Recibo, con regocijo, Caracas desde un bus, el calendario concebido por el fotógrafo Carlos Hernández, quien durante años fuera Jefe del Departamento de Fotografía y editor fotográfico de esta casa, El Universal. Se trata de una selección de trece imágenes provenientes de una serie homónima.
Este gran reportaje, que incluye más de 500 fotografías, fue realizado antes de que Carlos se trasladara a España, entre 2016 y 2017, y será exhibida en un futuro próximo.
“La experiencia de viajar día tras día en autobús, al perder la posibilidad de hacerlo en mi vehículo (primero por la escasez de gasolina, después por una avería y la consabida falta de repuestos) me permitió descubrir cómo se veían la ciudad y su gente desde la ventana, imágenes que tomé la decisión de registrar diariamente como un voyeur . La cantidad de cosas que uno ve siendo pasajero es increíble”, explica Carlos.
El proceso de planificación fue sencillo: buscar una ventana adecuada, tener la cámara escondida, pero a mano, e ir anticipándose a lo que veía. “Usé unos parámetros que me permitieran actuar rápidamente, seleccionado la opción del diafragma bastante cerrado y dejando que la cámara escogiera la velocidad”- afirma. Y añade: “y confiar en el autofoco, claro: no había tiempo para enfocar”.
Escogía las imágenes que quería capturar. “A veces estaba de pié en el bus y de repente veía una escena digna de ser retenida en una fotografía. Había que sacar la cámara y hacer la foto, sin pensar mucho en la seguridad. Porque ese tema nos obsesiona en Caracas, ya que andar con el equipo en público es peligroso”, cuenta.
En cuanto a los aspectos técnicos, señala: “solo una cámara, una pequeña Nikon Shure Shoot por la facilidad de usarla sin que mucha gente me viera, más por seguridad que por otra cosa. Todas fueron disparadas en blanco y negro, por decisión personal (a veces el color puede obstaculizar el mensaje). No hay gran retoque, salvo lo básico, contraste, tono etc. Y no hay cropp, o sea, recorte: van enteras, tal como las tomó la cámara”.
Carlos privilegia la gente, siempre en el contexto de la ciudad. También hay algunas fotos de espacios sin personas, pero el objetivo era mostrar a quienes viven y sobreviven en Caracas.
Indago acerca de posibles influencias y antecedentes de este trabajo. Me explica que no se siente emparentado con El Grupo, que es una generación anterior a la suya, pero que sí se puede decir que hay influencia de algunos de esos “colegas talentosos, a los que admiro sin reservas” así como de Ricardo Jiménez, quien hizo también una serie de capturas desde su automóvil.
Esta pequeña selección de imágenes me hace sentir una privilegiada: no solo me reconecta con mi ciudad, sino que, estéticamente, me parecen estimulantes. Poseen además, un especial valor desde el punto de vista documental, pues conforman el registro visual de una época, de la ciudad y su gente, de los edificios y el relieve.
Carlos ha trabajado durante más de 40 años, formado en medios de comunicación, lo cual lo dota no solo de una vasta experiencia, sino que también ha afinado su sensibilidad de cara al acontecer humano.
Agradezco sobremanera a este fotógrafo, veterano profesional forjado en el registro de golpes de Estado, catástrofes naturales o competencias deportivas de alto nivel, que me haya conferido el privilegio de conversar con él y de acceder a las imágenes que me conducen a un lugar y un tiempo ora distantes, empañados por la criba de la memoria y pródigos en emociones y recuerdos. Mientras tanto, permanecemos atentos a esa venidera exposición, que reseñaremos con gusto cuando el momento.
linda.dambrosiom@gmail.com
Este gran reportaje, que incluye más de 500 fotografías, fue realizado antes de que Carlos se trasladara a España, entre 2016 y 2017, y será exhibida en un futuro próximo.
“La experiencia de viajar día tras día en autobús, al perder la posibilidad de hacerlo en mi vehículo (primero por la escasez de gasolina, después por una avería y la consabida falta de repuestos) me permitió descubrir cómo se veían la ciudad y su gente desde la ventana, imágenes que tomé la decisión de registrar diariamente como un voyeur . La cantidad de cosas que uno ve siendo pasajero es increíble”, explica Carlos.
El proceso de planificación fue sencillo: buscar una ventana adecuada, tener la cámara escondida, pero a mano, e ir anticipándose a lo que veía. “Usé unos parámetros que me permitieran actuar rápidamente, seleccionado la opción del diafragma bastante cerrado y dejando que la cámara escogiera la velocidad”- afirma. Y añade: “y confiar en el autofoco, claro: no había tiempo para enfocar”.
Escogía las imágenes que quería capturar. “A veces estaba de pié en el bus y de repente veía una escena digna de ser retenida en una fotografía. Había que sacar la cámara y hacer la foto, sin pensar mucho en la seguridad. Porque ese tema nos obsesiona en Caracas, ya que andar con el equipo en público es peligroso”, cuenta.
En cuanto a los aspectos técnicos, señala: “solo una cámara, una pequeña Nikon Shure Shoot por la facilidad de usarla sin que mucha gente me viera, más por seguridad que por otra cosa. Todas fueron disparadas en blanco y negro, por decisión personal (a veces el color puede obstaculizar el mensaje). No hay gran retoque, salvo lo básico, contraste, tono etc. Y no hay cropp, o sea, recorte: van enteras, tal como las tomó la cámara”.
Carlos privilegia la gente, siempre en el contexto de la ciudad. También hay algunas fotos de espacios sin personas, pero el objetivo era mostrar a quienes viven y sobreviven en Caracas.
Indago acerca de posibles influencias y antecedentes de este trabajo. Me explica que no se siente emparentado con El Grupo, que es una generación anterior a la suya, pero que sí se puede decir que hay influencia de algunos de esos “colegas talentosos, a los que admiro sin reservas” así como de Ricardo Jiménez, quien hizo también una serie de capturas desde su automóvil.
Esta pequeña selección de imágenes me hace sentir una privilegiada: no solo me reconecta con mi ciudad, sino que, estéticamente, me parecen estimulantes. Poseen además, un especial valor desde el punto de vista documental, pues conforman el registro visual de una época, de la ciudad y su gente, de los edificios y el relieve.
Carlos ha trabajado durante más de 40 años, formado en medios de comunicación, lo cual lo dota no solo de una vasta experiencia, sino que también ha afinado su sensibilidad de cara al acontecer humano.
Agradezco sobremanera a este fotógrafo, veterano profesional forjado en el registro de golpes de Estado, catástrofes naturales o competencias deportivas de alto nivel, que me haya conferido el privilegio de conversar con él y de acceder a las imágenes que me conducen a un lugar y un tiempo ora distantes, empañados por la criba de la memoria y pródigos en emociones y recuerdos. Mientras tanto, permanecemos atentos a esa venidera exposición, que reseñaremos con gusto cuando el momento.
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