Chistes de guerra
Joe Biden también ha tratado de ser chistoso, pese a que la gente suele reírse de él y no de sus bromas. Esto último debido a sus enredos constantes al momento de hablar
Los políticos han de tener cuidado con sus comentarios, sobre todo si de bromas se trata. Se les puede permitir, pero ha de ser un humor fino, delicado y sofisticado. El expresidente francés, François Hollande, sabía hacer uso de esto, y por ello se le conocía como “Monsieur chistoso”, nunca propasándose con el humor. Como contraposición tenemos al Duque de Edimburgo, quien en vida no tuvo muchos reparos.
De este último hay muchas anécdotas. En plena recesión (1981) cuestionaba el malestar general sobre el desempleo, ironizando el hecho de que la gente se quejaba por tener tiempo libre. Otra anécdota fue sobre su intención de conocer Rusia. Al momento fue desafortunada, pero en plena guerra con Ucrania probablemente hubiese sido mejor digerida: “me encantaría ir a Rusia, aunque esos bastardos asesinaron a la mitad de mi familia”. En fin, hay tantas anécdotas que se hizo un libro en 2012: Prince Philip: wise words and Golden gaffes, que recoge todas las ocurrencias del Príncipe.
Joe Biden también ha tratado de ser chistoso, pese a que la gente suele reírse de él y no de sus bromas. Esto último debido a sus enredos constantes al momento de hablar. Con Trump pasaba algo similar, siempre generaba gracia. Pero la gracia era por sus propias elocuencias, extrañas e incorrectas. Sin mencionar su baile, que se volvió un meme en la internet.
Pero la broma política del año vino de Boris Johnson, quien, en su intención por ser feminista, dijo que si Putin fuese una mujer no hubiese jamás invadido Ucrania. Y, para el analista Johnson, fue la testosterona de macho man -o, masculinidad tóxica- lo que motivó la guerra. Ni los problemas históricos, ni las fallas geográficas, tampoco los temas de seguridad y defensa. Fueron los cromosomas los culpables de tanta desgracia. A nadie le quedaban dudas de que Johnson fuese un feminista a capa y espada. Pero nos lo quiso confirmar una vez más.
Putin respondió, haciéndose de un evento histórico y de un personaje rudo, pese a ser mujer. Margaret Thatcher, no en vano conocida como la Dama de Hierro y su implacable respuesta ante la invasión de las Malvinas en 1982. Para Putin, fue Thatcher quien iniciara las hostilidades y no los argentinos que querían retomar el control.
Pero el contrapunteo Johnson-Putin no se detuvo aquí. Boris volvió a bromear sobre Putin poco después. Esto durante la cumbre del G7, diciendo que deberían -refiriéndose a los líderes reunidos- quitarse la camisa y enseñar los pectorales para intimidar. Esto, haciendo referencia a las fotos que se ha tomado Putin en caballo, sin camisa, y pescando, tratando de mostrar su masculinidad.
El chiste pareció calar de buena manera, todos riéndose y ampliándolo. Así lo hizo Trudeau e incluso Ursula von der Leyen. El primero sugiriendo montarse en un caballo a torso desnudo. No llegaron a esto, pero sí se tomaron fotos sin corbata, rompiendo un poco el protocolo y queriendo enviar un mensaje a través de las imágenes.
Putin respondió, sin eufemismos ni desvíos. Fue directo: “deben hacer ejercicio y dejar el alcohol (…) toda persona debería desarrollarse en armonía, tanto el alma como el cuerpo”. Quizá haciendo una referencia clara a Johnson quien, cuando contrajo el COVID-19 casi no logra superarlo. Pero también bromeó, pese a que sus chistes son difíciles de atajar puesto los hace con el mismo tono que las amenazas: “no sé si se quieren descubrir de la cintura para abajo o de la cintura para arriba, en cualquier caso sería asqueroso”.
Nota al pie: la música como ejemplo
En muchas oportunidades he tratado de resaltar la importancia de las buenas noticias. Es complejo, ya que la prensa se ha vuelto mucho más pesimista a lo largo de los años. No lo sostengo yo, sino los estudios en la materia y basta realmente con abrir cualquier portal para notar que nada bueno pasa en el mundo. O, al menos, nada bueno queremos contar.
