Edmond Rostand y Cyrano de Bergerac
Elegir muchas veces no es fácil. No obstante, la vida nos indica que hay momentos en los cuales forzosamente tenemos que seleccionar alguna opción. En el amor, en el trabajo, en la política, y hasta en las diversiones...
En un bellísimo teatro parisino con estilo de la Belle Époque, “Le Theatre du Palais Royal”, están presentando una obra dedicada a la vida de Edmond Rostand, autor de la obra que más éxito ha conseguido en la historia del teatro francés: Cyrano de Bergerac. El teatro, cuyo salón de espera parece sacado de una novela de Balzac, está al lado del inmortal restaurante “Le Grand Vefour”, en cuyas mesas sirven la mejor comida francesa desde el año 1784, y era frecuentado por el Barón de Humboldt, Napoleón, Víctor Hugo y Simón Bolívar, quien por cierto vivió a un par de cuadras de allí durante sus dos estadías en la Ciudad Luz.
Todo el Palais Royal y sus alrededores traspiran muchísima historia en cada rincón, un poco de misterio, y hasta fantasías encantadoras por tantos episodios que han sucedido en sus espacios. Los cuentos son fascinantes desde los inicios del palacio iniciado por el Cardenal de Richelieu, quien mandó a construir un teatro en el año de 1637 donde trabajaban Moliére y su tropa, o luego con Philippe D´Orleans, llamado Philippe Egalité, quien heredó el palacio e hizo construir unos edificios rodeados con galerías encuadradas por columnas que abrigaban una hilera de comercios en la planta baja, coronadas con apartamentos en el segundo piso. Esas especies de bóvedas quedaron unidas hacia el interior por un enorme y hermoso jardín, que todavía hoy en día le otorgan un carácter único a todo el monumental complejo. Desde la calle jamás se puede apreciar la belleza casi íntima de los jardines del palacio. Por cierto, en una época esas galerías fueron el escenario preferido de la vida más libertina de París, repletas con salas de juego, prostitutas, bandidos, estafadores, y toda la clase de fauna humana noctámbula y corrupta que había en la ciudad.
Pues resulta que en ese cuadro tan mágico hoy se está presentando la obra de teatro “Edmond”, que nos hace entrar de una manera muy divertida en el dilema que vivió Edmond Rostand, un dramaturgo nacido en el seno de una familia acomodada de Marsella, para escribir ese clásico del teatro francés llamado Cyrano de Bergerac. La historia que ha sido contada en muchas versiones teatrales y cinematográficas, se trata de las peripecias amorosas de un hombre joven y buenmozo, pero poco inteligente. Era un cadete llamado Christian que encantaba a las mujeres por su físico, sin embargo, al hablarles las decepcionaba. Su amigo es Cyrano de Bergerac, un capitán de mosqueteros mucho mayor que él, quien tenía un defecto físico con una nariz exageradamente grande. Cyrano era además poeta, por lo que manejaba el don de la palabra con mucha destreza y escribía magníficamente. Ambos se enamoran de la misma mujer y Cyrano, en un acto de desprendimiento inusual, ayuda a su tosco subalterno a conquistar a Roxanne, el centro de la tensión sentimental, poniendo en boca del joven sutilezas que la seducen y escribiendo cartas firmadas por su rival, que terminan de enamorar a la dama. Roxana está prendada de el alma de un hombre, y del físico de otro. La mejor versión cinematográfica reciente la hicieron en el año 1990, y tuvo como actores principales a Gerard Depardieu como Cyrano, Anne Brochet como Roxanne, y a Vincent Pérez como Christian. El filme ganó varios premios César, Globos de Oro y en el Festival de Cannes.
La obra de teatro “Edmond” que actualmente podemos ver en el Palais Royal es una creación del director, guionista, y actor franco-británico Alexis Michalik. Allí presenta de una manera fabulada las dificultades que tuvo Edmond Rostand, quien vivió entre los años 1868 y 1918, para escribir la historia de Cyrano en un momento de su vida que no tenía inspiración. Con situaciones jocosas, enredos domésticos, celos, amores, y mucha vibra teatral, Michalik deleita todas las semanas a un público que llena el escenario de aplausos entusiastas. Además, una película con el mismo guion, el mismo director, y el mismo nombre, fue estrenada en el año 2019 en las pantallas de cine francesas.
El éxito rotundo, tanto de la obra de teatro como de la película “Edmond”, se ha debido principalmente a que la historia es interesante y diferente. La vida del poeta que mejor describió el dilema de la escogencia del amor entre la belleza y la inteligencia, y los episodios que tuvo que vivir para inspirarse y plasmarla, representa un atractivo muy seductor que puede aplicarse hoy en día a muchas situaciones del amor porque pertenece a una condición intrínseca de la naturaleza humana. En el amor hay que decidir y escoger. El asunto es que al escoger uno revela su propio sistema de preferencias; sus prioridades. Siempre hay algo que perdemos al elegir. En el caso de la historia de Cyrano es la belleza física, pero a cambio cuando escogemos adquirimos otros atributos que seguramente apreciamos más, como el romanticismo o la inteligencia.
