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Lecturas electorales

Los resultados electorales, si son leídos con agudeza, brindan una oportunidad única al gobierno y a la oposición para reflexionar sobre sus deficiencias. Es el momento perfecto para rectificar, no lo dejen escapar...

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

29/11/2021 05:03 am

En un primer análisis de los resultados electorales en nuestro país, más allá del color del mapa geográfico que se pinte, observamos varios elementos que llaman la atención y nos ayudan a comprender mejor cómo está evolucionando el humor político del venezolano. Son momentos de reflexión, como para dejar a un lado las pasiones que saltaron en las campañas electorales y las preferencias personales, de manera que nos fluyan pensamientos más elaborados y analíticos para percibir la realidad desde la serenidad. Otorgarle una mirada despejada a los hechos después de que pasan puede ayudarnos a llegar a conclusiones más certeras, siempre y cuando tengamos un poco de actitud autocrítica.

Comencemos por admitir que siempre hubo del lado de la oposición, sobre todo en el ala más radical que se encuentra en el exilio, la idea de no votar porque ese acto le otorgaría legitimidad al gobierno. El fantasma de la abstención sigue rondando en muchas mentes opositoras como la mejor forma de expresarse. Aunque ese enfoque es muy discutible, existen razones para tomar una postura de rechazo al voto. La primera es la desesperanza. En el pasado reciente, muchos intentos democráticos se han visto malogrados por el grosero ventajismo electoral del oficialismo en Venezuela. Siempre es frustrante observar cómo una minoría impone su criterio a la mayoría. Sin embargo, la oposición que sigue creyendo que el voto es la herramienta fundamental que tenemos los ciudadanos para cambiar a los gobiernos no ha perdido el ánimo, y en esta oportunidad consiguió unos 700.000 votos más que el oficialismo. Lo que pasa es que no los pudo convertir en una realidad política contundente, porque en muchos estados los candidatos opositores acudieron separados.

Las informaciones que circulan al momento de escribir este trabajo revelan unos 4.429.137 votos totales para los partidos de la oposición, y 3.722.656 para el partido de gobierno. Esas mismas cifras muestran que la suma de los votos de la MUD y la Alianza opositora fue superior a los votos obtenidos por el PSUV en 14 estados. Divide y vencerás aconsejaba el astuto Maquiavelo. Además, en las últimas elecciones regionales del año 2017 el PSUV obtuvo 5.814.903 votos, y en estas del 2021 apenas lograron los 3.722.656 que mencionamos. Eso representó una caída del 35,98 por ciento. Desde donde miremos esos números nos confirman que es cierta y palpable la pérdida de popularidad del partido de gobierno. Por eso la oposición pasó de tener unas 25 alcaldías, a conseguir más de 110 en estos comicios. Multiplicaron por cuatro sus resultados principalmente en las regiones rurales, lo cual indica que el comportamiento de voto en el interior está cambiando mucho más rápido que las grandes ciudades.

La abstención quedó en los parámetros considerados normales para este tipo de elección, así que ese índice no parece haber sido el factor clave de los resultados. Aunque saben que divididos no llegarán muy lejos y que en la única elección en la cual arrasaron, las parlamentarias del año 2015, iban más unidos que nunca, pareciera que los egos y personalismos pesan cada vez más en el liderazgo opositor. Eso impide canalizar el enorme caudal de descontento popular que representa un mal gobierno, para poder convertirlo en una posibilidad real de alternancia que resulta indispensable en una democracia que funcione efectivamente. Si no existe la oportunidad de la alternancia democrática, entonces su puesto lo ocupará siempre la autocracia y la tiranía.
 
La reflexión del lado del oficialismo, aparte de las bravuconadas para las graderías que profieren algunos de sus líderes y que nunca logran subir los índices de popularidad, debe llevarlos a un ejercicio de introspección para que con una buena dosis de autocrítica puedan darse cuenta de aquello que están haciendo mal. Si no lo hacen ahora leyendo estos resultados, no corregirán las desviaciones reales que han sufrido sus planes y proyectos populares. Si creen que ganaron las elecciones regionales porque pintan un mapa geográfico de Venezuela muy rojito, están cayendo en el torbellino trágico de creer que lo están haciendo bien. Entonces nunca encontrarán alguna explicación válida a la disminución de sus votos, que en esta oportunidad llegaron a los niveles más bajos de su historia en unas elecciones regionales. Al contrario, si se cobijan aunque sea por algunos días con el manto del ojo crítico, pudieran rectificar. Así se darían cuenta de que su adversario electoral es más la inflación que la oposición. También arreglarían el problema del combustible, para no restar los votos que pierden día a día en cada una de esas colas inhumanas que se forman en las gasolineras del interior. Seguramente su popularidad aumentaría en los próximos comicios, si lucharan eficazmente contra la corrupción administrativa y contra las insolentes alcabalas de todo tipo, que además de encarecer los productos humillan a los venezolanos en una forma inaceptable. Deben saber que nunca serán percibidos como buenos gobernantes, por unos ciudadanos que tienen que soportar los chantajes continuos de un gestor o de algún funcionario deshonesto, para realizar cualquier trámite o poder llevar una vida casi normal.

Los resultados electorales, si son leídos con agudeza, brindan una oportunidad única al gobierno y a la oposición para reflexionar sobre sus deficiencias. Es el momento perfecto para rectificar, no lo dejen escapar.

alvaromont@gmail.com


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