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Subdesarrollo e instituciones

Al existir en nuestros países la discrecionalidad en la toma de decisiones, públicas o privadas, destruimos a las instituciones y sus retazos quedan al servicio del líder de turno. Esa es la forma más segura de continuar en el subdesarrollo...

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

08/08/2022 05:03 am

De por qué existen unos países más desarrollados que otros se han escrito muchas teorías. Algunas descabelladas, otras sin fundamento y hay también unas más consistentes. Lo cierto, es que observamos ejemplos ilustrativos de países que no teniendo ninguna materia prima o riquezas en su suelo, logran construir una sociedad con grandes niveles de bienestar y una economía vigorosa. Por otro lado, notamos países supuestamente ricos en elementos naturales que no son debidamente aprovechados, y sus ciudadanos viven en las condiciones más estrechas. Las economías de esos países son frágiles, y su dependencia de fuentes exteriores se acentúa. ¿Cuál será el secreto de que algunos países son considerados desarrollados y otros subdesarrollados?

Aquella conseja de que el clima afectaba al desarrollo y por eso en el trópico no había países ricos, no explica la diferencia en su totalidad y no deja de ser una fábula que se cae ante el peso de la historia. La civilización occidental dio sus primeros pasos entre los ríos Tigris y Éufrates, Babilonia fue la ciudad más adelantada de su época, Egipto y Persia fueron escenarios de imperios fabulosos. Grecia y el Imperio Romano fundaron las bases de la cultura occidental. Todos esos avances se hicieron en territorios subtropicales.

La leyenda negra de la colonización española tampoco ofrece una explicación completa a la diferencia de los niveles de desarrollo, entre los países anglosajones de América y el resto. Si eso fuera totalmente cierto, los países caribeños angloparlantes serían un modelo de progreso. Por cierto, cuando se fundó la Universidad de Harvard, en el año 1636, ya existían diez universidades en las colonias españolas de América. En total, los españoles fundaron 23 universidades en América durante el período colonial. Hasta la independencia, unos 150.000 egresados obtuvieron sus títulos universitarios en esas instituciones. Los españoles también construyeron cientos de instalaciones hospitalarias en el siglo XVI. De esa manera, partir del año 1563 se exigía un título universitario para ejercer la medicina en las colonias españolas de América.

Eso nos lleva también a repensar la teoría genética que puede derivar en racista, según la cual solo las etnias consideradas superiores pueden construir civilizaciones desarrolladas. La xenofobia es una de las características más tenebrosas de la naturaleza humana. Siempre ha sucedido, en todas las tribus, razas y grupos humanos, a través de la historia de la humanidad. A lo mejor siempre sucederá, pero ahora en la civilización occidental no es políticamente correcto admitir destellos de racismo en ningún razonamiento.
 
Apartando estas explicaciones, que son objeto de debates eternos, hay unas teorías novedosas que pueden aportar luces a la diferencia entre los países desarrollados y los no desarrollados. Una de ellas habla del peso de las instituciones. El doctor en ciencias políticas mexicano Cuauhtémoc López Guzmán escribió, en el año 2017, un libro titulado “Instituciones, inequidad y sistemas de privilegios en México. Un estudio sobre el orígen y las causas del atraso, subdesarrollo y la deficiente democracia”. El investigador se preguntó ¿Por qué México es subdesarrollado y Estados Unidos es desarrollado? No puede ser únicamente porque uno fue colonia española y el otro asentamiento inglés.

Se da el caso que la frontera entre Estados Unidos y México es un laboratorio extraordinario para estudiar el asunto, porque allá hay ciudades como Tijuana, Nogales, Ciudad Juárez, o Laredo, que físicamente se asientan en ambos países y solo están divididas por una línea imaginaria. ¿Por qué la porción norte de esas ciudades es rica y desarrollada, en cambio, la parte sur sigue con problemas de subdesarrollo? López Guzmán hace énfasis en un sistema de privilegios y disparidades, que debilitan las instituciones y permiten un diseño perverso que impide hasta ejercer la democracia.
 
Esos contrastes, analizados desde la mirada del “neoinstitucionalismo” que tanto investigó el Premio Nobel de Economía norteamericano Douglas North, nos permiten darnos cuenta de que el desarrollo y la riqueza de los países se basa en tener instituciones muy sólidas. El ejemplo de Latinoamérica es muy ilustrativo porque aquí generalmente las grandes fortunas, a través de los siglos, se han construido a la sombra de ese sistema de privilegios.
 
Si queremos salir del subdesarrollo tenemos que despojarnos del sistema de privilegios. Los ciudadanos debemos ser todos iguales, con las mismas oportunidades de crecer y desarrollarnos. Además, el sistema de privilegios trae consigo mayor corrupción administrativa. Al existir en nuestros países la discrecionalidad en la toma de decisiones, públicas o privadas, destruimos a las instituciones y sus retazos quedan al servicio del líder de turno. Esa es la forma más segura de continuar en el subdesarrollo. Ceder privilegios es muy difícil cuando uno está en el poder y los que lo han intentado terminan execrados. Entonces uno se pregunta: ¿Quién se atreverá a cancelar sus privilegios para fortalecer a las instituciones?

alvaromont@gmail.com



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