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Naciones Unidas y el futuro de la diplomacia

Recuperar una agenda global centrada en el desarrollo sostenible y los derechos humanos debe ser el futuro de la diplomacia

  • DYLAN J. PEREIRA

24/09/2022 05:01 am

“La Asamblea General es el órgano principal de las Naciones Unidas de deliberación, adopción de políticas y representación. Está integrada por los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas y constituye un foro singular para las deliberaciones multilaterales sobre toda la gama de cuestiones internacionales que abarca la Carta de las Naciones Unidas.” Así define Naciones Unidas su Asamblea General, que a nuestro criterio sigue siendo la Asamblea del Mundo, crisol de la diplomacia habilidosa, con una estructura firme y permanente.

Esta semana Nueva York se ha convertido nuevamente en el epicentro global de la diplomacia y las relaciones internacionales; los líderes mundiales se han dado cita para abordar los grandes desafíos mundiales, con un mundo convulso marcado por la guerra y la incertidumbre como telón de fondo. La agenda ha estado copada por la Guerra en Ucrania, la crisis inflacionaria y financiera global, la crisis alimentaria, el cambio climático, y la preocupación mundial por la escalada de tensiones en el ámbito nuclear, tras las alarmantes declaraciones del presidente Putin, que se suman a una serie de situaciones no resueltas en el campo atómico como lo es el Acuerdo Nuclear Iraní o el programa nuclear de Corea del Norte.

Al respecto Guterres sentenció “Esto es totalmente inaceptable. Todos los Estados con armas nucleares deberían volver a comprometerse a no utilizarlas y a eliminarlas totalmente”. En efecto siempre valdrá la pena recordar que una guerra nuclear nunca tendrá vencederos, supondría el fin de la humanidad.

Hoy el multilateralismo se encuentra malherido; la agresión e invasión militar de Rusia contra Ucrania atenta contra los principios fundacionales universales recogidos en la Carta de Naciones Unidas; el artículo 2 de la Carta reza “Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas.”

Sobre Ucrania, el presidente de Estados Unidos Joe Biden, aseguró que "Esta guerra trata de extinguir el derecho de Ucrania a existir como estado, simple y llanamente, y el derecho de Ucrania a existir como pueblo"

La solución pacífica de controversias consagrado en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas pactada en San Francisco en 1945 que es vinculante para los Estados Miembros de la ONU, es una petición global. Una mediación efectiva para alcanzar un cese al fuego y un eventual Acuerdo de Paz parece lejana; la situación en el terreno ha cambiado radicalmente en las últimas semanas. Kiev ha logrado una contraofensiva relativamente exitosa mientras Moscú moviliza reservas y anuncia “referéndums de autodeterminación” en la región del Donbass a imagen y semejanza de lo ocurrido con Crimea en 2014. Desde ya la Comunidad Internacional, especialmente Estados Unidos y la Unión Europea califica estas acciones como ilegitimas y carentes de validez, enmarcado en la defensa de la integridad territorial de la República de Ucrania.

El Secretario General, Antonio Guterres, ha alertado en la apertura del debate de la 77º Asamblea General que nuestro mundo “está en peligro y paralizado”, por las divisiones que impiden actuar ante “crisis que amenazan el futuro mismo de la humanidad y el destino de nuestro planeta”. Habla Guterres de un venidero “invierno de descontento a escala mundial” y una “disfunción global de proporciones colosales”.

Parece acertada está posición en un momento en que la consternación acapara las expectativas de la mayor parte de los ciudadanos del mundo; los europeos se enfrentan a un invierno de escasez de combustible y energía, que coloca la seguridad energética y la estabilidad del continente en jaque por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial; Las tensiones en el estrecho de Taiwán persisten y amenazan con una peligrosa escalada, que la tradicional ambigüedad diplomática occidental no parece tener capacidad de contener. Pese a los logros de la iniciativa de Granos del Mar Negro, fruto de la mediación de la ONU y de Ankara, el mercado de fertilizantes a nivel global sigue siendo altamente inestable; allí se ha solicitado una excepción a los paquetes de sanciones a países como Rusia y Bielorrusia.

La crisis climática ha quedado relegada a un segundo plano; sin embargo, tal como advirtió el titular de la ONU “la crisis climática es un paradigma de la injusticia moral y económica en la que los países del G20 generan el 80 % de todas las emisiones, pero los más pobres y vulnerables -que son quienes menos han contribuido a la crisis-, están soportando sus repercusiones más brutales.” Lo cierto es que el compromiso de 1,5ºC alcanzado en París en 2015 está en riesgo; es necesario ser más ambiciosos en la mitigación, la financiación del clima, la adaptación y las pérdidas y daños. Se estima necesaria una financiación para la adaptación en torno a los 40.000 millones de dólares anuales para 2025; la Comunidad Internacional no cumple con este tipo de compromisos mientras que el clima se destruye frente a nosotros, y sus consecuencias podrían ser irreversibles.

Recuperar una agenda global centrada en el desarrollo sostenible y los derechos humanos debe ser el futuro de la diplomacia.

Dylanjpereira01@gmail.com
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