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Ni ideas ni gobierno

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ. La crisis ha conducido a brotes totalitarios en diversas partes. Esa especie que alguna vez fue llamada “intelectuales” está en desuso o vía de extinción

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

27/06/2018 05:00 am

La democracia es un sistema político formal que privilegia la libertad y que, en consecuencia, es apenas un punto de partida. Uno de los asuntos centrales está en el rol de los políticos, esto es, los que ejercen la conducción de los asuntos públicos y el manejo de las finanzas comunes. Podemos encontrar, en cualquier parte, una actitud general de burla y desprecio hacia ellos. Como nunca la actividad política está desprestigiada: cada vez menos gente capaz se interesa en el ejercicio de la política. Los asuntos públicos huelen mal, la política es una pobretona actividad de tercera. Hay un deterioro global del interés por lo común. 

Tenemos una pobreza intelectual extrema. No hay ideas en el mundo de la política. Las teorías sociales se desvanecieron, lo que queda es la administración común y rutinaria. Los soñadores que veían la política como una vocación de servicio están creando nietos. Se puede preguntar cuántos se interesan realmente por el destino común. La experiencia venezolana indica que ese desapego es una de las causas por las cuales vivimos lo que vivimos. Los ciudadanos no son más que individuos exacerbados que no miden las posibilidades de afectación que tiene sobre su entorno egoísta la apatía hacia lo colectivo. 

La crisis política es un aspecto o una faceta simple de una crisis más profunda. Lo que está en crisis es el hombre mismo y, por ende, su forma de organizarse políticamente. El poder de decisión, la real posibilidad de elegir o de cambiar la dirección de un país, siguen sujetos a la imaginación en el campo de la política. La democracia es un labrantío donde la capacidad inventiva debe estar siempre presente, sobre todo si partimos de la conclusión de que el mundo no puede ser perfecto (muerte de la utopía) y que el camino está en su búsqueda permanente. 

La crisis ha conducido a brotes totalitarios en diversas partes. Esa especie que alguna vez fue llamada “intelectuales” está en desuso o vía de extinción. No hay tiempo para pensar ni es productivo hacerlo. O quizás sea más fiera la conclusión: a muy poca gente le interesa devanarse los sesos en las formas posibles de organización social. No se consigue una idea y gobernar se ha convertido en una tarea para mediocres. 

teodulolopezm@outlook.com
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