Enfoque o desenfoque en gerencia
Los directivos, gerentes y líderes organizacionales, deben promover la cultura que estimule el estudio de la relación esfuerzo e impacto, así como también la fórmula de costo y beneficio.
El enfoque o desenfoque es una disyuntiva que puede convertirse en acierto o error en el proceso gerencial de análisis, para llegar a una conclusión que finalmente se traduzca en una acción específica, con repercusión en la organización en forma global. Si se utiliza el símil de cruzar un río para entender un aspecto del enfoque o desenfoque gerencial, la primera decisión debe ser establecer el objetivo de llegar a la otra orilla de la manera más segura y rápida, tomando en consideración el ancho del río, la profundidad, la corriente, el número, la ubicación y seguridad de piedras que pueden servir de apoyo y en general todas las circunstancias que puedan afectar el logro del objetivo, el cual debe tener un enfoque claro por parte de los individuos con intención de cruzar la barrera del río, que en el caso de una organización, son sus líderes y gerentes, quienes deben tener y mantener el enfoque enmarcado en la Misión Organizacional, entendida como el motivo, propósito, fin o razón de ser de la misma.
Algunas recomendaciones para no perder el enfoque, o para retomarlo cuando ha ocurrido un desenfoque, son las siguientes: Es conveniente hacer pausas periódicas, como decía el poeta uruguayo Mario Benedetti “De vez en cuando hay que hacer una pausa, contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana, examinar el pasado, rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras, sino cantarse las verdades”. En el pasado se encuentran muchas respuestas que pueden ayudar a rectificar las desviaciones que llevan al desenfoque.
Otra recomendación para mantener el enfoque del rumbo, es evitar las decisiones más emocionales que racionales. Es importante evitar la distracción de esfuerzos en aspectos secundarios, en detrimento del punto fundamental al cual se desea llegar. La experiencia enseña que muchos proyectos han fracasado, porque la emoción ha prevalecido sobre la razón y se sacrifica el objetivo fundamental para satisfacer un conflicto secundario con alto componente emocional.
Es conveniente, que quien o quienes dirigen una organización intenten analizar con su equipo de trabajo, algunas preguntas: ¿Cuáles actividades no responden a la Misión organizacional? ¿El nivel gerencial le dedica más tiempo a lo trascendente o a lo intrascendente? ¿Antes de decidir y concluir previo a la acción, se hace un ejercicio teórico de los posibles indicadores que permitan medir el potencial impacto de las diferentes opciones? ¿Las actividades están en sintonía con la Política institucional? ¿Al estudiar una situación determinada, se parte de lo que se quiere encontrar o de lo que realmente existe, aunque no sea agradable?
La repercusión que tiene el desenfoque de un individuo en una organización, depende de su nivel jerárquico e influencia, así se tiene que si ocupa un alto cargo y ejerce una influencia importante en muchas personas, puede conducir a un desenfoque organizacional, lo cual puede comprometer la permanencia y vida institucional. A veces, también puede ocurrir que en varias instancias de jerarquía intermedia ocurren procesos de desenfoque, que si no se resuelven por considerarlos de poca importancia, puede tener un efecto multiplicador negativo que al final también repercutirá en el ciclo vital organizacional.
Los directivos, gerentes y líderes organizacionales, deben promover la cultura que estimule el estudio de la relación esfuerzo e impacto, así como también la fórmula de costo y beneficio. Una decisión que tenga como consecuencia un alto impacto con esfuerzo bajo, debe concentrar la atención para ser ejecutada con prioridad.
ascardio.coordinacion@gmail.com
Algunas recomendaciones para no perder el enfoque, o para retomarlo cuando ha ocurrido un desenfoque, son las siguientes: Es conveniente hacer pausas periódicas, como decía el poeta uruguayo Mario Benedetti “De vez en cuando hay que hacer una pausa, contemplarse a sí mismo sin la fruición cotidiana, examinar el pasado, rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras, sino cantarse las verdades”. En el pasado se encuentran muchas respuestas que pueden ayudar a rectificar las desviaciones que llevan al desenfoque.
Otra recomendación para mantener el enfoque del rumbo, es evitar las decisiones más emocionales que racionales. Es importante evitar la distracción de esfuerzos en aspectos secundarios, en detrimento del punto fundamental al cual se desea llegar. La experiencia enseña que muchos proyectos han fracasado, porque la emoción ha prevalecido sobre la razón y se sacrifica el objetivo fundamental para satisfacer un conflicto secundario con alto componente emocional.
Es conveniente, que quien o quienes dirigen una organización intenten analizar con su equipo de trabajo, algunas preguntas: ¿Cuáles actividades no responden a la Misión organizacional? ¿El nivel gerencial le dedica más tiempo a lo trascendente o a lo intrascendente? ¿Antes de decidir y concluir previo a la acción, se hace un ejercicio teórico de los posibles indicadores que permitan medir el potencial impacto de las diferentes opciones? ¿Las actividades están en sintonía con la Política institucional? ¿Al estudiar una situación determinada, se parte de lo que se quiere encontrar o de lo que realmente existe, aunque no sea agradable?
La repercusión que tiene el desenfoque de un individuo en una organización, depende de su nivel jerárquico e influencia, así se tiene que si ocupa un alto cargo y ejerce una influencia importante en muchas personas, puede conducir a un desenfoque organizacional, lo cual puede comprometer la permanencia y vida institucional. A veces, también puede ocurrir que en varias instancias de jerarquía intermedia ocurren procesos de desenfoque, que si no se resuelven por considerarlos de poca importancia, puede tener un efecto multiplicador negativo que al final también repercutirá en el ciclo vital organizacional.
Los directivos, gerentes y líderes organizacionales, deben promover la cultura que estimule el estudio de la relación esfuerzo e impacto, así como también la fórmula de costo y beneficio. Una decisión que tenga como consecuencia un alto impacto con esfuerzo bajo, debe concentrar la atención para ser ejecutada con prioridad.
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