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El país hambriento

PEDRO E. PIÑATE B. Entre 1999 y 2018, bajo el ideario Castro-comunista, el terror agrario por ley, los controles, la agricultura de puertos y la inseguridad rural, diezmaron el campo y los productores

  • PEDRO E. PIÑATE B.

07/06/2018 05:00 am

Históricamente excepto durante las guerras de Independencia y Federal, de escasez aguda y carestía de alimentos nunca habíamos sufrido los venezolanos como hasta ahora bajo el régimen de hambre. En el siglo XX, con el temprano descubrimiento del petróleo y el auge y éxito de su explotación junto a los demás recursos mineros, la multimillonaria generación de dólares por su exportación, cambió la visión país de nuestros gobernantes. La mentalidad minera perduró gobierno tras gobierno, hasta derivar en los 19 años de “socialismo del siglo XXI”, en la corrupción y el derroche más vil dejando a la población sin alimentos, medicinas, bienes básicos ni servicios. El país petrolero con las reservas probadas más grandes del mundo, es hoy el país hambriento en crisis humanitaria donde más de la mitad de la población sobrevive con apenas una comida diaria. 

Así probó ser falsa la asunción base del desdén por la agricultura, de que el petróleo, las minas y los impuestos, bastaban solo para alimentar el país. Esto reconociendo que después de la II Guerra Mundial y especialmente en los 40 años de democracia entre 1958 y 1998, el desarrollo agrícola permitió alcanzar hasta 75% de suficiencia agroalimentaria. Sin embargo el interés oficial en el campo no fue del todo veraz. Las importaciones de alimentos son favorecidas por los nocivos controles cambiarios y sus sistemas de administración discrecionales de divisas. 

Entre 1999 y 2018, bajo el ideario Castro-comunista, el terror agrario por ley, los controles, la agricultura de puertos y la inseguridad rural, diezmaron el campo y los productores. Sobre 6 millones de hectáreas de tierras y las agroindustrias y agrocomercios estatizados, hoy no producen nada. Las fincas y productores privados que sobreviven el asedio estatal, son los únicos que producen, aportando en 2018 apenas 25% de la oferta de alimentos al consumo que continúa cayendo. El 75% de los alimentos que no se producen no se importan suficientes ni oportunamente. La oferta total de alimentos al consumo normativo no alcanza para todos y la hiperinflación niega su acceso a la mayoría de la población. Mientras el país hambriento espera se permita la ayuda humanitaria internacional y se deje a los productores libremente producir, observando imposibles 6 años más de régimen de hambre. 

ppinate@gmail.com 
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