¿Qué significa la variante Ómicron del coronavirus, y el porqué de otra amenaza de la Covid-19? Para comenzar, aún no hay datos como para estimar su nocividad real, si bien se sabe que Ómicron se transmite mucho más rápido que las variantes precedentes. Los virus mutan, cambian, se adaptan con rapidez para perpetuar su existencia en los tejidos humanos y en los reservorios zoonóticos. Mientras menos se vacune la gente mejor para los virus, pues de esa manera habrá mayores oportunidades de reproducirse y hasta de intercambiar información genética para mejorar el tránsito de pacientes a sanos.
Esta secuencia es lo que ocurre con las variantes del SARS-CoV-2, que, en sucesión de una tras otra, como la beta, gamma, mu, y delta, van sumando cambios hasta llegar a Ómicron con unas cincuenta mutaciones ventajosas para el virus. Y ocurrirán otras más en la medida de la desigualdad mundial de acceso a vacunas, y la voluntad terca a no vacunarse. Para visualizar estas mutaciones basta imaginar a la espiga del virus como una rosa que al mirarla por arriba cambió el rojo vivo de la flor por un moteado de puntos blancos que le dan mayor afinidad por el tejido humano y, de repente, la capacidad de escape ante las vacunas. Pero esto último no lo sabemos aún, como tampoco se conoce si la Ómicron es más nociva que las otras variantes.
¿Qué hacer, entonces? Aparte de cautela y paciencia ante mayores datos científicos sobre esta nueva ola de Covid-19, los responsables de vacunas como el presidente de BioNTech, de la tecnología que usa Pfizer, dice que en 100 días tendrán ellos una candidata contra Ómicron; y el de Moderna afirma que están preparados para producir su contraparte en 2022. Mientras tanto, hay que reforzar los esfuerzos de vacunación masiva, y la secuenciación genómica en Venezuela. Por fortuna la pandemia demuestra cómo es clave la ciencia contra un coronavirus que dejó las escaleras para subir en ascensor. En Estados Unidos, su presidente, declaró el 02/12/2021 que: el gobierno combatirá las variantes con “ciencia y velocidad”.
@rrangelaldao
Esta secuencia es lo que ocurre con las variantes del SARS-CoV-2, que, en sucesión de una tras otra, como la beta, gamma, mu, y delta, van sumando cambios hasta llegar a Ómicron con unas cincuenta mutaciones ventajosas para el virus. Y ocurrirán otras más en la medida de la desigualdad mundial de acceso a vacunas, y la voluntad terca a no vacunarse. Para visualizar estas mutaciones basta imaginar a la espiga del virus como una rosa que al mirarla por arriba cambió el rojo vivo de la flor por un moteado de puntos blancos que le dan mayor afinidad por el tejido humano y, de repente, la capacidad de escape ante las vacunas. Pero esto último no lo sabemos aún, como tampoco se conoce si la Ómicron es más nociva que las otras variantes.
¿Qué hacer, entonces? Aparte de cautela y paciencia ante mayores datos científicos sobre esta nueva ola de Covid-19, los responsables de vacunas como el presidente de BioNTech, de la tecnología que usa Pfizer, dice que en 100 días tendrán ellos una candidata contra Ómicron; y el de Moderna afirma que están preparados para producir su contraparte en 2022. Mientras tanto, hay que reforzar los esfuerzos de vacunación masiva, y la secuenciación genómica en Venezuela. Por fortuna la pandemia demuestra cómo es clave la ciencia contra un coronavirus que dejó las escaleras para subir en ascensor. En Estados Unidos, su presidente, declaró el 02/12/2021 que: el gobierno combatirá las variantes con “ciencia y velocidad”.
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