En 2012 la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar decidió tocar en Raploch, un pobre pueblo en Escocia. El evento caló en la comunidad, que despertó el interés particular de los niños por la música. Hoy en día, diez años más tarde, es un caso de estudio de transformación social. Raploch es un pueblo musical, inspirado por el ejemplo venezolano que quiso darle un poco de color a los grises, y futuro a través de una disciplina de transformación, como lo es la música.
@NelsonTRangel
www.netrangel.com
nelsontrangel@gmail.com
De este último hay muchas anécdotas. En plena recesión (1981) cuestionaba el malestar general sobre el desempleo, ironizando el hecho de que la gente se quejaba por tener tiempo libre. Otra anécdota fue sobre su intención de conocer Rusia. Al momento fue desafortunada, pero en plena guerra con Ucrania probablemente hubiese sido mejor digerida: “me encantaría ir a Rusia, aunque esos bastardos asesinaron a la mitad de mi familia”. En fin, hay tantas anécdotas que se hizo un libro en 2012: Prince Philip: wise words and Golden gaffes, que recoge todas las ocurrencias del Príncipe.
Joe Biden también ha tratado de ser chistoso, pese a que la gente suele reírse de él y no de sus bromas. Esto último debido a sus enredos constantes al momento de hablar. Con Trump pasaba algo similar, siempre generaba gracia. Pero la gracia era por sus propias elocuencias, extrañas e incorrectas. Sin mencionar su baile, que se volvió un meme en la internet.
Pero la broma política del año vino de Boris Johnson, quien, en su intención por ser feminista, dijo que si Putin fuese una mujer no hubiese jamás invadido Ucrania. Y, para el analista Johnson, fue la testosterona de macho man -o, masculinidad tóxica- lo que motivó la guerra. Ni los problemas históricos, ni las fallas geográficas, tampoco los temas de seguridad y defensa. Fueron los cromosomas los culpables de tanta desgracia. A nadie le quedaban dudas de que Johnson fuese un feminista a capa y espada. Pero nos lo quiso confirmar una vez más.
Putin respondió, haciéndose de un evento histórico y de un personaje rudo, pese a ser mujer. Margaret Thatcher, no en vano conocida como la Dama de Hierro y su implacable respuesta ante la invasión de las Malvinas en 1982. Para Putin, fue Thatcher quien iniciara las hostilidades y no los argentinos que querían retomar el control.
Pero el contrapunteo Johnson-Putin no se detuvo aquí. Boris volvió a bromear sobre Putin poco después. Esto durante la cumbre del G7, diciendo que deberían -refiriéndose a los líderes reunidos- quitarse la camisa y enseñar los pectorales para intimidar. Esto, haciendo referencia a las fotos que se ha tomado Putin en caballo, sin camisa, y pescando, tratando de mostrar su masculinidad.
El chiste pareció calar de buena manera, todos riéndose y ampliándolo. Así lo hizo Trudeau e incluso Ursula von der Leyen. El primero sugiriendo montarse en un caballo a torso desnudo. No llegaron a esto, pero sí se tomaron fotos sin corbata, rompiendo un poco el protocolo y queriendo enviar un mensaje a través de las imágenes.
Putin respondió, sin eufemismos ni desvíos. Fue directo: “deben hacer ejercicio y dejar el alcohol (…) toda persona debería desarrollarse en armonía, tanto el alma como el cuerpo”. Quizá haciendo una referencia clara a Johnson quien, cuando contrajo el COVID-19 casi no logra superarlo. Pero también bromeó, pese a que sus chistes son difíciles de atajar puesto los hace con el mismo tono que las amenazas: “no sé si se quieren descubrir de la cintura para abajo o de la cintura para arriba, en cualquier caso sería asqueroso”.
Nota al pie: la música como ejemplo
En muchas oportunidades he tratado de resaltar la importancia de las buenas noticias. Es complejo, ya que la prensa se ha vuelto mucho más pesimista a lo largo de los años. No lo sostengo yo, sino los estudios en la materia y basta realmente con abrir cualquier portal para notar que nada bueno pasa en el mundo. O, al menos, nada bueno queremos contar.
En 2012 la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar decidió tocar en Raploch, un pobre pueblo en Escocia. El evento caló en la comunidad, que despertó el interés particular de los niños por la música. Hoy en día, diez años más tarde, es un caso de estudio de transformación social. Raploch es un pueblo musical, inspirado por el ejemplo venezolano que quiso darle un poco de color a los grises, y futuro a través de una disciplina de transformación, como lo es la música.
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