Defensores del clima blanco y negro
Las teorías de los “ambientalistas” generalizan y son generosos en la repartición de culpas, no obstante la responsabilidad de sus grandes consorcios se sufragan con su “bondadoso aporte a la creación de nuevos estilos de vida”
Hoy día existe una “elevada preocupación” por los avatares climáticos; en ocasiones hay actitudes que rayan en la histeria, cuando menos en obsesión reflejada en histrionismo craso y silvestre. Sin lugar a dudas existen los expertos y estudiosos de los fenómenos ambientales, su variabilidad y los peligros que afronta el planeta; por otra parte están los financistas, bajo la figura de devota filantropía y cuyos nombres ocupan portadas de prestigiosas revistas, encabezados de titulares y extensas exposiciones en los medios masivos de radio y televisión; además existen los fanáticos, aquellos que no son capaces de discriminar la veracidad de ciertas informaciones, y llenan las redes re-enviando material sin calificación o determinación de origen, estos tienen como objeto mantener a la humanidad en permanente estrés y como consecuencia desmejorando la calidad de vida en sociedad; finalmente en porcentaje muy significativo se agrupan los escépticos. A lo interno de cada renglón, existen sub-grupos, algunos con intenciones no confesables en los que destacan los oportunistas y los mercaderes de desgracias.
En cuanto a los expertos merecen el reconocimiento y agradecimiento eterno, ofrendarles un permanente aplauso de pie. Aunque la mayoría no busca aplausos; si los hay en alto número y deseosos de algo más. Es significativa la diferencia entre opiniones, aunque existe coincidencia en el potencial peligro que afronta el planeta y la vida sobre él; que obliga a hacer un alto para discriminar las voces y darle a cada uno su valor real. Sin mencionar a ninguno en específico (por respeto a la concepción individual), algunos teóricos de la física planetaria han dedicado tomos de su producción investigativa a la descripción, evolución y probabilidades de ocurrencia de alteraciones o desastres en tiempos determinados; algunas explicaciones revelan la teoría del calentamiento y enfriamiento periódico de la superficie terrestre con una probabilidad de ocurrencia cada cinco mil años, y atribuyen el fenómeno a inclinaciones del planeta en su viaje alrededor del sol, acercando o alejando zonas específicas de la tierra con respecto al sol y cuyas consecuencias se traducen en heladas o aumento de la temperatura. Especial mención merecen aquellos que estudian el comportamiento humano y su influencia en la evolución de la materia viva, así como sus expectativas de supervivencia. Ahora, como todo proceso de investigación tiene un costo, algunos expertos se especializan en producir insumos para quienes les pagan, o les garanticen proyección de sus “teorías”, y en muchos de los casos la publicidad convierte una humilde gruta de veneración en suntuosas catedrales.
Referente a los financistas, la práctica dice que la causa de sus desvelos no es la humanidad como tal; y el grueso de sus acciones “filantrópicas” tienen un objeto determinado: el aumento de sus capitales. ¿Hay financistas de buena fe en la lucha contra el cambio climático?, sin temor a ser considerada esta aseveración como una inocentada, seguro que los hay; sin embargo, esa extraña y valiosa raza por lo general permanece en el anonimato, no se expone como vedet ante los medios y los gobiernos. Como humanos que somos podríamos equivocarnos en nuestros juicios, pero las evidencias lanzan signos que si no de certeza, al menos de sospecha con respecto a la buena fe de grandes corporaciones públicas y privadas que hoy día son punta de lanza en la defensa de la vida sobre el planeta. Las teorías de los “ambientalistas” generalizan y son generosos en la repartición de culpas, no obstante la responsabilidad de sus grandes consorcios se sufragan con su “bondadoso aporte a la creación de nuevos estilos de vida”. Es molestoso el tiempo que los medios de comunicación dedican a las cumbres climáticas, fiestas palaciegas donde todos los asistentes llegan en vuelos privados, o se trasladan en vehículos de alta gama, derrochando combustibles fósiles, para criticar la cría de ganado vacuno o promocionar utilización de cereales en la producción de combustible.
Para los grandes consorcios (ignoro si todos son veganos), los pedos del ganado vacuno y la utilización popular de acondicionadores de aire producen cerca del 30% del CO2 que es permitido a cada humano; ¿Cómo están ambientados sus grandes depósitos, edificios y yates? La respuesta a crear opciones a la carne que consume la población ya está en escena: mediante impresoras 3D ya se puede producir sustitutos de nutrientes, productos parecidos a la carne, con sabor a carne, aromatizados artificialmente (hoy de un costo muy elevado), pero con intención franca de convertirse en el sustituto proteico en un tiempo no lejano; ah, claro, olvidaba que sus corporaciones son dueños de la tecnología que producirá esa “maravilla” gastronómica.
El trabajo publicitario es por demás eficiente, para vender sus productos cuentan con los más sofisticados sistemas de mercadeo: una combinación de imagen y sentimientos hace que la población repita como papagayos un mensaje puesto en escena con impecables acabados. Para la población europea y norteamericana que mejor modelo que el una niña rubia, al estilo de las princesas de Disney que viaja por el mundo, (con acceso a todos los centros de negocio y poder) interviene tanto en cumbres sobre comercio, como en discusiones sobre política internacional y su visita a presidentes y monarcas es seguida por un equipo bien pagado y que recoge cada gesto y palabra para hacerla viajar por el mundo. Recientemente la mirada con fines comerciales se posó en nuestro tercermundista continente. El mensaje y los afectos se trasladan a nuestro hemisferio y las grandes cadenas de televisión están produciendo piezas publicitarias de gran pegada, documentales que proyectan imágenes que hablen alto a nuestro espíritu; para nuestros pueblos ya hay dos figuras estelarizadas por la televisión europea para el fin comercial de las “nuevas estrategias por el cambio climático”; personajes preparados para tal fin, bien hablados, de porte diplomáticos y con acento que hablan a nuestro gentilicio: un niño colombiano bonachón, gordito, agradable y un adolescente argentino. A pesar de todo, también existen los grises, no todo es blanco y negro en quienes defienden un ambiente sano, amigable y prospectivo.
