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No permitamos que el pasado nos atrape

Lo que los ciudadanos observamos a diario es el mismo pleito inútil entre líderes políticos, sean del gobierno o de la oposición, que no se entienden o no quieren entenderse. Metidos en ese ring de boxeo no pueden progresar

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

03/10/2022 05:04 am

En el mes de abril del año 2016, publicamos en estas páginas de El Universal unas reflexiones sobre cómo el pasado nos atrapa casi sin darnos cuenta. Comenzamos llamando la atención sobre un discurso que el entonces presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Barack Obama, pronunció en el Gran Teatro Alicia Alonso de La Habana el 22 de marzo de ese año. En la mitad su alocución, Obama soltó esta frase que tiene mucho significado: “conozco la historia, pero me niego a verme atrapado por ella”. También afirmó que habían “quitado la sombra de la historia” de la relación entre los dos países.

Independientemente de que si la afirmación era pertinente o no, si consiguió los resultados que se esperaban, o si fue una simple pieza bonita de oratoria, la idea nos hizo repensar cuánto pesa el pasado en nuestras actitudes hacia el futuro. En política, y en cualquier aspecto de la vida de los hombres, pareciera que la única manera de avanzar es no dejándose atrapar por la historia, por el pasado. Aún reconociendo su importancia y venerando los episodios más importantes de nuestras tradiciones, hay que saber superar el ayer para llegar a nuevas situaciones hoy, y así poder fundar un mejor mañana. Allí radica la verdadera grandeza de los líderes.

Lo que pasa es que hay que tener coraje para despojarse del pasado, y continuar venerando sus aspectos más sobresalientes. Para ello, sobre todo en política, hay que asumir el entendimiento con personas que piensan totalmente diferente a nosotros, como una vía segura para superar las dificultades. Sin esa voluntad es muy difícil progresar. El filósofo francés Alain afirmaba que “hacer y no soportar, es el verdadero fondo de lo agradable”. Eso es lo que deben hacer líderes políticos: Hacer y no soportar. Hay que tener valentía para asumir el diálogo como una fórmula de comprensión, no como una tarea obligatoria y fastidiosa que tenemos que hacer porque nos lo piden.

Entonces, ¿qué es lo que pasa en Venezuela con el liderazgo político? ¿Están atrapados por el pasado? Visto de una forma que no tiene nada que ver con la edad, o con las oportunidades, o con cualquier declaración descalificatoria que se hagan entre los contrincantes. Los que presumen de ser el futuro, porque nunca han sido candidatos, pareciera con sus ofensas que no tienen el coraje suficiente como para aceptar dialogar con quienes no le caen bien. Precisamente, con esos que ellos llaman mujeres y hombres caducos. Menospreciar a los que han intentado hacer su trabajo político, etiquetándolos como pasado, no dice sino que el calificador forma parte de ese pasado que tanto critica. Ese etiquetador, o etiquetadora, sí está atrapado por la historia. El hecho de no haber sido candidato nunca, no significa para nada que uno representa el futuro. Igualmente, haber sido candidato antes, no coloca a priori a nadie en el pasado.

Futuro o pasado se debería definir por las propuestas de cada uno. Por su visión sobre las soluciones que pueden implementarse, para solucionar los problemas de los ciudadanos. Las personas inteligentes deben hablar sobre ideas, no sobre otras personas. Descalificar es el recurso más básico y sencillo en la confrontación política, resultando irremediablemente tentador. Sin embargo, descalificar, insultar, arengar o gritar, no hace que ningún país funcione mejor y demuestra una gran falta de imaginación para proponer soluciones.

Lo que los ciudadanos observamos a diario es el mismo pleito inútil entre líderes políticos, sean del gobierno o de la oposición, que no se entienden o no quieren entenderse. Metidos en ese ring de boxeo no pueden progresar. Parecen presos en el cuadrilátero de sus propios egos, y de sus antipatías personales, irremediablemente atrapados entre las cuerdas que ellos mismos tejieron y no quieren desatar. Esa es una situación que sólo sirve para dañar. Venezuela entera sufre por sus mezquindades.

¿Han perdido los políticos venezolanos su capacidad de entenderse con el adversario? Es difícil de creer, pero pareciera que se empeñan en demostrarlo. Con honrosas excepciones, no observamos intenciones del diálogo verdadero y sincero. No se notan las capacidades de persuasión, de compromiso, ni de negociación en la cómoda mayoría de líderes que viven de los pleitos. Todos sus debates se reducen a descalificar al oponente, no a confrontar ideas ni mucho menos a persuadir para lograr consensos.

El pensador francés André Maurois, en sus cartas abiertas a la juventud de hoy, anotaba que “El arte de persuadir les falta precisamente a aquellos que lo necesitan”. ¿Será que a nuestros líderes se les acabó ese arte, precisamente cuando más lo necesitaban? No permitamos que eso suceda. Defendamos nuestros principios y valores, nuestras convicciones, ideas, y nuestras creencias. Eso siempre es necesario. Honremos el pasado tanto como haya que honrarlo, sobre todo en los aspectos más positivos y enriquecedores. Pero haciéndolo, no permitamos que ese pasado nos atrape y nos convierta en unos presos de la historia.

alvaromont@gmail.com

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