Espacio publicitario

Hacer fiesta

Celebrar representa una necesidad natural. No puede ser algo impuesto ni obligado. Nace de una condición interior y universal. Expandir nuestros sentidos y nuestra personalidad. Reconocernos como seres trascendentes en el tiempo y en la eternidad

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

18/05/2022 05:05 am

“Pero las leyes modernas son casi siempre leyes hechas para que las cumpla la clase gobernada, no quienes gobiernan. Contamos con leyes que regulan los usos de los establecimientos públicos, pero no leyes suntuarias. Ello equivale a decir que nos regimos por leyes contra las fiestas y la hospitalidad de los pobres, pero no contra las fiestas y la hospitalidad de los ricos.” (G. K. Chesterton. “Herejes”)

Si hay algo que los caraqueños celebramos es el Ávila. Especialmente en estos días, que con las lluvias comienza a reverdecer. En general, sentimos que somos privilegiados al contar con ese pulmón vegetal que engalana a la ciudad. Sin advertirlo, el Ávila nos condiciona. Nos lleva a ver el cielo. Parte integral de cualquier verdadera celebración. Alzar nuestras miradas. Elevar nuestras metas y expectativas.

También es parte de la naturaleza, partir de una condición previa. Nada nace por generación espontánea ni autónoma. Ninguno nace solo ni aprendido. Afortunadamente, la tradición y la historia nos acompañan. Seguramente el hacer fiesta comienza por hacer memoria. El ejemplo más sencillo es la presencia de las efemérides dentro de los diferentes calendarios. Tener presente las fechas señaladas y saber celebrar cada una, es práctica esperanzadora. Algo que se aprende dentro de la familia y la propia comunidad. El olvido en que nos sume nuestra tendencia al solipsismo, no es más que una forma de aislamiento que termina por agotarnos.

Otro elemento de una verdadera celebración es ceder el propio tiempo. Se necesita de tiempo para generar comunidad. Donar y compartir lo más valioso, es una auténtica fuente de alegría. Hay un secreto a voces que olvidamos con frecuencia: hay más alegría en dar que en recibir. Una práctica que no es promovida por la cultura dominante, tan centrada en el individualismo cerrado y unidireccional. Dar el propio tiempo generosamente, es una muestra auténtica de la disposición de entrega sincera y desinteresada. El que sabe entregar y entregarse, suele recibir como contrapartida una alegría permanente.

Celebrar representa una necesidad natural. No puede ser algo impuesto ni obligado. Nace de una condición interior y universal. Expandir nuestros sentidos y nuestra personalidad. Reconocernos como seres trascendentes en el tiempo y en la eternidad. Capaces de ir más allá. Ese mirar más allá, se acompaña de una nueva esperanza, que seguramente nos da un ánimo renovado. Un nuevo motivo de lucha y esperanza. Algo por lo que vale la pena seguir adelante a pesar de las dificultades y deficiencias presentes.

“La naturaleza humana no puede subsistir sin una esperanza ni una meta de algún tipo; como se expresa sensatamente en el Antiguo Testamento: «Donde no hay visión profética, el pueblo perece». Pero es precisamente porque al hombre le hace falta un ideal por lo que un hombre sin ideales se encuentra en permanente riesgo de sucumbir al fanatismo.” (G. K. Chesterton. “Herejes")

jagamez@icloud.com

@vidavibr
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario