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Las elecciones del 21 de noviembre

Si los de la oposición van divididos a cualquier contienda, como parece que lo harán en lugares claves, no hay manera de que ganen ninguna elección aunque las condiciones electorales sean más transparentes que en Suecia...

  • ÁLVARO MONTENEGRO FORTIQUE

18/10/2021 05:04 am

A la votación del 21 de noviembre hay que darle una lectura serena, tranquila, sin muchas pasiones. Claro que es muy difícil analizar contiendas electorales cuando uno está repleto de sentimientos de angustia o de impotencia. Pero éste resulta un ejercicio indispensable para nuestro mundo interno, que nos ayuda a comprender mejor la relación entre el poder y el ciudadano.

En este momento no importa lo que diga ni el gobierno ni la oposición. Llegó, para los dirigentes políticos, el tiempo de callar un rato para que los electores, en nuestro mejor ejercicio de democracia, nos expresarnos en las urnas electorales sin ruido ni molestias. Debemos hablar claramente y decir a nivel municipal y estadal qué no nos gusta, y cómo queremos que administren nuestros recursos.

El gobierno central debe aceptar a los líderes regionales, de la tendencia que sea, que por mérito propio han logrado ganar las simpatías de los votantes. Deben darse cuenta, como los buenos deportistas, que perdiendo unas elecciones se puede ganar mucho. Se adquiere conocimiento, autocrítica, reflexión y se afinan estrategias. Los del gobierno no pueden pretender arropar todas los espacios del poder, porque demuestran poca esencia democrática.
 
La oposición por su parte debe tener la claridad para darse cuenta de que al ciudadano en este momento le interesa muy poco sus pleitos internos, o un referendo revocatorio, una revancha política, o un debate doctrinario. Lo que aspira son soluciones a sus problemas cotidianos, a sus sufrimientos diarios. Si los de la oposición van divididos a cualquier contienda, como parece que lo harán en lugares claves, no hay manera de que ganen ninguna elección aunque las condiciones electorales sean más transparentes que en Suecia.

¿No ir a votar? No soluciona nada, ya se ha demostrado varias veces en Venezuela y el mundo, que la protesta por abstención no hace mella en los oídos sordos de los gobiernos obsesionados con el poder. En ese aspecto pueden ayudarnos las reflexiones del sacerdote jesuita Luis Ugalde, que son bastante sólidas. Él afirma que irá a votar como una forma de protesta, aunque no hayan condiciones. También lo hará para obligar a los opositores “vergonzosamente divididos”, a la fundamental unión democrática.

Al final lo que importa es la gente, porque los dirigentes y militantes políticos están en lo suyo, siempre luchando por el poder. Para eso existen y no cesarán nunca de hacerlo. Esa es su vocación, y ese es su trabajo. Pero el ciudadano común, ese que no vive de la política y lo que quiere es lo mejor para su país, necesita salir del atolladero en que se encuentra para poder vivir tranquilo.

Por eso el comportamiento político del venezolano se debate entre varios dilemas, estados de ánimo, esperanzas y sueños con que algún día vivamos un país mejor; en la Venezuela que merecemos. La gente no ha perdido el anhelo de salir adelante, de avanzar. El creer en un futuro mejor no se ha perdido del todo, gracias a Dios. El empresario Alberto Vollmer comentaba en una charla que ofreció por el 225 aniversario de Ron Santa Teresa, que veía al país como una gran sabana llanera quemada, pero con muchísimos retoños verdes saliendo de las cenizas para crecer y convertirnos en un campo fértil. Retoños verdes, amarillos, azules y rojos que se deben unir en un destino común, en un trabajo conjunto por conseguir mejores condiciones para nuestro país.
 
Para comprender un poco más esta situación y al comportamiento de voto pendular, que va de un extremo al otro, ayuda la definición de “bioconceptuales” que acuñó el profesor de la Universidad de Berkeley George Lakoff. Él describe de esa manera a las personas que son genuinamente de izquierda, pero no convalidan la corrupción de los gobiernos de izquierda. O a aquellos conservadores de derecha, que no están de acuerdo en disminuir la protección social a los más desfavorecidos.
 
Contribuye también el investigador político español Javier Roiz en su obra “El mundo interno y la política”, cuando habla de la democracia vigilante, para describir a los ciudadanos desvalidos que son sometidos a crueles agresiones, no físicas, sino “con derramamiento de una sustancia humana que viene del mundo interno”. Esas sociedades responden más allá de la retórica, con una guerra continua que busca soluciones finales a sus problemas.

Así que en este momento electoral debe hablar la democracia, visualizada en ese ciudadano anónimo que debe escoger a sus gobernantes locales. Los líderes políticos nacionales tienen una oportunidad estelar de escucharnos con atención esta vez, de callar, de analizar con detenimiento las señales recibidas y hacer a un lado sus intereses partidistas, para ocuparse en serio de las verdaderas prioridades de los venezolanos.

alvaromont@gmail.com

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