La especificidad de la Guerra Fría y el mundo de hoy
La historia demostraría la inoperancia del modelo estatista, encarnado fielmente en la URSS, lo que contribuyó a su hundimiento, acelerado tras la caída del Muro de Berlín
A mediados del Siglo XX se configuró un nuevo orden mundial que reformuló el campo de las Relaciones Internacionales, produciéndose el paso de un mundo multipolar a un mundo bipolar. Los protagonistas de este nuevo escenario eran dos superpotencias que se definían por oposición: Estados Unidos de América y la Unión Soviética.
Durante cincuenta años ambas potencias mantuvieron un enfrentamiento a tal punto que tanto ellos como el resto del mundo debían definirse como capitalistas o comunistas; sin embargo, fueron un conjunto de choques, enfrentamientos que pueden ser considerados menores, que nunca llegaron a la magnitud de un conflicto sistémico de escala global como la I GM o la II GM. Mientras existió el conflicto, la Guerra Fría delineó el rumbo de la política internacional.
Fred Halliday, distingue entre la “Primera Guerra Fría”, donde no pudo prevalecer ni predominar ni el este ni el oeste, una “Segunda Guerra Fría” signada por una fuerte tendencia ideológica que giraba en torno de considerar al enemigo como una amenaza para toda la humanidad. Los países tenderían a adscribirse a unos o a otros a lo largo de los años para poder evolucionar económica y socialmente.
Otro rasgo general, fue el enfrentamiento de dos bloques militares hegemónicos representado por un lado por Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) y en contraparte el Tratado de Ayuda Mutua del Este de Europa, mejor conocido como el Pacto de Varsovia. Ambos bloques militares multinacionales respaldarán una serie de actores afiliados ideológica y económicamente a sus preceptos en los diversos conflictos que se desatarán como la Guerra de Corea o la de Vietnam.
Otro factor distintivo, fue una acción más vinculante y la búsqueda del establecimiento de un derecho internacional consuetudinario en el marco de las Naciones Unidas, a partir de la Carta de San Francisco, que evitaba cometer los errores y caer en la ligereza e ineficiencia de la antecesora Sociedad de las Naciones creada en 1919. Así mismo, se proyectaba y aspiraba a un mundo multipolar, que buscaba salir de esa bipolaridad Washington-Moscú, naciendo nuevos mecanismos como el Movimiento de Países No Alineados fundado en Belgrado.
Sin embargo, esto no evitó una nueva carrera militar entre las dos potencias, EEUU-URSS, que lideraban el mundo. Un rasgo tan novedoso como letal fue la carrera bélica-nuclear que configuraría una diplomacia nuclear de balances y contrapesos que sigue teniendo en vilo a la humanidad, ante la catástrofe que se inauguraba en Hiroshima y Nagasaki, locales donde se demostraba el potencial devastador mecánico inicial y radioactivo, perpetuándose este último durante décadas.
A esta carrera militar se le añadirá una carrera espacial, que aspiraba no solo a la dominación del espacio ultraterrestre sino como expresión de la capacidad tecnológica de ambos bloques. Hitos como el hombre en la luna, protagonizado por el estadounidense Neil Armstrong, o el Sputnik, el primer satélite soviético son muestras de ello. A esto se le sumará la bipolaridad económica, representada por una economía liberal de capitales, en occidente con exponentes como la FED americana o la CEE en Europa occidental, y COMECON en el ala oriental del mundo. Dentro de este marco, podemos destacar dos episodios tan icónicos como mortíferos, a saber, la Guerra de Vietnam, o la Guerra de Vietnam de 1950 a 1953, que no tuvo una clara definición ya que nunca se firmó un Tratado de paz, que permitiera un acuerdo mínimo, de elecciones generales, y así establecer un estado coreano unificado, cosa que aún no ha sido posible.
Nos detenemos en algunos aspectos de la especificidad de la Guerra Fría pues el mundo que se empieza a avizorar hacia el 2022, corre riesgos de recaer en una nueva bipolaridad, que a nuestro criterio podría ser calificada como “bipolaridad híbrida”, donde el proceder de la retórica populista y sensacionalista en lo político se complemente con un pragmatismo vital, en un mundo donde la tesis de la Destrucción Mutua Asegurada ha trascendido lo nuclear e involucra temas como el cambio climático o la pandemia.
La historia demostraría la inoperancia del modelo estatista, encarnado fielmente en la URSS, lo que contribuyó a su hundimiento, acelerado tras la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre 1989; en este momento es imperante hacer la acotación que la URSS devino en un Estado hipertrofiado que no lograba la satisfacción de las demandas y necesidad de sus habitantes. Es imperante señalar que volvemos a encontrar ambigüedad en lo relativo a lo económico y los nuevos populismos, donde un alto riesgo de coartación de libertades civiles, políticas y sociales se adhirió a los métodos convencionales del populismo.
Hoy cuando el mundo intenta despertar de la pesadilla de la pandemia, difícil aún para muchos países por la inequidad en aspectos como la vacunación, estamos experimentando violentas metamorfosis en lo relativo a nuestros modos de vida, patrones de pensamiento y consumo; la ciberseguridad, la inteligencia artificial, la neutralidad climática, la descarbonización de la economía, los conflictos nucleares y la reestructuración de la coordinación y respuesta global ante la crisis sanitaria como la pandemia deberán ser discutidos con la flexibilidad pertinente y en foros amplios con incorporación de otros elementos como la sociedad civil y las empresas. Esperemos pues no embaucarnos en una suerte de Guerra Fría de la posverdad, hibrida, sino que apuntemos hacia el multilateralismo fraterno.
