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Lecciones de la Gran Colombia

Lo cierto es que las necesidades que configuraron la Gran Colombia no perduraron, y la transitoriedad de esta república ya se hizo evidente antes de la muerte de Bolívar ocurrida en diciembre de 1830

  • DYLAN J. PEREIRA

13/08/2022 05:01 am

Comenzamos esta reflexión partiendo de la premisa del profesor John Lynch, (s.f.) “El mundo hispánico se caracterizaba por la rivalidad y no por la integración” (Lynch, s.f. p.14). Sin embargo, es importante ahondar en otras perspectivas, como la Bushenell (s.f.) sobre proyectos importantes integracionistas de Hispanoamérica como lo fue la Gran Colombia: “La creación de lo que los historiadores llaman la Gran Colombia —pero que en su día simplemente se llamó Colombia— fue otra consecuencia de la victoria de Boyacá. La unión de todos los territorios del virreinato de Nueva Granada en una sola nación fue proclamada por el congreso de Angostura, el 17 de diciembre de 1819; esta decisión se avenía no sólo con los deseos expresos de Bolívar, sino con la situación existente: con unas fuerzas militares provenientes de Venezuela y Nueva Granada sin distinción, Bolívar iba de una a la otra, forjando una unidad militar que sólo necesitaba recibir forma y legitimidad políticas.” (p.111)

Había pues un trasfondo político, militar y económico que justificaba unir fuerzas desde nacientes naciones ante la comunidad internacional y los mercados internacionales; sin embargo, el proyecto integracionista de la Gran Colombia no fue ni homogéneo, ni estable, ni duradero en todo el Cono Sur; países como Chile y Argentina estaban pendientes de sus propios asuntos y no tenían demasiado interés en los asuntos de la Gran Colombia. Claro está algunos sectores internos de la recién conformada unión de repúblicas no estaba de acuerdo con todas las políticas del gobierno, en gran parte de forma y contenido liberal, y también existían latentes conflictos regionales entre Venezuela, Nueva Granada y Ecuador. El prestigio de Bolívar sirvió como una suerte de pegamento.

Sin embargo, era mucho más importante resolver el rápido deterioro de la situación política interna en Colombia. Venezuela, bajo José Antonio Páez, estaba en rebelión abierta, alentando el descontento de Ecuador frente a la administración de Santander. Bolívar no excluyó la posibilidad de que la crisis fuera la mejor oportunidad para imponer su nuevo sistema político, pero en realidad resultó ser el principio del fin de la propia Gran Colombia. La idea de Bolívar de crear una Confederación Andina pronto se abandonó por falta de apoyo, y lo mismo sucedió, después de sus esfuerzos, con su intento de fomentar la formación de una liga o alianza de todos los nuevos estados hispanoamericanos.

Hoy día, con las experiencias exitosas de integración regional como la Unión Europea, tarea aún pendiente para América Latina, aunque la UE no esté exenta de crisis, podemos identificar algunos factores estructurales y sistémicos que impedían la efectiva integración de hispanoamérica; primero las profundas pugnas internas dentro de las distintas Repúblicas; en Venezuela liberales y conservadores se imbuían en un profundo conflicto, y en las demás naciones, con perfiles idiosincráticos muy marcados se convirtió junto a la ausencia de mecanismos de interlocución entre Bogotá y las demás provincias en un caldo de cultivo idóneo para el enfrentamiento interno fratricida dentro de la Gran Colombia. Así mismo, la ausencia de vías de comunicación terrestre y marítima al interno de Colombia, generó un escenario similar a la desconexión en la era colonial entre España y las conquistas; la Gran Colombia carecía además de mecanismos institucionales de resolución de conflictos, y estuvo empapada por un fuerte personalismo, sumada a la variable creciente del caudillismo.

Lo cierto es que las necesidades que configuraron la Gran Colombia no perduraron, y la transitoriedad de esta república ya se hizo evidente antes de la muerte de Bolívar ocurrida en diciembre de 1830.

De hecho una verdadera unión e integración en la región, en lo económico, en lo social, en lo político, en lo diplomático, es una tarea pendiente; persisten la deficiencia de conexiones aéreas, marítimas, terrestres y fluviales, constantes y estables entre nuestros países; persiste la ausencia de voluntad política y sincera sin ideologías políticas de los procesos de integración de la región; siempre se ha cometido el error, en la mayor parte de los casos de usar la camaradería política circunstancial como vector de la integración y no factores más continuos más estables como el progreso económico; Mercosur apuntó hacia esa dirección pero no se ha consolidado; además mecanismos institucionales como la OEA también han tenido altibajos importantes.

Cicerón nos advierte que no saber lo que ha sucedido antes de nosotros es como ser incesantemente niños; hoy cuando se avizora una nueva era en la construcción de las relaciones colombo-venezolanas, con la reciente designación de Embajadores plenipotenciarios y extraordinarios entre Caracas.y Bogotá, es imperante comprender las lecciones del pasado y ahondar en nuevos horizontes que coloquen el bien común de ambos pueblos en el centro de las decisiones venideras entre naciones hermanas cuyos vinculos transcienden las relaciones diplomáticas, políticas, económicas y se asientas en lazos de hermandad y fraternidad que pueden ser la base de una mayor integración panamericana.

Dylanjpereira01@gmail.com

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