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Raíces del desequilibrio

Cuando el ser humano no siente satisfecha su identidad, está en constante búsqueda de caminos alternos, en mayor tiempo sin definición; pero en algún momento encuentra su cauce y en general consecuencias inevitables

  • PEDRO ARCILA

26/02/2022 05:01 am

PEDRO ARCILA POYER

Entender los acontecimientos diarios en el planeta, requiere de una somera revisión de los hechos históricos. Séneca (filósofo romano) nos deja: “A algunos se les considera grandes porque también se cuenta el pedestal”. He tomado como título de este ejercicio reflexivo, el de un trabajo que publicamos en octubre de 1.988, semanas antes del proceso electoral venezolano; cuya introducción reseñaba que: la creación artística y los grandes movimientos transformadores tienen un mismo origen, la inconformidad del ser con su entorno o con su propia vivencia.

Ejemplo de lo primero se centra en las enseñanzas de Leucipo, en la antigüedad griega, quien al preguntarle sobre los dioses afirmaba con su fino sarcasmo anti-platónico: “Son seres perfectos que viven en el Olimpo, […] si bajan al mundo terrenal a premiar o castigar, se involucran en problemas humanos, dejan de ser perfectos y por tanto dejan de ser dioses”. Otro referente es el poeta Anacreonte quien renuncia a su condición de príncipe heredero para vivir en la calle; porque “solo el hambre, el frío y abundante vino; son la más rica fuente para la inspiración”. Pues bien, aún para aquellos a quienes la inspiración llega en aposentos aclimatados, con abundancia de argumentos, apoyo logístico, etc, la creación artística es producto de inconformidad del espíritu, que se refleja en perpetuar una realidad, diseñar un ideal al que luego el receptor o destinatario final, le dará la interpretación más variada de acuerdo a su propia concepción.

Los movimientos sociales y los cambios que ha vivido la humanidad (para bien o para mal), son parte también de esa inconformidad del ser humano. De no ser inconforme, el hombre seguiría viviendo en las cavernas, no existiría ninguna de las tres únicas revoluciones existentes en la historia (respetando a quienes no estén de acuerdo) a nuestro criterio son: La utilización de la agricultura como sistema de subsistencia, la revolución industrial y la independencia de los Estados Unidos de América. Además las páginas del tiempo están llenas de reformas (por algunas llamadas revoluciones); todas devenidas en momentos de inconformidad de la población; nunca producto de una sola persona (mesías, políticos histriónicos, oportunistas e incluso cultos doctos de la teoría social), cada reforma o transformación ha tenido en su haber una gama de mentes que desde la periferia cumplen diferentes roles, que van de la simple idea, la reafirmación por adulación, incluso por omisión para luego no hacerse responsable de sus participaciones en hechos inconfesables para la historia.

Cuando el ser humano no siente satisfecha su identidad, está en constante búsqueda de caminos alternos, en mayor tiempo sin definición; pero en algún momento encuentra su cauce y en general consecuencias inevitables. Basta revisar los orígenes de la independencia americana y la constante lucha de los pueblos africanos y asiáticos que aún no logran libertad plena. A propósito de libertad no es solo un eufemismo, sino una necesidad inherente al espíritu que en algún momento irrumpe como un volcán que ninguna fuerza represiva puede contener. No obstante lo anterior, los avances y beneficios transitorios en algunas sociedades o estados, confunden a sus liderazgos y al final creen interpretar las aspiraciones colectivas, en base a sus propias necesidades de permanencia o de conveniencia ideológica o simplemente mercantilistas.

El mundo hoy día es un polvorín con la mecha encendida. Los medios de difusión masiva se circunscriben a lo que más vende, ergo la crisis en Ucrania (la de mayor centimetrajes); quedan pocas líneas para posar la mirada en realidades domésticas en los cinco continentes, caso América latina en medio de cambios que por inercia dibujan nuevas realidades, nuevos retos y eminentes peligros de estabilidad. La inconformidad de millones de compatriotas dentro y fuera de nuestras fronteras tienen la característica de un proceso tanatológico: Incredulidad, rabia y resignación; sin embargo, esa resignación es el entendimiento de lo inevitable y ello genera la fuerza necesaria para una reacción consiente, lo cual es más saludable que una explosión emocional. Nos inclinamos por la primera, la segunda sería una tragedia. Hoy al igual que en 1.988 (meses antes de los hechos de febrero 89); nos atrevemos a auscultar el momento histórico que vive el planeta, pero sopesando nuestra realidad venezolana, “estamos a pasos de encontrarnos en un Macondo real).

Pedroarcila13@gmail.com
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