Pedroarcila13@gmail.com
En cuanto a los expertos merecen el reconocimiento y agradecimiento eterno, ofrendarles un permanente aplauso de pie. Aunque la mayoría no busca aplausos; si los hay en alto número y deseosos de algo más. Es significativa la diferencia entre opiniones, aunque existe coincidencia en el potencial peligro que afronta el planeta y la vida sobre él; que obliga a hacer un alto para discriminar las voces y darle a cada uno su valor real. Sin mencionar a ninguno en específico (por respeto a la concepción individual), algunos teóricos de la física planetaria han dedicado tomos de su producción investigativa a la descripción, evolución y probabilidades de ocurrencia de alteraciones o desastres en tiempos determinados; algunas explicaciones revelan la teoría del calentamiento y enfriamiento periódico de la superficie terrestre con una probabilidad de ocurrencia cada cinco mil años, y atribuyen el fenómeno a inclinaciones del planeta en su viaje alrededor del sol, acercando o alejando zonas específicas de la tierra con respecto al sol y cuyas consecuencias se traducen en heladas o aumento de la temperatura. Especial mención merecen aquellos que estudian el comportamiento humano y su influencia en la evolución de la materia viva, así como sus expectativas de supervivencia. Ahora, como todo proceso de investigación tiene un costo, algunos expertos se especializan en producir insumos para quienes les pagan, o les garanticen proyección de sus “teorías”, y en muchos de los casos la publicidad convierte una humilde gruta de veneración en suntuosas catedrales.
Referente a los financistas, la práctica dice que la causa de sus desvelos no es la humanidad como tal; y el grueso de sus acciones “filantrópicas” tienen un objeto determinado: el aumento de sus capitales. ¿Hay financistas de buena fe en la lucha contra el cambio climático?, sin temor a ser considerada esta aseveración como una inocentada, seguro que los hay; sin embargo, esa extraña y valiosa raza por lo general permanece en el anonimato, no se expone como vedet ante los medios y los gobiernos. Como humanos que somos podríamos equivocarnos en nuestros juicios, pero las evidencias lanzan signos que si no de certeza, al menos de sospecha con respecto a la buena fe de grandes corporaciones públicas y privadas que hoy día son punta de lanza en la defensa de la vida sobre el planeta. Las teorías de los “ambientalistas” generalizan y son generosos en la repartición de culpas, no obstante la responsabilidad de sus grandes consorcios se sufragan con su “bondadoso aporte a la creación de nuevos estilos de vida”. Es molestoso el tiempo que los medios de comunicación dedican a las cumbres climáticas, fiestas palaciegas donde todos los asistentes llegan en vuelos privados, o se trasladan en vehículos de alta gama, derrochando combustibles fósiles, para criticar la cría de ganado vacuno o promocionar utilización de cereales en la producción de combustible.
Para los grandes consorcios (ignoro si todos son veganos), los pedos del ganado vacuno y la utilización popular de acondicionadores de aire producen cerca del 30% del CO2 que es permitido a cada humano; ¿Cómo están ambientados sus grandes depósitos, edificios y yates? La respuesta a crear opciones a la carne que consume la población ya está en escena: mediante impresoras 3D ya se puede producir sustitutos de nutrientes, productos parecidos a la carne, con sabor a carne, aromatizados artificialmente (hoy de un costo muy elevado), pero con intención franca de convertirse en el sustituto proteico en un tiempo no lejano; ah, claro, olvidaba que sus corporaciones son dueños de la tecnología que producirá esa “maravilla” gastronómica.
El trabajo publicitario es por demás eficiente, para vender sus productos cuentan con los más sofisticados sistemas de mercadeo: una combinación de imagen y sentimientos hace que la población repita como papagayos un mensaje puesto en escena con impecables acabados. Para la población europea y norteamericana que mejor modelo que el una niña rubia, al estilo de las princesas de Disney que viaja por el mundo, (con acceso a todos los centros de negocio y poder) interviene tanto en cumbres sobre comercio, como en discusiones sobre política internacional y su visita a presidentes y monarcas es seguida por un equipo bien pagado y que recoge cada gesto y palabra para hacerla viajar por el mundo. Recientemente la mirada con fines comerciales se posó en nuestro tercermundista continente. El mensaje y los afectos se trasladan a nuestro hemisferio y las grandes cadenas de televisión están produciendo piezas publicitarias de gran pegada, documentales que proyectan imágenes que hablen alto a nuestro espíritu; para nuestros pueblos ya hay dos figuras estelarizadas por la televisión europea para el fin comercial de las “nuevas estrategias por el cambio climático”; personajes preparados para tal fin, bien hablados, de porte diplomáticos y con acento que hablan a nuestro gentilicio: un niño colombiano bonachón, gordito, agradable y un adolescente argentino. A pesar de todo, también existen los grises, no todo es blanco y negro en quienes defienden un ambiente sano, amigable y prospectivo.
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