Dylanjpereira01@gmail.com
Durante cincuenta años ambas potencias mantuvieron un enfrentamiento a tal punto que tanto ellos como el resto del mundo debían definirse como capitalistas o comunistas; sin embargo, fueron un conjunto de choques, enfrentamientos que pueden ser considerados menores, que nunca llegaron a la magnitud de un conflicto sistémico de escala global como la I GM o la II GM. Mientras existió el conflicto, la Guerra Fría delineó el rumbo de la política internacional.
Fred Halliday, distingue entre la “Primera Guerra Fría”, donde no pudo prevalecer ni predominar ni el este ni el oeste, una “Segunda Guerra Fría” signada por una fuerte tendencia ideológica que giraba en torno de considerar al enemigo como una amenaza para toda la humanidad. Los países tenderían a adscribirse a unos o a otros a lo largo de los años para poder evolucionar económica y socialmente.
Otro rasgo general, fue el enfrentamiento de dos bloques militares hegemónicos representado por un lado por Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) y en contraparte el Tratado de Ayuda Mutua del Este de Europa, mejor conocido como el Pacto de Varsovia. Ambos bloques militares multinacionales respaldarán una serie de actores afiliados ideológica y económicamente a sus preceptos en los diversos conflictos que se desatarán como la Guerra de Corea o la de Vietnam.
Otro factor distintivo, fue una acción más vinculante y la búsqueda del establecimiento de un derecho internacional consuetudinario en el marco de las Naciones Unidas, a partir de la Carta de San Francisco, que evitaba cometer los errores y caer en la ligereza e ineficiencia de la antecesora Sociedad de las Naciones creada en 1919. Así mismo, se proyectaba y aspiraba a un mundo multipolar, que buscaba salir de esa bipolaridad Washington-Moscú, naciendo nuevos mecanismos como el Movimiento de Países No Alineados fundado en Belgrado.
Sin embargo, esto no evitó una nueva carrera militar entre las dos potencias, EEUU-URSS, que lideraban el mundo. Un rasgo tan novedoso como letal fue la carrera bélica-nuclear que configuraría una diplomacia nuclear de balances y contrapesos que sigue teniendo en vilo a la humanidad, ante la catástrofe que se inauguraba en Hiroshima y Nagasaki, locales donde se demostraba el potencial devastador mecánico inicial y radioactivo, perpetuándose este último durante décadas.
A esta carrera militar se le añadirá una carrera espacial, que aspiraba no solo a la dominación del espacio ultraterrestre sino como expresión de la capacidad tecnológica de ambos bloques. Hitos como el hombre en la luna, protagonizado por el estadounidense Neil Armstrong, o el Sputnik, el primer satélite soviético son muestras de ello. A esto se le sumará la bipolaridad económica, representada por una economía liberal de capitales, en occidente con exponentes como la FED americana o la CEE en Europa occidental, y COMECON en el ala oriental del mundo. Dentro de este marco, podemos destacar dos episodios tan icónicos como mortíferos, a saber, la Guerra de Vietnam, o la Guerra de Vietnam de 1950 a 1953, que no tuvo una clara definición ya que nunca se firmó un Tratado de paz, que permitiera un acuerdo mínimo, de elecciones generales, y así establecer un estado coreano unificado, cosa que aún no ha sido posible.
Nos detenemos en algunos aspectos de la especificidad de la Guerra Fría pues el mundo que se empieza a avizorar hacia el 2022, corre riesgos de recaer en una nueva bipolaridad, que a nuestro criterio podría ser calificada como “bipolaridad híbrida”, donde el proceder de la retórica populista y sensacionalista en lo político se complemente con un pragmatismo vital, en un mundo donde la tesis de la Destrucción Mutua Asegurada ha trascendido lo nuclear e involucra temas como el cambio climático o la pandemia.
La historia demostraría la inoperancia del modelo estatista, encarnado fielmente en la URSS, lo que contribuyó a su hundimiento, acelerado tras la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre 1989; en este momento es imperante hacer la acotación que la URSS devino en un Estado hipertrofiado que no lograba la satisfacción de las demandas y necesidad de sus habitantes. Es imperante señalar que volvemos a encontrar ambigüedad en lo relativo a lo económico y los nuevos populismos, donde un alto riesgo de coartación de libertades civiles, políticas y sociales se adhirió a los métodos convencionales del populismo.
Hoy cuando el mundo intenta despertar de la pesadilla de la pandemia, difícil aún para muchos países por la inequidad en aspectos como la vacunación, estamos experimentando violentas metamorfosis en lo relativo a nuestros modos de vida, patrones de pensamiento y consumo; la ciberseguridad, la inteligencia artificial, la neutralidad climática, la descarbonización de la economía, los conflictos nucleares y la reestructuración de la coordinación y respuesta global ante la crisis sanitaria como la pandemia deberán ser discutidos con la flexibilidad pertinente y en foros amplios con incorporación de otros elementos como la sociedad civil y las empresas. Esperemos pues no embaucarnos en una suerte de Guerra Fría de la posverdad, hibrida, sino que apuntemos hacia el multilateralismo fraterno.
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