Desde su formulación latina (el título, arriba) en fecha tan remota como los tiempos del emperador romano Augusto, pasando por el muy español “vísteme despacio que tengo prisa”, incluyendo numerosas fábulas, como la de la liebre y la tortuga, la experiencia y la sabiduría advierten contra el apresuramiento. Lo dicho, para consignar que es contrario al interés de la oposición venezolana (a la que nos adscribimos) y, por tanto, al interés del país y su nación, el promover un referéndum revocatorio del Presidente Maduro ―dicho, así, con todas sus palabras. Es simplemente increíble el tiempo que ha venido tomando y aun toma el que se terminen de reconocer las razones económicas y sociales que dieron origen al fenómeno político de Hugo Chávez y el chavismo, y las que, sobre éstas, aquél y Nicolás Maduro han creado para el entronizamiento del chavomadurismo.
La oposición venezolana tiene pendiente la elaboración, no de un listado de iniciativas al estilo “Plan País”, sino de un conjunto orgánico de principios y valores, sustento de esas iniciativas, y salir a proclamarlos y a hacer que se integren al conjunto de las convicciones de los venezolanos; mientras eso no se haga, mientras se siga apostando a un triunfo electoral que se explique sólo por el rechazo al gobierno derivado de su pésima gestión, los resultados seguirán siendo iguales a las dos últimas elecciones de gobernadores y alcaldes; con el agregado que de darse uno favorable a la oposición, incluso uno ampliamente favorable, conducirá a una gestión políticamente insostenible. Así mismo, la oposición venezolana tiene pendiente la integración (depuración incluida) de un liderazgo esclarecido y comprometido: un liderazgo que abrace elaboradas y genuinas convicciones (y no la simple conveniencia chiquita en el discurso político) y que sea consecuente con ellas. Hasta ahora lo que muestran es cierto profesionalismo político y capacidad para movimientos tácticos, ni siquiera estratégicos. Por último, falta una estructura sólida para la fecha electoral, incluyendo formados testigos electorales, que, está visto, no se tiene.
Para todo eso que ha estado y sigue pendiente, el plazo hasta la elección presidencial que Maduro reconoce, la de 2024, resulta hasta estrecho. Quizás convenga agregar que quien esto escribe tiene 73 años.
SANTINUNEZ@Yahoo.com
La oposición venezolana tiene pendiente la elaboración, no de un listado de iniciativas al estilo “Plan País”, sino de un conjunto orgánico de principios y valores, sustento de esas iniciativas, y salir a proclamarlos y a hacer que se integren al conjunto de las convicciones de los venezolanos; mientras eso no se haga, mientras se siga apostando a un triunfo electoral que se explique sólo por el rechazo al gobierno derivado de su pésima gestión, los resultados seguirán siendo iguales a las dos últimas elecciones de gobernadores y alcaldes; con el agregado que de darse uno favorable a la oposición, incluso uno ampliamente favorable, conducirá a una gestión políticamente insostenible. Así mismo, la oposición venezolana tiene pendiente la integración (depuración incluida) de un liderazgo esclarecido y comprometido: un liderazgo que abrace elaboradas y genuinas convicciones (y no la simple conveniencia chiquita en el discurso político) y que sea consecuente con ellas. Hasta ahora lo que muestran es cierto profesionalismo político y capacidad para movimientos tácticos, ni siquiera estratégicos. Por último, falta una estructura sólida para la fecha electoral, incluyendo formados testigos electorales, que, está visto, no se tiene.
Para todo eso que ha estado y sigue pendiente, el plazo hasta la elección presidencial que Maduro reconoce, la de 2024, resulta hasta estrecho. Quizás convenga agregar que quien esto escribe tiene 73 años.
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