Claro que la obra de Edmond Rostand está puesta en escena como una caricatura de la vida. Sin embargo, esta representa, aunque sea de una manera exagerada, la realidad del amor que puede ser prolongada más allá en cada situación de nuestras vidas. Por ejemplo, ¿se acuerdan cuando nos decían que había que votar por el menos malo? Todos lo hemos hecho, o hemos creído haberlo hecho. Elegir muchas veces no es fácil. No obstante, la vida nos indica que hay momentos en los cuales forzosamente tenemos que seleccionar alguna opción. En el amor, en el trabajo, en la política, y hasta en las diversiones, muchas veces debemos optar por alternativas excluyentes. Entonces no temamos a decidir en nuestras vidas, porque aunque nos equivoquemos y cometamos errores, estaremos ejerciendo nuestra esencia más profunda como individuos.
alvaromont@gmail.com
Todo el Palais Royal y sus alrededores traspiran muchísima historia en cada rincón, un poco de misterio, y hasta fantasías encantadoras por tantos episodios que han sucedido en sus espacios. Los cuentos son fascinantes desde los inicios del palacio iniciado por el Cardenal de Richelieu, quien mandó a construir un teatro en el año de 1637 donde trabajaban Moliére y su tropa, o luego con Philippe D´Orleans, llamado Philippe Egalité, quien heredó el palacio e hizo construir unos edificios rodeados con galerías encuadradas por columnas que abrigaban una hilera de comercios en la planta baja, coronadas con apartamentos en el segundo piso. Esas especies de bóvedas quedaron unidas hacia el interior por un enorme y hermoso jardín, que todavía hoy en día le otorgan un carácter único a todo el monumental complejo. Desde la calle jamás se puede apreciar la belleza casi íntima de los jardines del palacio. Por cierto, en una época esas galerías fueron el escenario preferido de la vida más libertina de París, repletas con salas de juego, prostitutas, bandidos, estafadores, y toda la clase de fauna humana noctámbula y corrupta que había en la ciudad.
Pues resulta que en ese cuadro tan mágico hoy se está presentando la obra de teatro “Edmond”, que nos hace entrar de una manera muy divertida en el dilema que vivió Edmond Rostand, un dramaturgo nacido en el seno de una familia acomodada de Marsella, para escribir ese clásico del teatro francés llamado Cyrano de Bergerac. La historia que ha sido contada en muchas versiones teatrales y cinematográficas, se trata de las peripecias amorosas de un hombre joven y buenmozo, pero poco inteligente. Era un cadete llamado Christian que encantaba a las mujeres por su físico, sin embargo, al hablarles las decepcionaba. Su amigo es Cyrano de Bergerac, un capitán de mosqueteros mucho mayor que él, quien tenía un defecto físico con una nariz exageradamente grande. Cyrano era además poeta, por lo que manejaba el don de la palabra con mucha destreza y escribía magníficamente. Ambos se enamoran de la misma mujer y Cyrano, en un acto de desprendimiento inusual, ayuda a su tosco subalterno a conquistar a Roxanne, el centro de la tensión sentimental, poniendo en boca del joven sutilezas que la seducen y escribiendo cartas firmadas por su rival, que terminan de enamorar a la dama. Roxana está prendada de el alma de un hombre, y del físico de otro. La mejor versión cinematográfica reciente la hicieron en el año 1990, y tuvo como actores principales a Gerard Depardieu como Cyrano, Anne Brochet como Roxanne, y a Vincent Pérez como Christian. El filme ganó varios premios César, Globos de Oro y en el Festival de Cannes.
La obra de teatro “Edmond” que actualmente podemos ver en el Palais Royal es una creación del director, guionista, y actor franco-británico Alexis Michalik. Allí presenta de una manera fabulada las dificultades que tuvo Edmond Rostand, quien vivió entre los años 1868 y 1918, para escribir la historia de Cyrano en un momento de su vida que no tenía inspiración. Con situaciones jocosas, enredos domésticos, celos, amores, y mucha vibra teatral, Michalik deleita todas las semanas a un público que llena el escenario de aplausos entusiastas. Además, una película con el mismo guion, el mismo director, y el mismo nombre, fue estrenada en el año 2019 en las pantallas de cine francesas.
El éxito rotundo, tanto de la obra de teatro como de la película “Edmond”, se ha debido principalmente a que la historia es interesante y diferente. La vida del poeta que mejor describió el dilema de la escogencia del amor entre la belleza y la inteligencia, y los episodios que tuvo que vivir para inspirarse y plasmarla, representa un atractivo muy seductor que puede aplicarse hoy en día a muchas situaciones del amor porque pertenece a una condición intrínseca de la naturaleza humana. En el amor hay que decidir y escoger. El asunto es que al escoger uno revela su propio sistema de preferencias; sus prioridades. Siempre hay algo que perdemos al elegir. En el caso de la historia de Cyrano es la belleza física, pero a cambio cuando escogemos adquirimos otros atributos que seguramente apreciamos más, como el romanticismo o la inteligencia.
Claro que la obra de Edmond Rostand está puesta en escena como una caricatura de la vida. Sin embargo, esta representa, aunque sea de una manera exagerada, la realidad del amor que puede ser prolongada más allá en cada situación de nuestras vidas. Por ejemplo, ¿se acuerdan cuando nos decían que había que votar por el menos malo? Todos lo hemos hecho, o hemos creído haberlo hecho. Elegir muchas veces no es fácil. No obstante, la vida nos indica que hay momentos en los cuales forzosamente tenemos que seleccionar alguna opción. En el amor, en el trabajo, en la política, y hasta en las diversiones, muchas veces debemos optar por alternativas excluyentes. Entonces no temamos a decidir en nuestras vidas, porque aunque nos equivoquemos y cometamos errores, estaremos ejerciendo nuestra esencia más profunda como individuos.
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