No todo mal es malo
Muchas son las neuronas gastadas para hacer (lo que se cree) un adecuado concepto del MAL o el BIEN como principios, las más de las veces asociándolas a valores como la religión o la simple convivencia
El juego con palabras deja un amplio margen para la interpretación; según nuestro gentilicio y las extensas áreas geográficas donde entendemos y nos hacemos entender en español, no existen las malas expresiones, dado que ello dependen de enfoque del receptor –por ello la palabra“cantinflear” es un reconocimiento de la RAE al gentilicio latino-. La filosofía es la madre de todas las ciencias, además compromete el alma de los pueblos en la búsqueda permanente de sus propios destinos, sin menoscabo de tropiezos o repetitivos ensayos que siempre terminan en error.
Referirse al MAL como un componente de la vida en todas sus manifestaciones, ha ocupado el tiempo de pensadores antiquísimos como Platón o novísimos como Kant o Galeano. Sin embargo, cual fuere la óptica con la que se mire, siempre se concluirá que su uso está circunscrito como adjetivo o como sustantivo. En el primero de los casos, permite la calificación de acciones, procesos,fundamentos y hasta conductas según el criterio de quien haga la interpretación; ya como sustantivo, se convierte en el antónimo de otra palabra etérea e indeterminada como es el BIEN.
Muchas son las neuronas gastadas para hacer (lo que se cree) un adecuado concepto del MAL o el BIEN como principios, las más de las veces asociándolas a valores como la religión o la simple convivencia; podríamos comenzar por el más destacado interprete de tal posición en la antigüedad como fue Epicuro: Para este filósofo el MAL invade y compromete todos los ámbitos de la realidad y de la existencia, demostrando de manera evidente la ausencia absoluta de providencia por parte de los Dioses, en tal sentido “Dios, o bien quiere impedir los males y no puede, o puede y no quiere, o ni quiere ni puede, o quiere y puede. Si quiere y no puede es impotente, lo cual es imposible en Dios. Si puede y no quiere, es envidioso, lo que, del mismo modo, es contrario a Dios. Si ni quiere ni puede, es envidioso e impotente; por tanto, ni siquiera es Dios. Si puede y quiere, que es lo único que conviene a Dios, ¿de dónde proviene entonces la existencia de los males y por qué no los impide?”
Adjetivar el MAL como forma de vida o convivencia, traslada a la esencia de cada individuo y su relación consigo mismo y con respecto a su entorno. Por tanto, lo que para algunos es incorrecto o detestable, para otros es una forma de subsistencia y es parte de su ADN moral, en un mundo de moralidad abstracta. Los valores y antivalores son caras de la misma moneda, donde juega un papel preponderante la conveniencia, por ello encontramos sociedades divididas a partes iguales, donde cada fragmento defiende una postura a ultranza en contraposición a la otra mitad. Temas como la corrupción, la inclinación homicida, perversiones y otras “chucherías” cotidianas tienen jurados defensores en todos los niveles sociales, políticos y económicos; he allí que no sorprende las alianzas para destruir naciones en nombre “de la libertad” o el rescate del “buen vivir”.
Cuando las conductas indecorosas se hacen “normales”, sus detractores se convierten en“intolerantes”, desarraigados e incomprensivos seres de que “el mundo ha evolucionado”. La carnicería rusa contra civiles UCRANIANOS, no hacen menos trágica la suerte del pueblo sirio, palestino, nigeriano o nicaragüense; no obstante, para muchos el MAL es un proceso que conduce a un BIEN imaginario en las élites de la cofradías “ideológicas”. Otro aspecto resaltante, más cercano a nuestro terruño se aprecia en la arena política criolla; la tendencia a la necrofilia y el carroñerismo político, periódicamente hace efervescencia; es común la práctica de aspirantes a ejercer cargos de poder (para asumir o para permanecer), escarbar en las tumbas para extraer cadáveres, echárselos a los hombros y con ellos imitar acciones del muerto como si por simple simbiosis pueda recoger los afectos que puedan existir en la población sobre el personaje. Aquel a quien antes abominaban, no se juntaban con él en la misma acera, ahora “una vez difunto” se convierte en un amuleto de buena suerte y un prototipo de trofeo para exhibirlo sin pudor.
Los vecinos no escapan a esa extraña convicción de que no todo el MAL del pasado resulta verdaderamente MALO, Colombia y Brasil por mayoría de sus ciudadanos y en pleno derecho,vuelven sobre sus pasos; el primero apuestan por mejor calidad de vida de mano de antiguos mensajeros de la muerte, y el segundo pregonan la honestidad y pulcritud rescatando de la celda a quien hasta hace poco la mayoría consideraba deshonesto.
Pedroarcila13@gmail.com
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