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Flaubert en Egipto

Flaubert con su trabajo de orfebre lingüístico hizo evolucionar la literatura para siempre. Bajo esa mirada novedosa, el narrador podía ser más importante que el protagonista...

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

24/01/2022 05:04 am

Gustave Flaubert fue sin duda uno de los mejores escritores de la historia. Este caballero francés nacido en una familia acomodada de Normandía un 12 de diciembre de 1821, era un furibundo amante de la perfección gramatical. Su familia deseaba que estudiara derecho, y así lo hizo por dos años hasta que le dio un ataque de epilepsia que lo fulminó, y le permitieron hacer solamente lo que realmente le gustaba: escribir. Flaubert se obsesionó con la idea de encontrar la mejor forma para expresar exactamente un sentimiento, un estado de ánimo, o una situación. No eran los estudios de las leyes los motivos de su curiosidad, pero la perfección estilística de la escritura sí era su fascinación. Flaubert con su trabajo de orfebre lingüístico hizo evolucionar la literatura para siempre. Bajo esa mirada novedosa, el narrador podía ser más importante que el protagonista. Y sus narraciones además permitían tomar cierta distancia de la trama, para no tener que juzgar a los personajes. Solo los pintaba como un gran pintor dibuja sus escenas: sin necesidad de aparecer en ellas.
 
Su novela más célebre, Madame Bovary, creó un estilo que influenció a muchos escritores posteriormente. La obra fue llevada a juicio acusada de incitar a la inmoralidad, pero la querella terminó con una sentencia favorable para Flaubert y le permitieron publicarla, con la condición de que las próximas no representaran malas influencias para la sociedad. Así el “bovarismo” influyó en el aire de su época, y se convirtió en un sistema de preferencias ideal para explicar algunas conductas sociales, como esa infidelidad producto del fastidio y la ociosidad. Sus otras obras como La Tentación de San Antonio, Salambó, La Educación Sentimental, Bouvard y Pecuchet, Cartas del Viaje a Oriente, Tres Cuentos y otras, terminaron de consolidar ese caudal de genialidad literaria que Flaubert pudo legar para la posteridad.

Hace unos meses se abrió un debate en un chat de amigos eruditos sobre si Flaubert era el padre de la novela moderna, o lo era Cervantes. Salió a relucir el nombre de Vargas Llosa, gran admirador de Flaubert, y su ensayo sobre Madame Bovary. El premio Nobel peruano afirma que esa extraordinaria novela, además de haberlo iluminado hacia el tipo de escritor que quería ser, cambió la manera de narrar en la literatura. El narrador que todo lo sabe como Dios, hasta los pensamientos más íntimos de los personajes, en contraposición con el narrador que aparece como un agudo observador situaciones humanas, como si fuera el espectador de alguna competencia y luego nos hace un recuento. La discusión del chat se diluyó, cuando un cófrade pidió definir la modernidad literaria en términos de tiempos históricos.
 
Flaubert era un ser muy especial, con una personalidad repleta de contrastes muy marcados. Siendo tímido y solitario, fue un buen amigo de George Sand, de Emile Zola, Edmond Rostang, de Turgeniev y hasta de Victor Hugo, con quien viajó por los Pirineos. Su correspondencia fue muy copiosa, y en ella se descubre esa enfermiza obsesión por la perfección literaria. Afortunadamente, se carteaba a diario con su amante y con sus allegados. Por otro lado, aunque era muy famoso detestaba la gloria, y rechazaba que le tomaran fotos o lo agasajaran. Solo se lo permitía a sus amigos más allegados y en actividades familiares. Cuando muere, el 8 de mayo del año 1888, su cara era prácticamente desconocida a pesar de que sus obras gozaban de un éxito impresionante. Su vida sentimental también estuvo llena de contrastes: A pesar de mantener una fuerte relación durante muchos años con Louise Colet, nunca se casó con ella. El perfil psicológico de Flaubert representa todo un enigma lleno de contradicciones, que revelan un temperamento impresionable y a la vez un poco cínico.

Probablemente, el episodio que lo terminó de formar como hombre y le desarrolló a fondo su sensibilidad moldeándolo como un genio escritor, fue su viaje a Egipto. Durante dos años, desde 1849 hasta 1851, Flaubert y su amigo Máxime du Camp visitaron Alejandría, El Cairo, el Líbano, Palestina, Rodas, Constantinopla, Grecia e Italia. Dicen que Flaubert nunca fue el mismo después de ese viaje. Desde su desembarco en Alejandría, Flaubert quedó fascinado con Egipto. Como su amigo era fotógrafo profesional y la excusa del viaje fue recoger material para un trabajo, el recorrido era lento e interesante al principio, luego le pareció tedioso. Las calles de El Cairo, las pirámides, las momias, los masajes, los bailes, y las exóticas noches orientales le hipnotizaron.

Por eso se dice que Madame Bovary nació en Egipto. Precisamente el perfeccionismo obsesivo de Flaubert hizo que el libro tardara muchos años en ser terminado. Finalmente publicado en el año 1856, cinco años después del regreso de oriente. Flaubert la escribió asegurando que él no juzgaba, solamente recogía situaciones de la vida en sus obras. Por eso Flaubert se convirtió en un autor indispensable para cualquier biblioteca del mundo.

alvaromont@gmail.com

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