Bosques esquilmados y crisis climática
Latinoamérica ha sido objeto de un desbroce voraz a causa de la minería ilegal y seudoproyectos que podrían generar fenómenos extremos, tales como: megaegasequías y desbordes con riadas en áreas rurales y suburbanas, según la OMM
La deforestación merma la fuerza de evapotranspiración porque los bosques actúan como balance del ciclo de agua para minorar los riesgos por desbordes, pues la metodología ha demostrado que la conservación idónea de los bosques nativos, así como la restauración de ecosistemas forestales dañados y degradados podrían ser un baluarte ante los efectos de la crisis climática que nos agobia. Pues, estos asumen un rol crucial en el control de la temperie y el ciclo del agua. Es decir, el proceso mediante el cual se manifiesta esta bajo distintas formas de lluvia desde la atmósfera, en donde los bosques y la vegetación en general reciclan dichas precipitaciones y vuelven a la estratósfera tras culminar su ciclo.
La crisis climática, quizá secuela de expoliación en la Amazonía y la Orinoquía, así como de la ignición de combustibles fósiles; principalmente carbón, por actividades antrópicas, han excedido el equilibrio del ciclo de agua y las cualidades de los recursos hídricos a escala mundial.
Por otra parte, la insolación es fuente de vida. Y, en relación con el ciclo hidrológico, esta juega un papel medular al aumentar el temple medioambiental terreno que genera la energía esencial para la vaporación del agua.
Latinoamérica ha sido objeto de un desbroce voraz a causa de la minería ilegal y seudoproyectos que podrían generar fenómenos extremos, tales como: megaegasequías y desbordes con riadas en áreas rurales y suburbanas, según la OMM.
Viene a colación los derrubios más recientes en los Andes, valle del Mocotíes y valles de Aragua (Las Tejerías, mcpio Ricaurte y Girardot, estado Aragua) por donde quizá a causa de esquilmaciones crónicas de sobrevivencia o por alguna explotación minera solapada hubo daños medioambientales a falta de politicas de control y monitoreo –Análisis de riesgos previstos en el artículo 15 de la Ley de Aguas, 2007 –falta de una red de estaciones meteorológicas-.
Asimismo, debería impedirse la edificación desmedida de inmuebles cercanos a quebradas secas o de cauces ínfimos puesto que en alguna contingencia las aguas exigirán, raudamente, su curso natural, así como la construcción sobre suelos frágiles del Distrito Capital.
En Venezuela, según Global Forest Watch, se ha detectado el avance o aceleración de una pérdida de bosque natural -desertificación- durante el lustro 2018-2022, análoga al triple del área del Distrito Capital impulsada, a prori, por la crisis humanitaria que nos flagela.
Isaimar@gmail.com
La crisis climática, quizá secuela de expoliación en la Amazonía y la Orinoquía, así como de la ignición de combustibles fósiles; principalmente carbón, por actividades antrópicas, han excedido el equilibrio del ciclo de agua y las cualidades de los recursos hídricos a escala mundial.
Por otra parte, la insolación es fuente de vida. Y, en relación con el ciclo hidrológico, esta juega un papel medular al aumentar el temple medioambiental terreno que genera la energía esencial para la vaporación del agua.
Latinoamérica ha sido objeto de un desbroce voraz a causa de la minería ilegal y seudoproyectos que podrían generar fenómenos extremos, tales como: megaegasequías y desbordes con riadas en áreas rurales y suburbanas, según la OMM.
Viene a colación los derrubios más recientes en los Andes, valle del Mocotíes y valles de Aragua (Las Tejerías, mcpio Ricaurte y Girardot, estado Aragua) por donde quizá a causa de esquilmaciones crónicas de sobrevivencia o por alguna explotación minera solapada hubo daños medioambientales a falta de politicas de control y monitoreo –Análisis de riesgos previstos en el artículo 15 de la Ley de Aguas, 2007 –falta de una red de estaciones meteorológicas-.
Asimismo, debería impedirse la edificación desmedida de inmuebles cercanos a quebradas secas o de cauces ínfimos puesto que en alguna contingencia las aguas exigirán, raudamente, su curso natural, así como la construcción sobre suelos frágiles del Distrito Capital.
En Venezuela, según Global Forest Watch, se ha detectado el avance o aceleración de una pérdida de bosque natural -desertificación- durante el lustro 2018-2022, análoga al triple del área del Distrito Capital impulsada, a prori, por la crisis humanitaria que nos flagela.
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