El desvarío del mundo
TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ. Los desplazamientos han llevado a la xenofobia y el racismo. Estamos ante un intolerante brote de derecha y ante un insoportable irraciocinio de la izquierda
Son dos las características de la crisis mundial: la escasez de agua y las migraciones masivas. En este momento 43 países sufren la escasez de agua, alrededor de 700 millones de personas, pero entre el cambio climático y el crecimiento de la población en un quinquenio la cifra superará los tres mil millones. Los desplazados (por violación de los derechos humanos) pasan de treinta millones.
A finales del siglo pasado la afirmación de que las guerras del siglo XXI serían por el agua tomó notoriedad. Las habrá, pero serán localizadas. Los conflictos internos producen el desplazamiento de grandes masas de población. Es altamente improbable que la situación se “resuelva” a la manera del siglo XX, con dos mortíferas guerras. La contaminación es un enemigo, tanto de ríos y acuíferos subterráneos, como el del mar con el plástico. Apenas ahora se asoman iniciativas para controlarlo. Por lo demás, la agricultura consume el 70% del agua potable.
Deben tomarse medidas para evitar los efectos de las hostilidades cumpliendo con los principios de distinción y proporcionalidad. Hay que obligar a que se abstengan de utilizar los desplazamientos forzados como arma de guerra. La primera convención internacional sobre las personas desplazadas internas que fue legalmente vinculante –la Convención de la Unión Africana para la protección y asistencia a los desplazados internos–, exige las medidas preventivas necesarias para proteger a la gente de los desplazamientos.
Hay, sin embargo, serios efectos políticos. Los desplazamientos han llevado a la xenofobia y el racismo. Estamos ante un intolerante brote de derecha y ante un insoportable irraciocinio de la izquierda. Si profundizamos aún más lo que encontramos es la paralela crisis de la democracia ahora acentuada por la intervención tecnológica manipuladora.
La patente crisis de la democracia es el deplorable envoltorio de este desvarío del mundo. Una ahora más diluida que nunca por la ausencia de ideas y las manipulaciones tecnológicas. Cuando desarrollaba mi tesis de una democracia del siglo XXI me encontré la patética conclusión de que mientras más se profundizaba en la democracia, más se encontraba la dictadura. Todo apunta a la preeminencia de los autoritarismos.
teodulolopezm@outlook.com
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