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Caracas de espectáculo

Caracas está en un gerundio que despereza a una realidad que se va estratificando desordenadamente, cimentando la nueva república cuyo ordinal está aún en veremos...

  • JAVIER VIDAL

01/07/2022 05:00 am

“Venezuela es Sabana Grande, el resto, selva y culebra”, frase de don Pascual Navarro, pintor venezolano, errabundo, estrafalario, chillón, bohemio y farandul, que bien podría ser uno de los esperpénticos personajes de “Luces de Bohemia” de Valle-Inclán.

En realidad Venezuela siempre ha sido muy centralista y presidencialista. Apuntaría que hasta caciquista. Más capitanía general que virreinato, que en buen momento fue, sin enterarse muy bien del asunto.

Esto ha hecho que la percepción de nuestro país siempre esté simbólica y tradicionalmente detrás de la gran fachada de su capital mucho antes, quizá, del “seguid el ejemplo que Caracas dió” que todos los venezolanos debemos cantar ora guayaneses, ora llaneros; ora zulianos, ora gochos.

¿Que Venezuela está arreglada? Obvio que no, como diría un centennial. No obstante, Caracas está en un gerundio que despereza a una realidad que se va estratificando desordenadamente, cimentando la nueva república cuyo ordinal está aún en veremos ¿cuarta, quinta, sexta…?

Esta estratificación se siente a la vista con los brotes de una sociedad civil dada al espectáculo. Este año, cuando los cronistas e historiadores se sientan a escrutar el día a día, tendrán que hacer varios asteriscos a pie de página para explicar las contradicciones sociales, políticas y culturales que se desprenden de una aparente distensión de liquidez: 2022. El año de los tres patitos.

En mis 50 años de consecuente espectador y profesional de las artes escénicas y demás afluentes jamás había observado esta concatenación proteica de espectáculos en diferentes cosos teatrales incluyendo el más importante del país como lo es el Teatro Teresa Carreño.

Después de ver su destrucción procesal, vemos levantar la testuz como miura bravío frente a las exigencias de un público que no ha perdido la fragancia democrática de distinguir las cualidades de un buen espectáculo. Los periodistas de arte y espectáculos no pueden siquiera asistir a todos ellos para regalarnos, miel en labios, sus crónicas en-red-adas al instante.

La Concha Acústica de Bello Monte es ágora y theatron de una clase media desclasada que la alcaldía ofrece gratuitamente a los ciudadanos metropolitanos de a pie, real y literalmente a pie.

Lo mismo la Sede de El Sistema que llevó a escena la ópera I Capuleti e i Mostecchi de Bellini con una calidad de primer mundo para deleite y satisfacción de todo público.

No me voy a meter con los bodegones. Lo dejo para otros columnistas más acuciosos en estos menesteres, pero lo que está a la vista, no se explica.

El país no está arreglado en participio. Se está arreglando en gerundio y los artistas que nos hemos quedado en Venezuela estamos haciendo lo que siempre hemos hecho a los largo de todos estos años de racionalismo republicano. Con o sin cachuchas, hemos estado ahí. Bregando por hacer mejor las cosas para que el público se sienta más gente, más persona, más civil y más civilizado. Y la civilización -Gallegos dixit- será la única que podrá vencer a Doña Bárbara.

javiervidalpradas@gmail.com
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