terratenientes y a la clase media y alta venezolana, que le garantizaban su estabilidad. En ese entonces, abusó del poder para practicar el clientelismo, cometió peculado y usufructuó los recursos públicos en provecho personal.
Siempre me pregunto ¿por qué los mandatarios cuando llegan al poder, asumen que el dinero del Estado puede ser utilizado a discreción, como si se tratase de un patrimonio personal?
Hoy menciono a Guzmán Blanco porque fue una de las personalidades clave de la Historia de Venezuela. Sus casi veinte años de gobierno trajeron al país el ideal del Estado Moderno. Venezuela venía de una inestabilidad institucional, económica y política producto de las guerras derivadas de la independencia del Reino de España.
Asimismo, a él se le debe la pacificación nacional, que logró suprimiendo sublevaciones y alzamientos, aunque esa tarea de gobernar el país se le hizo tan hostil, que pronunciaba con frecuencia la frase: “Venezuela es como un cuero seco: lo pisas por un lado y se levanta por el otro”.
De Guzmán Blanco se dice que amó profundamente tanto al país como al dinero, y trabajó incansablemente y con extrema habilidad para cuidar en paralelo, a una población de 1,7 millones de habitantes –según el primer censo realizado en 1873– con miles de carencias, y a la silla presidencial, que no estaba dispuesto a ceder, pero de la cual se desprendió en 1888 por razones de salud.
Historiadores señalan cómo Guzmán Blanco –siendo vicepresidente– negoció en 1863 un préstamo con la Compañía de Crédito General de Londres por 1.500.000 libras esterlinas, con enormes desventajas para la nación. No solamente acordó un endeudamiento a una tasa de interés del 60%, sino que además cobró 5% de comisión, pues consideró que era la compensación que merecía por haber asumido la responsabilidad de negociante.
Venezuela quedó profundamente endeudada, porque como colofón, el dinero no entró a las arcas del fisco, sino que fue desviado para pagar a otros acreedores.
Al morir, el Ilustre Americano era poseedor de una enorme fortuna que incluía haciendas, inversiones y empresas en toda Venezuela y algunos países de Europa.
Estado moderno
Antonio Guzmán Blanco, “El ilustre americano”, gobernó el país por tres períodos durante los cuales propició el progreso y desarrollo económico y social de esa Venezuela agraria, aunque fue reconocido como autócrata, represivo con sus adversarios, personalista y despótico. Pero también por hechos de corrupción que, según indican, no ocultó, porque no había instituciones que se le resistieran.
Proveniente de una familia acomodada y aristocrática, no tenía necesidad de echarle mano al dinero público. Sin embargo, Guzmán Blanco no tuvo reparo en disponer de él para beneficiarse y para favorecer a los altos círculos financieros y empresariales, a terratenientes y a la clase media y alta venezolana, que le garantizaban su estabilidad. En ese entonces, abusó del poder para practicar el clientelismo, cometió peculado y usufructuó los recursos públicos en provecho personal.
Siempre me pregunto ¿por qué los mandatarios cuando llegan al poder, asumen que el dinero del Estado puede ser utilizado a discreción, como si se tratase de un patrimonio personal?
Hoy menciono a Guzmán Blanco porque fue una de las personalidades clave de la Historia de Venezuela. Sus casi veinte años de gobierno trajeron al país el ideal del Estado Moderno. Venezuela venía de una inestabilidad institucional, económica y política producto de las guerras derivadas de la independencia del Reino de España.
Asimismo, a él se le debe la pacificación nacional, que logró suprimiendo sublevaciones y alzamientos, aunque esa tarea de gobernar el país se le hizo tan hostil, que pronunciaba con frecuencia la frase: “Venezuela es como un cuero seco: lo pisas por un lado y se levanta por el otro”.
De Guzmán Blanco se dice que amó profundamente tanto al país como al dinero, y trabajó incansablemente y con extrema habilidad para cuidar en paralelo, a una población de 1,7 millones de habitantes –según el primer censo realizado en 1873– con miles de carencias, y a la silla presidencial, que no estaba dispuesto a ceder, pero de la cual se desprendió en 1888 por razones de salud.
Historiadores señalan cómo Guzmán Blanco –siendo vicepresidente– negoció en 1863 un préstamo con la Compañía de Crédito General de Londres por 1.500.000 libras esterlinas, con enormes desventajas para la nación. No solamente acordó un endeudamiento a una tasa de interés del 60%, sino que además cobró 5% de comisión, pues consideró que era la compensación que merecía por haber asumido la responsabilidad de negociante.
