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El silencio es la paz

Hay prohibición; pero se venden a placer: el Gobierno debe vigilar y más en zonas arboladas

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

23/12/2021 05:00 am

Ha poco vi por TV que un complacido e ingenuo animador desanimó al asegurar con emoción –digna de mejor causa– que “en Venezuela es una tradición celebrar las fiestas navideñas con fuegos artificiales”...

Eso es verdad; pero su deber como comunicador social es civilizar y no estimular el primitivismo ínsito en la tosquedad o rudeza característica de la temeridad e imprevisión. No lo hizo con esta intención; pero el daño es el mismo y por eso es que hay que tener prudencia en un medio tan poderoso como la TV, porque podría implicar peligrosos mensajes subliminales. En realidad, los fuegos artificiales –altamente inflamables– no sólo son una tradición venezolana en tiempo de Navidad, sino mundial y sobre todo en el fin de año.

Intelectuales y personas educadas aprecian el valor del silencio y empiezan por no hablar a gritos. El silencio es muy útil y brinda deleite. El ruido es por lo común desagradable y desapacible en sí. Es la gente con el gusto menos educado la que puede disfrutar de lo estruendoso y, por ello, siente un frenesí por desfogar el gran estrépito pirotécnico –en lo cual también pesa u opera un evidente prurito exhibicionista–, que incluso atenta contra el sentido del oído porque a veces produce sordera. El prestigioso filósofo español Julián Marías aseveró: “La gente no aguanta un minuto de silencio, por eso hay música en todas partes. Es un bien preciado porque es una de las cosas que nos permite pensar” (resaltado mío). Es significativo que el notable lexicógrafo español F.C. Sáinz de Robles, en su “Diccionario de Sinónimos y Antónimos”, señala una sinonimia entre “ruido” y “triquitraque”...

Empero, son muy peligrosos y si no se observa la reglamentación al respecto, pueden originar lesiones, muertes y aun verdaderas tragedias por su eventual uso enloquecido, cual especie de guerra sin intermisión: en Caracas menudea el desvío de cohetes, inintencionado en principio, porque no van hacia la altura sino que salen disparados en dirección horizontal o hacia abajo. Esto es muy riesgoso porque tales cohetes –suerte de misiles– pueden estallar sobre personas en la calle o áreas bajas y hasta en sus hogares, pues en ocasiones penetran en casas o apartamentos. Al respecto, es significativo el que en Venezuela hay un potente explosivo “navideño” al cual se le denomina tumbarrancho…

Son muy peligrosos porque a quienes estén cerca pueden causarles graves quemaduras (por el fuego y calor extremo), mutilaciones (por la violencia de las explosiones) y demás lesiones como por ejemplo a la vista (hasta ceguera) y los oídos por el estruendo cercano. Tales fuegos de artificio son altamente inflamables, y las explosiones de los petardos pueden ser con tánta rapidez y violencia que impidan una reacción salvadora. Por eso hasta se les considera como un “misil de bajo calibre” y están controlados en gran parte del mundo, con el propósito de que sólo los manejen u operen los expertos.

La pirotecnia es un negocio que mueve alrededor de 12 mil millones de dólares por año. La manipulación de estos explosivos sigue causando miles de personas heridas y fallecidas, sobre todo en países cuyos controles de seguridad son menos estrictos. Por defectos de fábrica y máxime por su uso temerario, tales artilugios tienen una muy sombría historia en Suramérica:

En Perú, en 2015, hubo 132 incendios por la pirotecnia; Colombia: 599 heridos; Argentina: 77 heridos; Méjico: 50 heridos y 30 muertos en explosión del mercado de esos fuegos, donde antes hubo al menos 13 accidentes con decenas de víctimas; Perú el 15-8-1996: 40 heridos y 35 muertos pues un cohete impactó un cable de alta tensión, que cayó y mató por electrocución a decenas de personas; Méjico el 26-9-1999: 350 heridos y 72 muertos; Guatemala el 10-12-2001: muertos 3 niños y 5 adultos; Perú, 29-12-2001: 247 heridos y 280 muertos; Chile, 31-12-2000: 49 heridos y dos personas muertos; Chile, 31-12-2000: 49 heridos y dos muertos; Venezuela, 8-9-2011: 14 heridos y ocho muertos; Méjico, 15-3-2013: 154 heridos y 23 muertos; Méjico, 20-12-2016: más de 50 heridos y más de 30 muertos.

Los estadounidenses –cuya afición a las detonaciones y explosivos es obsesiva– también han tenido accidentes: en 2019 hubo un incendio dentro de una tienda de fuegos artificiales, lo cual provocó un muy fuerte estallido, y fue necesaria la urgente intervención de los bomberos de Carolina del Norte, que “enfrentaron el reto de apagarlo” (CNN, María Alejandra Requena –venezolana ganadora del Emmy por su programa en CNN–, 4-7-2019).

Por pánico hay daños a los animales, sobre todo a perros. Por liberación de elementos pirotécnicos abundan moléculas microscópicas de PM 2,5, que son inhaladas y con ellas entran al organismo peligrosas enfermedades, causantes de complicaciones respiratorias y posibles perjuicios cardíacos y cerebrales. Hay gran polución contaminante (aumentos del 60 y 80%) y el “efecto invernadero”, así como un tan forzado cuan negativo cambio climático.

aaf.yorga@gmail.com

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