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El tiempo que no pasa

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ. La noticia se ha banalizado. Vivimos un mundo de instantaneidad peculiar. Es como un comercial más, como un espectáculo más, como una cotidiana entrega de los premios “Oscar”

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

20/06/2018 05:00 am

La noticia se ha banalizado. Vivimos un mundo de instantaneidad peculiar. Es como un comercial más, como un espectáculo más, como una cotidiana entrega de los premios “Oscar”. MacLuhan había dicho que “el medio es el mensaje”, lo que sólo parcialmente continúa a ser verdad. En buena parte, la vieja acepción ha sido trastocada por otra que bien puede ser “la velocidad es el mensaje”, para usar terminología propia de Paul Virilio. 

La noticia, si suponemos por un instante que existe, es siempre vieja. Así, podríamos decir que el medio es el principal agente de la “revolución” universal. En efecto, si algo se mantiene es contrario a sus intereses, pues no podrían alimentar la cadena electromagnética de la información. 

Banal es, pues, la agreste palabra que nos surge en relación con la información. La única noticia es que el nuevo límite del hombre es la velocidad de la luz, es decir, la velocidad con que la noticia se produce y es transmitida, no los sucesos en sí. La noticia es una onda electromagnética soberana que nos hace innecesaria cualquier movilidad. 

En efecto, el nuevo horizonte es la pantalla, lo que da nuevas distorsiones y nuevas apariencias. Ya el tiempo deja de ser éste de la sucesión del día y de la noche, este cronológico que hasta el momento hemos contado. El tiempo lo es ahora aquél de la exposición, el de la duración de los acontecimientos, el tiempo instantáneo. Al ser así, el presente debe ser reinterpretado, pues pasa a ser una disolución de acceso a lo real. En otras palabras, el tiempo cronológico deja de existir para dejar paso a uno cronoscópico. 

Podríamos hablar de un día sin fin en relación con la nueva “realidad” que las ondas electromagnéticas imponen sobre nosotros, una donde la sucesión de los hechos a la que estábamos acostumbrados desaparece a favor de una “intensidad” de iluminación y un nuevo hipercentro del tiempo Este hombre inmóvil que se asoma, será hipersedentario en su deformación. La mediatización se convierte en la norma frente a nuestros ojos, ojos que, por lo demás, también desaparecerán absorbidos por un gran ojo, por uno proveedor de las nuevas apariencias. La falsificación ha dado lugar a esa expresión-concepto que conocemos como posverdad. 

teodulolopezm@outlook.com
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