Bondad un concepto moral
La bondad es cabezona. Sabe cuándo algo merece la pena, entiende en qué momentos y en qué personas si vale la pena invertir tiempos y esfuerzos
La vida está tan llena de esperanzas y al mismo tiempo con tantas paradojas de incertidumbre que nos motivan a reflexionar sobre un futuro que se hace presente a cada paso. Una introspección emotiva que vale la pena realizar, tiene que ver con las necesidades que tenemos como familia, como humanidad, hablar de la bondad, es una urgencia que merece nuestros pensamientos.
Es una tendencia natural de hacer el bien y se aplica en el carácter o en la acción que indica ser bueno. Un ser bondadoso tiene como característica promover mediante acciones, actos de “bondad” hacia los que les rodean, se es benevolente y se ayuda al necesitado.
Cuando se es bondadoso, se evita el sufrimiento y la angustia, se impulsa el beneficio, con estas acciones las necesidades básicas de un ser vivo serían entonces evitar el dolor, la angustia, la mezquindad, el sufrimiento, la desesperanza. Todos podemos usar la bondad para tratar a las personas difíciles. Porque más allá de lo que podamos pensar, la bondad es un escudo y también un canal. Con ella, vemos las cosas con mayor calma y claridad, equilibramos emociones e impedimos que las frustraciones y mal humor del otro nos acaben minando. Asimismo, logramos también manejar con mayor eficacia situaciones a menudo complejas.
No nos equivocamos si decimos que hay quien mantiene una idea errónea sobre la bondad. Se la asocia, quizá, a esa imagen en la que uno renuncia o deja a un lado parte sí mismo por el bienestar del otro. Se asume quizá, que la persona bondadosa carece de ese carácter con el que defender sus derechos, su dignidad, y donde terminar dándolo todo a cambio de nada. Dar por ciertas estas ideas es un error. Porque la bondad es algo más que ser generoso, considerado o amable. En realidad, es una de las mejores habilidades interpersonales, además confiere bienestar a quien la practica. Bondad es paz interna. Es hacer uso de ese equilibrio donde no dejarse avasallar por lo que otros nos digan. De este modo, a la hora de tratar a las personas difíciles, este estado personal nos permitirá poner límites y adecuadas barreras de contención.
La bondad es empatía. Solo cuando somos capaces de ponernos en la realidad del otro y entenderemos podremos reaccionar mejor. No podemos olvidar que detrás de las personas difíciles se esconden a menudo realidades muy complejas.
Así, es muy común que estos perfiles arrastren consigo el peso de la baja autoestima, de un pasado complejo, de rencores no afrontados así como infinitos miedos. Ser capaces de comprenderlos es siempre un buen paso. A la hora de usar la bondad para tratar a las personas difíciles, la comunicación lo es todo.
Ser asertivos, pero respetuosos, ser cálidos pero firmes, amables pero rigurosos en nuestros argumentos, nos permitirá lidiar con ellos de manera efectiva. La bondad es cabezona. Sabe cuándo algo merece la pena, entiende en qué momentos y en qué personas si vale la pena invertir tiempos y esfuerzos. Hay perfiles difíciles que actúan de ese modo porque lidian con algún trauma o con situaciones personales que no saben cómo manejar. Ayudarlas, ser respetuosas y capaces de entender sus perspectivas es algo que sin duda merece la pena poner en práctica. Lo hacemos además, porque nos hace sentir bien, porque la bondad genera siempre beneficios y aumenta el bienestar.
Saber en qué momento es mejor poner distancia también es sabiduría, nadie es menos bueno si en un momento dado decide mirar por él y no por el otro, no si esa otra persona no tiene voluntad para cambiar ni para ejercer el respeto. Para concluir, no descuidemos nunca el auténtico valor y anatomía de esta dimensión. La bondad es ese prisma desde el cual, mirar el mundo para actuar en consecuencia. Siempre con sabiduría, siempre con acierto.
