De saltos
“Las comparaciones son odiosas”. No lo creo: son un método científico; ¡¡pero bien hechas!!
El muy talentoso Presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, afirmó que es histórica para la revolución judicial del país la Ley de Reforma de la Ley Orgánica del TSJ; y, en clara referencia a grandes mejoras habidas, “comparó el sistema judicial actual con el de hace 20 años diciendo que hay saltos exponenciales” (Últimas Noticias, Narkys Blanco, 18 de enero de 2022).
Saltos hay muchos: P. ej. mortal; largo y triple (¡Yulimar!); alto (Bubka); doble; de talanquera; de garrocha; de rana; de carnero; de cangrejo; de cama; y ahora “exponenciales” o muy avanzados en rápida progresión geométrica; y ¡¡salto atrás!!
En el TSJ “de 2002” hubo éxitos muy importantes: Modernizar el Poder Judicial con formación de jueces y concursos; dotación de sedes; y creación de la muy noble e importante Defensa Pública. Fueron magistrados Jesús Cabrera R., Blanca Mármol, Iván Rincón U., Yolanda Jaime, Luis Martínez H., Levis Zerpa, Delgado Ocando, Omar Mora, Carlos Oberto, Antonio I. Ramírez J., Pedro Rondón Haaz, Hadel Mostafá, Arístides Rengifo, Tulio Álvarez, Alfonso Valbuena, Franklyn Arrieche y quien suscribe.
En 2000 ingresé a la Sala Penal siendo ya Doctor en Derecho (UCAB, 1993), como se requería (ahora no). La presidí por varios años y me retiré motu proprio el 31-12-2005, a mitad del período que concluiría en 2012. Recién ingresado logré –en ponencia mía– que se diera la libertad por legítima defensa a un hombre que sufría una prisión inmerecida en Trujillo: antes de 2000 no se podía dar la libertad en el sumario –que podía durar años– y había que esperar al plenario. Observé al llegar a la Sala Penal que muchos estaban condenados por homicidio pese a matar en legítima defensa. Mayor injusticia es condenar a un inocente que absolver a un culpable. El mayor triunfo, en términos de hacer justicia, fue libertar de una prisión inmerecida a esos inocentes: Nunca en el más alto tribunal se absolvió de oficio a nadie por defensa justa y mis ponencias fueron precursoras en tal sentido.
También ideé Fundaprovic (Fundación de Protección a las Víctimas de la Criminalidad Común), sin fines de lucro, aprobada por todos los magistrados, con un 0800 las 24 horas; financiada por el TSJ y que por años ayudó muchos huérfanos, mujeres violadas, ciegos y gran cantidad de víctimas… hasta que recién ido llegó la sui generis Luisa Estela Morales Lamuño y la cerró…
Con ponencia mía, en sentencia 1.703 del 21/12/2000, por vez primera en Venezuela se aplicó el dolo eventual, del que no se hacía mención en el ámbito jurídico. Tal grado de dolo –que no es perfecto ni de primer grado– da toda la posibilidad de hacer justicia al no descargar todo el peso de la pena sobre el culpable, pues permite morigerarla como se debe. Tal dolo, de muy rancia solera jurídica penal en Alemania, España e Italia por ejemplo, se presenta con alguna frecuencia y más en delitos de tránsito.
En el mismo año 2000 propuse en forma pública –en conferencias, radio, TV y artículos de prensa– el legalizar el aborto libre y la eutanasia. Hubo gran polémica. En 2002 el TSJ me confió la redacción del Proyecto de Código Penal. En 2003 –aun antes del plazo prometido– entregué el anteproyecto. En Sala Plena del 22-9-2004 hubo el debate y aprobación némine discrepante –sin votos salvados– pero respecto al aborto y la eutanasia expresaron su reserva o votos concurrentes, “por razones religiosas”, Iván Rincón Urdaneta, Antonio Ramírez Jiménez y Pedro Rondón Hazz. Todos los magistrados aprobaron el Anteproyecto –incluso ellos tres–para cuyo estudio tuvieron un año: hubo muy pocas observaciones de fondo sobre un trabajo de 478 páginas y 1.038 artículos, cuya forma fue tan acabada (a veces todo hay que decirlo) que no requirió ni de un solo reparo al respecto. Se le ofreció ese ya Proyecto de Código Penal del TSJ a la Asamblea General Legislativa, a cuya sede lo llevó la Junta Directiva del TSJ: jamás esa AGL dijo ni mu: no respondió nada al respecto…
Ese proyecto, para dar máxima importancia a los derechos de las víctimas, propuso –por primera vez en el país– que la pena corporal pueda ser también pecuniaria e indemnizatoria a la víctima; y tipificó por primera vez los crímenes de lesa humanidad; de contagio sexual de SIDA y hepatitis B, C ó D (contagiar a sabiendas es como dar una puñalada); informáticos (que devastan la Economía e infraestructura nacional); de manipulación genética; la responsabilidad penal de las personas jurídicas; hospitalización maliciosa de otro; acoso sexual; invasiones a inmuebles; cobro a presos por traslados a juzgados; delitos cambiarios y en el deporte.
