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Manipulación, persuasión y política

Sea para manipular y/o persuadir el instrumento usado es la comunicación y cuando comunicamos buscamos influir en quien la recibe

  • DANIEL ASUAJE

10/11/2021 05:00 am

La política siempre es uno de los tableros de la acción humana en el cual la polaridad persuasión vs manipulación ha sido secular, al punto de que muchos la piensan como el reino de la maniobra turbia y, a juzgar por muchas evidencias, así ha sido realmente con frecuencia. Un error común es apreciarla como que solo se es o lo uno o lo otro, cuando en la práctica quizás lo más acertado es pensar que toda acción política real implica dosis combinadas de ambas. Desde luego que hay quienes utilizan pertinazmente el engaño para conseguir partidarios, el populismo es pródigo en sus ofertas demagógicas, pero no son los únicos que caen en la tentación de su uso en combinación con la apelación a la post verdad y la proliferación de las fakes news.

Pensar a la política como el reino de la mentira, suele pasar de largo que en la guerra, el comercio y en los juegos competitivos (como el fútbol), el engaño al otro suele ser también moneda corriente, lo que nos lleva a señalar que, en general, los humanos somos tan frecuentemente veraces como embusteros y ello puede significar que líderes y liderados intercambian verdades y mentiras en su interacción, como cuando se finge o exagera un problema para sensibilizar a quien tiene el poder para que actúe a favor del simulador. Quizá por esta razón y porque suele aspirarse que quien se proponga como líder sea alguien distinto (por mejor) que quienes le siguen, los seguidores tienen la expectativa de que el líder sea honesto, veraz, cumplidor y efectivamente comprometido con su audiencia en mayor grado que la gente común y también por esto mismo las decepciones políticas son tan devastadoras como las amorosas. De hecho los estudios neurológicos muestran que la respuesta hormonal frente al líder elegido se parece mucho a la que producimos ante alguien que nos enamore.

Sea para manipular y/o persuadir el instrumento usado es la comunicación y cuando comunicamos buscamos influir en quien la recibe, por lo que a la final podemos asumir que no hay comunicación neutra. Toda comunicación es efectiva en la medida en la cual logra que el receptor empatice con el emisor. En esta influencia muchos ven a toda comunicación como una tentativa de manipulación y por tanto atentatoria contra nuestra libertad al pretender hacernos ver las cosas o actuar de un modo distinto al que de entrada tenemos. Bajo este prisma resultaría manipulación todo esfuerzo de mercadeo y publicidad, así como también la publicación de noticias, la enseñanza y hasta la prédica ideológica o religiosa. Cierto es que en nuestra cultura hay valores como la honestidad de quien comunica, su compromiso con lo dicho y el no uso de ventajas en la relación para lograr los fines particulares que trazan líneas divisoras entre la comunicación manipuladora y la honesta persuasión. Pero la controversia no finaliza allí porque lo que es honestidad, ventaja o compromiso con lo dicho puede variar entre las personas y lo percibido como honesto por alguien puede no ser valorado así por otra persona.

Independientemente del carácter controversial de la interpretación de la acción humana, no hay duda que las ciencias de la conducta ponen hoy día al servicio de los comunicadores profesionales un arsenal de recursos que no resultan de fácil acceso para el ciudadano común, por lo que existe una clara diferencia en las capacidades de los emisores profesionales quienes están en mejores condiciones para hacer prevalecer sus puntos de vista en lugar del que puedan tener los receptores. Este desequilibrio se acentúa en los regímenes totalitarios. Para que la democracia sea real es necesario que el ciudadano común pueda manifestar sus puntos de vista y hacerse oír por quienes ejercen o aspiran al poder, que cada quien también pueda influir en quienes ejercen poder sobre él. Sin democracia comunicacional no hay democracia, solo audiencias domesticadas.

Tendemos a creer que primero pensamos y luego sentimos emocionalmente, la evidencia muestra que si bien esto ocurre, la más de las veces pasa lo contrario. Por ello en las ciencias de la conducta tiende a cobrar fuerza que nuestras decisiones son en primer lugar emocionales y luego racionales, aunque la evidencia también muestra que no siempre se alcanzan altos niveles en esta segunda condición. Hoy día se asume que todo liderazgo es primariamente emocional. Por estos hechos la comunicación persuasiva, entendiéndola como aquella que pone énfasis en la argumentación racional y a través de su fuerza o solidez convencer al quien la recibe, queda más reducida a los ámbitos de los debates académicos, juicios legales o discusiones científicas, mientras que la apelación emocional está más presente en cualquier otro tipo de comunicación. Si toda comunicacional es manipuladora es un debate apenas en desarrollo. Lo real es que toda comunicación, incluso la científica, está impregnada de lo emocional y que las emociones forman parte de todo mensaje humano. De nuevo, no hay comunicación neutra.

@signosysenales

dh.asuaje@gmail.com
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