Venezuela quedó profundamente endeudada, porque como colofón, el dinero no entró a las arcas del fisco, sino que fue desviado para pagar a otros acreedores.
Al morir, el Ilustre Americano era poseedor de una enorme fortuna que incluía haciendas, inversiones y empresas en toda Venezuela y algunos países de Europa.
Estado moderno
Pero Guzmán Blanco fue increíblemente efectivo para promover el progreso en Venezuela. Se dice que sus años de residencia en Francia lo deslumbraron, y se propuso traer, primero a Caracas y luego a otras ciudades del país, un poco de ese buen gusto.
Se le recuerda porque introdujo el Bolívar como moneda única y creó la Casa de la Moneda; urbanizó Caracas; inauguró el ferrocarril Caracas – La Guaira; instaló la Academia Venezolana de la Lengua; introdujo el servicio telefónico; extendió las líneas telegráficas; construyó el Palacio Federal Legislativo, el Teatro Municipal de Caracas y el Panteón Nacional; aprobó el Decreto de Instrucción Pública y Obligatoria que reorganizó el sistema educativo; y creó el Registro Civil.
También ordenó construir numerosos acueductos y hospitales, creó el sistema de cloacas y alcantarillas; e introdujo la luz eléctrica.
Bajo su mandato se hizo el Primer Censo Nacional; se creó la Dirección Nacional de Estadística; y se fundó la Compañía de Crédito de Caracas, que sentó las bases del sistema bancario y financiero nacional. También reorganizó todo el sistema de impuestos y el fisco nacional.
Para la época, nuestra economía era agrícola y la potenció construyendo los ferrocarriles que atravesaron el país, lo cual optimizó el transporte de los productos agrícolas y las exportaciones.
En materia internacional, Guzmán Blanco se enfrentó de tú a tú con las potencias extranjeras, pues su idea era impulsar a Venezuela como un país de peso específico en la comunidad internacional. Y su irreverencia fue tal, que desafió a Inglaterra por la usurpación de la Guayana Esequiba y de Trinidad.
No obstante, siempre surge el debate entre si se voltea la mirada e ignora el talante autocrático y los hechos de corrupción cometidos por Guzmán Blanco, para darle mayor peso al aporte que hizo para convertir a Venezuela en un Estado Moderno.
El problema es que la corrupción permea todos los estratos, atenta contra la gobernabilidad y hace que el ciudadano pierda la confianza en sus instituciones; pero además genera daños irreversibles a la nación, pero sobre todo, a la moral pública.
@griseldareyesq
www.griseldareyes.com
griseldareyes@gmail.com
Se le recuerda porque introdujo el Bolívar como moneda única y creó la Casa de la Moneda; urbanizó Caracas; inauguró el ferrocarril Caracas – La Guaira; instaló la Academia Venezolana de la Lengua; introdujo el servicio telefónico; extendió las líneas telegráficas; construyó el Palacio Federal Legislativo, el Teatro Municipal de Caracas y el Panteón Nacional; aprobó el Decreto de Instrucción Pública y Obligatoria que reorganizó el sistema educativo; y creó el Registro Civil.
También ordenó construir numerosos acueductos y hospitales, creó el sistema de cloacas y alcantarillas; e introdujo la luz eléctrica.
Bajo su mandato se hizo el Primer Censo Nacional; se creó la Dirección Nacional de Estadística; y se fundó la Compañía de Crédito de Caracas, que sentó las bases del sistema bancario y financiero nacional. También reorganizó todo el sistema de impuestos y el fisco nacional.
Para la época, nuestra economía era agrícola y la potenció construyendo los ferrocarriles que atravesaron el país, lo cual optimizó el transporte de los productos agrícolas y las exportaciones.
En materia internacional, Guzmán Blanco se enfrentó de tú a tú con las potencias extranjeras, pues su idea era impulsar a Venezuela como un país de peso específico en la comunidad internacional. Y su irreverencia fue tal, que desafió a Inglaterra por la usurpación de la Guayana Esequiba y de Trinidad.
No obstante, siempre surge el debate entre si se voltea la mirada e ignora el talante autocrático y los hechos de corrupción cometidos por Guzmán Blanco, para darle mayor peso al aporte que hizo para convertir a Venezuela en un Estado Moderno.
El problema es que la corrupción permea todos los estratos, atenta contra la gobernabilidad y hace que el ciudadano pierda la confianza en sus instituciones; pero además genera daños irreversibles a la nación, pero sobre todo, a la moral pública.
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