En fin, La bondad es la disposición permanente para hacer el bien, de una forma amable y generosa, las personas bondadosas sienten un gran respeto por las personas y se preocupan por su bienestar y se inclina por evitar el sufrimiento, es decir, realiza el bien en beneficio de los demás.
@el54
Es una tendencia natural de hacer el bien y se aplica en el carácter o en la acción que indica ser bueno. Un ser bondadoso tiene como característica promover mediante acciones, actos de “bondad” hacia los que les rodean, se es benevolente y se ayuda al necesitado.
Cuando se es bondadoso, se evita el sufrimiento y la angustia, se impulsa el beneficio, con estas acciones las necesidades básicas de un ser vivo serían entonces evitar el dolor, la angustia, la mezquindad, el sufrimiento, la desesperanza. Todos podemos usar la bondad para tratar a las personas difíciles. Porque más allá de lo que podamos pensar, la bondad es un escudo y también un canal. Con ella, vemos las cosas con mayor calma y claridad, equilibramos emociones e impedimos que las frustraciones y mal humor del otro nos acaben minando. Asimismo, logramos también manejar con mayor eficacia situaciones a menudo complejas.
No nos equivocamos si decimos que hay quien mantiene una idea errónea sobre la bondad. Se la asocia, quizá, a esa imagen en la que uno renuncia o deja a un lado parte sí mismo por el bienestar del otro. Se asume quizá, que la persona bondadosa carece de ese carácter con el que defender sus derechos, su dignidad, y donde terminar dándolo todo a cambio de nada. Dar por ciertas estas ideas es un error. Porque la bondad es algo más que ser generoso, considerado o amable. En realidad, es una de las mejores habilidades interpersonales, además confiere bienestar a quien la practica. Bondad es paz interna. Es hacer uso de ese equilibrio donde no dejarse avasallar por lo que otros nos digan. De este modo, a la hora de tratar a las personas difíciles, este estado personal nos permitirá poner límites y adecuadas barreras de contención.
La bondad es empatía. Solo cuando somos capaces de ponernos en la realidad del otro y entenderemos podremos reaccionar mejor. No podemos olvidar que detrás de las personas difíciles se esconden a menudo realidades muy complejas.
Así, es muy común que estos perfiles arrastren consigo el peso de la baja autoestima, de un pasado complejo, de rencores no afrontados así como infinitos miedos. Ser capaces de comprenderlos es siempre un buen paso. A la hora de usar la bondad para tratar a las personas difíciles, la comunicación lo es todo.
Ser asertivos, pero respetuosos, ser cálidos pero firmes, amables pero rigurosos en nuestros argumentos, nos permitirá lidiar con ellos de manera efectiva. La bondad es cabezona. Sabe cuándo algo merece la pena, entiende en qué momentos y en qué personas si vale la pena invertir tiempos y esfuerzos. Hay perfiles difíciles que actúan de ese modo porque lidian con algún trauma o con situaciones personales que no saben cómo manejar. Ayudarlas, ser respetuosas y capaces de entender sus perspectivas es algo que sin duda merece la pena poner en práctica. Lo hacemos además, porque nos hace sentir bien, porque la bondad genera siempre beneficios y aumenta el bienestar.
Saber en qué momento es mejor poner distancia también es sabiduría, nadie es menos bueno si en un momento dado decide mirar por él y no por el otro, no si esa otra persona no tiene voluntad para cambiar ni para ejercer el respeto. Para concluir, no descuidemos nunca el auténtico valor y anatomía de esta dimensión. La bondad es ese prisma desde el cual, mirar el mundo para actuar en consecuencia. Siempre con sabiduría, siempre con acierto.
En fin, La bondad es la disposición permanente para hacer el bien, de una forma amable y generosa, las personas bondadosas sienten un gran respeto por las personas y se preocupan por su bienestar y se inclina por evitar el sufrimiento, es decir, realiza el bien en beneficio de los demás.
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