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Ecuador y el referendo en Venezuela

JESÚS M. CASAL H. ¿Cómo impedir que los odios desatados y el empeño de algunos en ver confirmados sus propios diagnósticos y posiciones cieguen una eventual solución razonable?

  • JESÚS M. CASAL H.

25/06/2018 05:00 am

Recientemente suscitó controversias la propuesta que formuló ante la Organización de Estados Americanos (OEA) la representación de la República del Ecuador de realizar un referendo en Venezuela. Dicho referendo permitiría decidir si deben celebrarse nuevamente elecciones presidenciales en nuestro país. Las críticas no tardaron en llegar, pues desde el punto de vista interno es gigantesca y justificada la desconfianza respecto de la actual institucionalidad electoral venezolana. 

Urge despejar la ruta electoral
La solución frente a la devastación de los fundamentos institucionales, económicos y sociales de Venezuela debe ser electoral, pero difícilmente podrá serlo mientras no se logren condiciones mínimas para que la oposición no resulte de entrada avasallada por el uso desvergonzado de la estructura clientelar del poder oficial y la manipulación electoral. De ahí los enormes obstáculos para alcanzar acuerdos en pro de una canalización democrática del conflicto y la situación agónica de bloqueo desde su propio gobierno que padece la nación, hundida en la desolación del continuismo. La comunicación del Presidente de Ecuador dirigida a la OEA aludía, por cierto, a la necesidad de transparencia y demás garantías electorales y de observación internacional. 

El debate interno
La propuesta ecuatoriana hay que apreciarla, no obstante, también en clave de política internacional y de su proyección sobre el debate interno en ese país, en el cual no estaba siendo bien valorada la postura en extremo cautelosa de su Cancillería, calculada en función de una designación que finalmente se produjo, en momentos en los que las reservas a tanta pasividad se incrementaban. Plantear que la situación político-institucional venezolana pudiera resolverse mediante un referendo era una forma de salir, al menos discursivamente, del abstencionismo cómplice, para mostrar un rol más proactivo, que puede profundizarse. 

El referendo de febrero 2018
Ello estaba además en consonancia con la experiencia reciente ecuatoriana, en la que un referendo, en este caso de reforma constitucional, ha significado una verdadera revolución silenciosa, poniendo coto con el voto popular a las maniobras reeleccionistas contrarias a la alternabilidad democrática y a los fundamentos de la Constitución, que habían sido urdidas creyendo que un repliegue momentáneo y la selección de un sucesor dócil garantizarían el retorno al poder. Aunque el sentido rupturista y regenerador de la consulta no está solo allí, sino muy especialmente en que se aprobó la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y se le autorizó para revisar la integración de los órganos constitucionales de control e, implícitamente, de la Corte Constitucional. No es esto, sin embargo, lo novedoso, pues ya Correa promovió y ganó en su día un referendo que permitió ocupar políticamente la justicia. Lo singular y esperanzador es que la composición que se dio al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social después del referendo ha sido valorada positivamente, por la trayectoria e independencia de muchos de sus miembros. No es un cuerpo de acólitos deseosos de satisfacer los intereses del gobernante. 

El exPresidente ecuatoriano Oswaldo Hurtado ha identificado dos factores primordiales por los cuales el Socialismo del siglo XXI no logró demoler en su país la institucionalidad democrática y las bases económicas de la nación: la imposibilidad de ideologizar a gran escala y envilecer a las fuerzas armadas, que se han mantenido en su papel institucional, y la dolarización de la economía, como muro de contención a los afanes populistas que aquel modelo catapulta. Había también un cansancio ante un gobierno que pudo tener aciertos pero cuyo ciclo político expiraba, en medio de resistencias a la perpetuación en el poder. 

Perspectivas
Es ese referendo el que es de utilidad analizar en sus antecedentes y trascendencia, con miras a una futura transición a la Democracia. Obviamente, las circunstancias que lo hicieron posible son distintas a las que cabe presagiar para Venezuela. ¿Se habrá cerrado ya por completo el pasillo de una respuesta de sectores diversos e incluso contrapuestos del arco político que desde la dignidad moral y nacional actúen responsablemente para evitar la consolidación del colapso general? ¿Cómo podremos derrotar el estado de sitio que se ha implantado contra la ruta electoral y la Democracia? ¿Cómo impedir que los odios desatados y el empeño de algunos en ver confirmados sus propios diagnósticos y posiciones cieguen una eventual solución razonable del conflicto? Estos son algunos de los interrogantes que deben ser despejados tan pronto como sea posible. 

jesusmariacasal@gmail.com
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