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Creando realidades

NELSON TOTESAUT RANGEL. Podría decirse que la política consiste en darle a las cosas un nombre que no le corresponde, y después soñar sobre el resultado

  • NELSON TOTESAUT RANGEL

09/07/2018 05:00 am

“La civilización consiste en dar a una cosa un nombre que no le corresponde, y después soñar sobre el resultado”. De esta forma, Fernando Pessoa, define nuestro enlace social, la constitución del progreso de la humanidad. Para él, la civilización, es una etiqueta que constituimos nosotros, y termina resultando una interpretación errada de lo que debería ser. Al igual que esto, la política -y, para nuestros fines, la venezolana- se ajusta al concepto pessoano. Podría decirse que la política consiste en darle a las cosas un nombre que no le corresponde, y después soñar sobre el resultado. Quizá esto sea una inspiración ya dicha por Groucho Marx: “La Política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Como fuera, la idea está expuesta. 

El gobierno venezolano tiene años hablando de guerras. Indudablemente su visión realista de las relaciones internacionales lo han llevado a sesgarse por la perpetua confrontación entre Estados. Hoy, la diplomacia va mucho más allá de esto. La misma es la primera línea de defensa de un país. Y, tal y como sabemos, resulta un deslegitimador de la guerra y del uso general de la violencia para concentrar fines precisos. No obstante, repite una mentira muchas veces para que se haga verdad. O, en el mejor de los casos, repite mucho la mentira para desear que se vuelva realidad. Nuevamente, en términos pessoanos, en vez de dejar que el concepto se adapte al problema, busca que el problema se adapte al concepto. Al menos, esto es lo que solemos hacer cuando le damos nombres equivocados a los problemas, soñando sobre el resultado. 

Este mecanismo inverso es muy común en nuestra política. Por un lado, empezamos pregonando una “guerra económica”, enfrentado a unos sectores que nada incidían en el pobre desempeño de la economía venezolana. Por el otro, no abandonamos el discurso de enfrentamiento con el norte. Además, le hemos ido añadiendo más antagonistas, aislándonos en nuestra prosa independentista y autonomista, cada vez más. Ahora, estos conceptos que establecieron no correspondían a una realidad al momento de su implementación. La economía venezolana sufría por una caída vertiginosa de los precios del barril del petróleo, sumado a unas pésimas políticas económicas de ahorro e inversión, además del incremento de un aparataje estatal que burocratizaba todo el proceso. Hasta aquí, ninguna culpa tenía ni empresarios ni enemigos foráneos. 

No obstante, la llegada de Trump como inquilino de la Casa Blanca agudizó la situación. Ahora sí que se estaba hablando de una confrontación económica exterior con el país. Si bien es erradísimo hablar de un “bloqueo”, las sanciones que se le imponen a la empresa estatal Pdvsa colabora con el empeoramiento de la situación. Este es, quizá, el primer ejemplo pessoano. Dar a una cosa un nombre que no le corresponde, y después soñar sobre el resultado. Se le dio nombre de “guerra económica” cuando no la había, soñando en que se materializara una confrontación financiera para darle valor a una justificación discursiva que resultaba un tanto ridícula. 

Luego está algo más grave, la agresión armada. Este segundo aspecto también coqueteaba en el discurso chavista desde siempre. Se fundamentaba en la idea de soberanía e independencia. Como también en el pasado oscuro intervencionista de EEUU, durante la guerra fría, en el sur del continente Latinoamericano. No obstante, con un Trump, todo dejó de ser pura retórica. No solo se ventilaron amenazas en donde el mandatario decía que no descartaba la acción militar en suelo venezolano, sino que también AP filtró una conversación que se tuvo en agosto pasado en el Despacho Oval, en donde el Presidente consultaba a sus asesores la posibilidad de invadir al país. 

Estos son ejemplos de cómo la política suele dar lecturas equivocadas. Además, también nos demuestra cómo la realidad se puede terminar adaptando al concepto errado. Porque, al fin y al cabo, como diría Pessoa, “el objeto se hace realmente otro porque lo hicimos nosotros”. 

@NelsonTRangel 

www.netrangel.com 

nelsontrangel@gmail.com
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