Rematé mi trabajo con la mayor cantidad de sentencias hechas incluso en el mismo año 2005, cuando el 31 de diciembre dejé el cargo que ocupaba. 2005: Mag. Deyanira Nieves, 69 sentencias; Mag. Blanca Mármol, 101; Mag. Eladio Aponte, 103; Mag. Héctor Coronado, 142; y este servidor 215 sentencias publicadas… ¿“Salto exponencial”?
aaf.yorga@gmail.com
Saltos hay muchos: P. ej. mortal; largo y triple (¡Yulimar!); alto (Bubka); doble; de talanquera; de garrocha; de rana; de carnero; de cangrejo; de cama; y ahora “exponenciales” o muy avanzados en rápida progresión geométrica; y ¡¡salto atrás!!
En el TSJ “de 2002” hubo éxitos muy importantes: Modernizar el Poder Judicial con formación de jueces y concursos; dotación de sedes; y creación de la muy noble e importante Defensa Pública. Fueron magistrados Jesús Cabrera R., Blanca Mármol, Iván Rincón U., Yolanda Jaime, Luis Martínez H., Levis Zerpa, Delgado Ocando, Omar Mora, Carlos Oberto, Antonio I. Ramírez J., Pedro Rondón Haaz, Hadel Mostafá, Arístides Rengifo, Tulio Álvarez, Alfonso Valbuena, Franklyn Arrieche y quien suscribe.
En 2000 ingresé a la Sala Penal siendo ya Doctor en Derecho (UCAB, 1993), como se requería (ahora no). La presidí por varios años y me retiré motu proprio el 31-12-2005, a mitad del período que concluiría en 2012. Recién ingresado logré –en ponencia mía– que se diera la libertad por legítima defensa a un hombre que sufría una prisión inmerecida en Trujillo: antes de 2000 no se podía dar la libertad en el sumario –que podía durar años– y había que esperar al plenario. Observé al llegar a la Sala Penal que muchos estaban condenados por homicidio pese a matar en legítima defensa. Mayor injusticia es condenar a un inocente que absolver a un culpable. El mayor triunfo, en términos de hacer justicia, fue libertar de una prisión inmerecida a esos inocentes: Nunca en el más alto tribunal se absolvió de oficio a nadie por defensa justa y mis ponencias fueron precursoras en tal sentido.
También ideé Fundaprovic (Fundación de Protección a las Víctimas de la Criminalidad Común), sin fines de lucro, aprobada por todos los magistrados, con un 0800 las 24 horas; financiada por el TSJ y que por años ayudó muchos huérfanos, mujeres violadas, ciegos y gran cantidad de víctimas… hasta que recién ido llegó la sui generis Luisa Estela Morales Lamuño y la cerró…
Con ponencia mía, en sentencia 1.703 del 21/12/2000, por vez primera en Venezuela se aplicó el dolo eventual, del que no se hacía mención en el ámbito jurídico. Tal grado de dolo –que no es perfecto ni de primer grado– da toda la posibilidad de hacer justicia al no descargar todo el peso de la pena sobre el culpable, pues permite morigerarla como se debe. Tal dolo, de muy rancia solera jurídica penal en Alemania, España e Italia por ejemplo, se presenta con alguna frecuencia y más en delitos de tránsito.
En el mismo año 2000 propuse en forma pública –en conferencias, radio, TV y artículos de prensa– el legalizar el aborto libre y la eutanasia. Hubo gran polémica. En 2002 el TSJ me confió la redacción del Proyecto de Código Penal. En 2003 –aun antes del plazo prometido– entregué el anteproyecto. En Sala Plena del 22-9-2004 hubo el debate y aprobación némine discrepante –sin votos salvados– pero respecto al aborto y la eutanasia expresaron su reserva o votos concurrentes, “por razones religiosas”, Iván Rincón Urdaneta, Antonio Ramírez Jiménez y Pedro Rondón Hazz. Todos los magistrados aprobaron el Anteproyecto –incluso ellos tres–para cuyo estudio tuvieron un año: hubo muy pocas observaciones de fondo sobre un trabajo de 478 páginas y 1.038 artículos, cuya forma fue tan acabada (a veces todo hay que decirlo) que no requirió ni de un solo reparo al respecto. Se le ofreció ese ya Proyecto de Código Penal del TSJ a la Asamblea General Legislativa, a cuya sede lo llevó la Junta Directiva del TSJ: jamás esa AGL dijo ni mu: no respondió nada al respecto…
Ese proyecto, para dar máxima importancia a los derechos de las víctimas, propuso –por primera vez en el país– que la pena corporal pueda ser también pecuniaria e indemnizatoria a la víctima; y tipificó por primera vez los crímenes de lesa humanidad; de contagio sexual de SIDA y hepatitis B, C ó D (contagiar a sabiendas es como dar una puñalada); informáticos (que devastan la Economía e infraestructura nacional); de manipulación genética; la responsabilidad penal de las personas jurídicas; hospitalización maliciosa de otro; acoso sexual; invasiones a inmuebles; cobro a presos por traslados a juzgados; delitos cambiarios y en el deporte.
Rematé mi trabajo con la mayor cantidad de sentencias hechas incluso en el mismo año 2005, cuando el 31 de diciembre dejé el cargo que ocupaba. 2005: Mag. Deyanira Nieves, 69 sentencias; Mag. Blanca Mármol, 101; Mag. Eladio Aponte, 103; Mag. Héctor Coronado, 142; y este servidor 215 sentencias publicadas… ¿“Salto exponencial”?
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