Lo que no sembramos
Esa realidad finita de tener todo gratis se acabó. Ahora toca luchar y crecer. Los tiempos del regalado se acabaron. Ahora toca sudar para ganar lo que nos merecemos y nos pertenece
Pospusimos el futuro. Siempre déjanos para después lo que era urgente y necesario. Y seguimos haciéndolo.
Hace rato que dejamos de crecer, de estudiar las métricas y estadísticas que nos ayudarían a construir con base cierta.
El último gran intento lo hicimos bajo el Nuevo Ideal Nacional, por los lejanos 50 del siglo pasado. Luego fueron tibias oportunidades que no logramos concretar por la mezquindad y la corrupción.
Leí a José Ignacio Cabrujas cuando manifestó que su generación creyó que cualquiera podría hacer el trabajo de Pérez Jiménez y estaban equivocados. No lo traigo a colación como idilio, sino que reconozco su entereza para hacer de este un país real y fuerte y no la improvisación que somos ahora.
No sembramos el petróleo, cómo bien lo manifestó el ilustre Arturo Uslar Pietri. Los recursos de la renta petrolera debieron invertirse en educación, salud, producción y activación de otros sectores económicos. Hubo poco intentos, todos saboteados.
No sembramos valores en las generaciones emergentes. El “no me des sino ponme donde haiga” se hizo tan cotidiano que ahora somos una sociedad corrupta en lo público y lo privado. Y eso hasta se justifica en lugar de corregirse.
Es un lugar común pagar para obtener servicios que son gratuitos y así hemos generado una nueva estirpe de zánganos que viven de la necesidad de los demás.
No sembramos educación. La formación y capacitación paso a ser un lujo y un capricho, cómo se quiera ver. No entendimos que la academia es necesaria para crecer.
No sembramos moral y nuestros ciudadanos adolecen de principios y códigos para una vida social plena. Lo material importa más que el sentido humano.
Cómo prebenda política se permitió un libertinaje que nos frustró cómo sociedad y nos obliga a pisar sobre la cabeza del otro para crecer. La Individualidad convirtió el desarrollo en un hecho aislado, cuando debe ser un objetivo colectivo.
No sembramos el trabajo honesto y sin méritos para el desarrollo nunca saldremos de este atolladero. La suerte es un espejismo que no funciona para el crecimiento colectivo, es el trabajo y la capacitación la que genera una sociedad que se construye a si misma .
No es tarde. Aún queda tiempo, pero hay que poner las barbas en remojo.
Tenemos las riquezas, los atributos y la gente. Tenemos también la emergencia que nos enseña que a este ritmo no llegaremos a ningún lado.
Esa realidad finita de tener todo gratis se acabó. Ahora toca luchar y crecer. Los tiempos del regalado se acabaron. Ahora toca sudar para ganar lo que nos merecemos y nos pertenece. La grandeza se construye.
Estudia, analiza y crea.
Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
@leozuritav
leozurita.ve@gmail.com
Hace rato que dejamos de crecer, de estudiar las métricas y estadísticas que nos ayudarían a construir con base cierta.
El último gran intento lo hicimos bajo el Nuevo Ideal Nacional, por los lejanos 50 del siglo pasado. Luego fueron tibias oportunidades que no logramos concretar por la mezquindad y la corrupción.
Leí a José Ignacio Cabrujas cuando manifestó que su generación creyó que cualquiera podría hacer el trabajo de Pérez Jiménez y estaban equivocados. No lo traigo a colación como idilio, sino que reconozco su entereza para hacer de este un país real y fuerte y no la improvisación que somos ahora.
No sembramos el petróleo, cómo bien lo manifestó el ilustre Arturo Uslar Pietri. Los recursos de la renta petrolera debieron invertirse en educación, salud, producción y activación de otros sectores económicos. Hubo poco intentos, todos saboteados.
No sembramos valores en las generaciones emergentes. El “no me des sino ponme donde haiga” se hizo tan cotidiano que ahora somos una sociedad corrupta en lo público y lo privado. Y eso hasta se justifica en lugar de corregirse.
Es un lugar común pagar para obtener servicios que son gratuitos y así hemos generado una nueva estirpe de zánganos que viven de la necesidad de los demás.
No sembramos educación. La formación y capacitación paso a ser un lujo y un capricho, cómo se quiera ver. No entendimos que la academia es necesaria para crecer.
No sembramos moral y nuestros ciudadanos adolecen de principios y códigos para una vida social plena. Lo material importa más que el sentido humano.
Cómo prebenda política se permitió un libertinaje que nos frustró cómo sociedad y nos obliga a pisar sobre la cabeza del otro para crecer. La Individualidad convirtió el desarrollo en un hecho aislado, cuando debe ser un objetivo colectivo.
No sembramos el trabajo honesto y sin méritos para el desarrollo nunca saldremos de este atolladero. La suerte es un espejismo que no funciona para el crecimiento colectivo, es el trabajo y la capacitación la que genera una sociedad que se construye a si misma .
No es tarde. Aún queda tiempo, pero hay que poner las barbas en remojo.
Tenemos las riquezas, los atributos y la gente. Tenemos también la emergencia que nos enseña que a este ritmo no llegaremos a ningún lado.
Esa realidad finita de tener todo gratis se acabó. Ahora toca luchar y crecer. Los tiempos del regalado se acabaron. Ahora toca sudar para ganar lo que nos merecemos y nos pertenece. La grandeza se construye.
Estudia, analiza y crea.
Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
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