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Gorbachov: Un cambio de era

Las elecciones del 4 de junio de 1989 en Polonia, la Caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, donde Gorbachov evitó un baño de sangre, fueron los primeros pasos en la transición democrática de Polonia, y gran parte del Bloque del Este

  • DYLAN J. PEREIRA

03/09/2022 05:00 am

El imperio ruso, a pesar de ser uno de los Imperios más grandes de la historia por su extensión territorial, desde el Mar Báltico al Mar Negro, de Alaska a los Urales, con dominios territoriales que no tenían parangón, estuvo marcado en la era pre-revolucionaria por la convivencia permanente de una sociedad con rasgos feudales, en pleno siglo XX, con una industria con relativos avances y algunas proyecciones de desarrollo capitalista.

Así pues, existía una especie de convivencia interna de dos “subnaciones” una representada por el auge del capitalismo en Rusia, acompañada por parte de la nobleza, el clero y una incipiente burguesía propietarios de las tierras y de los capitales que imitaba a Europa, y cuyo motor de desarrollo fueron los capitales extranjeros a los que Rusia daba paso, conjuntamente a la explotación de los recursos que la Segunda Revolución Industrial demandaba tales como el petróleo, el carbón, el acero, entre otras; y por otra parte una gran masa de la población sumida en la miseria, sin ningún tipo de representatividad en el accionar político, cuya economía giraba en torno a la agricultura.

Partidos clandestinos como los Mencheviques, absolutamente ortodoxos en el seguimiento de los planteamientos marxistas, y en particular los Bolcheviques, con posturas más “moldeadas” liderados por Vladímir Ilich Lenin atajarían este descontento en aras de las Revolución proletaria.

Es importante destacar la trascendencia en la Revolución Rusa de 1917 de las élites intelectuales rusas. En ¿Qué hacer? Lenin desarrolla un amplio plan de organización del partido marxista revolucionario de combate, capaz de resolver las tareas planteadas ante la clase obrera de Rusia. En este sentido la Revolución de 1917 significó un nuevo paradigma para todo el mundo socialista, inspirando procesos revolucionarios similares en países como Italia (con sus propias características de atraso), abriendo también en los teóricos políticos la posibilidad de estructurar una nueva forma de gobierno.

Pocos años después del triunfo de la Revolución rusa, nace Mijaíl Serguéievich Gorbachov, el 2 de marzo de 1931 en Privólnoye, un pueblo agrícola de la región de Stávropol, en el Cáucaso, inmerso en la lógica agrícola comunitaria stalinista que marcó para siempre la vida y obra de Gorbachov, quien luego se convertiría en un prominente jurista de la Universidad Estatal de Moscú, siendo el ascenso al politburó de este joven tecnócrata, el más rápido desde Stalin.

Gorbachov se desmarcó de la ceguera del fanatismo político lo que le permitió percibir el estancamiento económico y la corrupción del país durante los años de Brézhnev; la inviabilidad del Consejo de Ayuda Mutua Económica formada en torno a la URSS por diversos países comunistas cuyos objetivos eran el fomento de las relaciones comerciales entre los estados miembros, basado en un esquema unitaria y especializado de producción de sus miembros; la inviabilidad de la permanencia en Afganistán, pero también la debilidad del régimen soviético en cuanto sistema burocrático hipertrofiado que no canalizaba las demandas de sus ciudadanos.

Las elecciones del 4 de junio de 1989 en Polonia, la Caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, donde Gorbachov evitó un baño de sangre, fueron los primeros pasos en la transición democrática de Polonia, y gran parte del Bloque del Este, impulsando una suerte de “ola democratizadora” a imagen de Samuel Huntington, aunados a cambios significativos de las condiciones geopolíticas de todo el bloque comunista, motivados por los procesos de perestroika y glasnost introducidos por Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética, dejando a un lado la doctrina de Brezhnev. La apertura de Gorbachov promovió dentro del régimen comunista una “liberación” sistemática que desembocaría en la necesidad irreversible de apertura democrática pluralista.

En su discurso del 25 de diciembre de 1991, Gorbachov comprendió que “El destino quiso que cuando me vi al frente del Estado fuera ya patente que nuestro país no marchaba bien. (…) La causa estaba clara: la sociedad se ahogaba en las garras de un sistema autoritario burocratizado. Condenada a servir a la ideología y a soportar el terrible peso de la carrera armamentista, había llegado al límite de lo soportable. Todos los intentos de reformas parciales y hubo muchos, habían fracasado uno tras otro. El país perdía la perspectiva. Así no se podía vivir. Había que cambiarlo todo radicalmente.”

Hoy cuando el mundo despide al premio Nobel de la Paz de 1990, defensor de la desnuclearización del mundo, a quien el Secretario General de Naciones Unidas considera “un estadista único que cambió el curso de la historia”, la polémica en torno a su figura, cargada de luces y sombras se aviva, y nos plantea fuertes dudas sobre la supervivencia de su legado en un momento de la historia donde el Kremlim se aleja de estos principios cosmopolitas y se embarca en un rumbo incierto de confrontación y polarización, alejándose radicalmente de las palabras que Gorbachov pronunciara ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 7 de diciembre de /988, en la que exclamó: “Hoy es poco probable que se conserven ciertas sociedades "cerradas". En vista de ello, es necesario reconsiderar resueltamente criterios sobre todo el conjunto de problemas de la cooperación internacional, que es importantísimo elemento de la seguridad global.”

Dylanjpereira01@gmail.com

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