La normalidad de lo anormal
Hay bodegones, pero no hay gasolina, ni servicio estable de energía eléctrica. Hay supermercados con cientos de marcas extranjeras, pero hay médicos y profesores universitarios con salarios inferiores a 30 dólares mensuales
La cúpula que detenta el poder en Venezuela se ha dado a la tarea de difundir a nivel internacional la imagen que Venezuela se recupera y se está normalizando. Para ello muestran supermercados con diversidad de productos, algunos espacios de la ciudad de Caracas recién pintados y en lo político las negociaciones entre oposición y gobierno en México, así como la convocatoria a elecciones regionales para el 21 de noviembre.
Desde tiempos de Chávez se ha vendido una “revolución” que aparentemente produce felicidad y bienestar, cuando en realidad produce sufrimiento y miseria.
Ese esfuerzo por difundir una imagen irreal de lo que realmente ocurre en Venezuela y para lo cual se invirtieron e invierten millones de dólares, tuvo su más contundente revés con las imágenes de compatriotas recorriendo las autopistas y caminos de países fronterizos buscando un futuro mejor. Refugiados quienes en su mayoría huyeron del hambre y la miseria, pero también muchos por la persecución.
Frente a esas escenas dolorosas el gobierno contrarrestó inventando el Plan Vuelta a la Patria. De dicho plan se han beneficiado unos miles que decidieron regresar. No todos los refugiados logran estabilizarse en los países donde logran ubicarse y brindar la oportunidad a personas en difíciles condiciones económicas de regresar sin riesgo y con comodidad, es positivo. Condenable es abultar las cifras de la cantidad de personas que regresaron y además descalificar a quienes forzosamente decidieron salir del país y permanecer en otros lugares, humillarlos porque quieren lograr mejores condiciones de vida. Miles regresan y a su vez otros miles siguen huyendo cada semana.
Otra realidad la cual también afectó el plan de propaganda del gobierno de presentar una Venezuela próspera, fueron las imágenes que recorrieron el mundo con supermercados vacíos e inmensas colas de personas para comprar algunos productos. Frente a esa situación el gobierno adoptó de manera pragmática algunas medidas favoreciendo la importación de productos alimenticios y permitiendo la progresiva circulación del dólar como forma de pago en las transacciones comerciales. La escasez de productos fue desapareciendo, empezaron a surgir en las principales ciudades los llamados bodegones con muchos productos importados. Así los anaqueles vacíos se llenaron de productos, con precios inalcanzables para la mayoría de la población. Sin duda haber resuelto el grave problema de la escasez fue un logro. Esos bodegones se presentan como indicadores de prosperidad y de una economía en crecimiento. Se miente nuevamente. Persisten los problemas estructurales de la economía.
Los alimentos empezaron a aparecer y simultáneamente empezó a desaparecer la gasolina y terminó de desplomarse la industria petrolera. Las colas de alimentos, empezaron a ser sustituidas por las filas gigantescas de vehículos para surtir gasolina. Junto a ello, se intensificaron los apagones principalmente en el interior. Ciudades con más de seis horas sin luz todos los días. Una situación que aún se mantiene y se traslada lentamente a Caracas con áreas de la ciudad con apagones frecuentes.
Hay bodegones, pero no hay gasolina, ni servicio estable de energía eléctrica. Hay supermercados con cientos de marcas extranjeras, pero hay médicos y profesores universitarios con salarios inferiores a 30 dólares mensuales y más de cinco millones de pensionados con pensiones de menos de dos dólares que deben gastar en medio de una hiperinflación. Lo poco que ganan, lo pulveriza el alto costo de la vida.
Hay algunos espacios de la ciudad de Caracas recién pintados, pero hay zonas de Caracas donde el agua llega cada 20 o 30 días e igualmente el aseo urbano. Un cinco por ciento de la ciudad embellecida pero un 95% con graves problemas de salubridad, vialidad y sin luz en las noches.
A ello debe sumarse que prosiguen las detenciones arbitrarias, las ejecuciones de jóvenes pobres, las torturas y malos tratos contra los detenidos y el cierre del espacio cívico.
La verdad es que el gobierno quiere normalizar, lo que no es normal. La indolencia e ineficacia de los responsables de la gestión pública convierten el día a día de las familias en una pesadilla para sobrevivir.
La Venezuela de la cúpula y su aparato de propaganda, no es la de las mayorías.
@marinoalvarado
Desde tiempos de Chávez se ha vendido una “revolución” que aparentemente produce felicidad y bienestar, cuando en realidad produce sufrimiento y miseria.
Ese esfuerzo por difundir una imagen irreal de lo que realmente ocurre en Venezuela y para lo cual se invirtieron e invierten millones de dólares, tuvo su más contundente revés con las imágenes de compatriotas recorriendo las autopistas y caminos de países fronterizos buscando un futuro mejor. Refugiados quienes en su mayoría huyeron del hambre y la miseria, pero también muchos por la persecución.
Frente a esas escenas dolorosas el gobierno contrarrestó inventando el Plan Vuelta a la Patria. De dicho plan se han beneficiado unos miles que decidieron regresar. No todos los refugiados logran estabilizarse en los países donde logran ubicarse y brindar la oportunidad a personas en difíciles condiciones económicas de regresar sin riesgo y con comodidad, es positivo. Condenable es abultar las cifras de la cantidad de personas que regresaron y además descalificar a quienes forzosamente decidieron salir del país y permanecer en otros lugares, humillarlos porque quieren lograr mejores condiciones de vida. Miles regresan y a su vez otros miles siguen huyendo cada semana.
Otra realidad la cual también afectó el plan de propaganda del gobierno de presentar una Venezuela próspera, fueron las imágenes que recorrieron el mundo con supermercados vacíos e inmensas colas de personas para comprar algunos productos. Frente a esa situación el gobierno adoptó de manera pragmática algunas medidas favoreciendo la importación de productos alimenticios y permitiendo la progresiva circulación del dólar como forma de pago en las transacciones comerciales. La escasez de productos fue desapareciendo, empezaron a surgir en las principales ciudades los llamados bodegones con muchos productos importados. Así los anaqueles vacíos se llenaron de productos, con precios inalcanzables para la mayoría de la población. Sin duda haber resuelto el grave problema de la escasez fue un logro. Esos bodegones se presentan como indicadores de prosperidad y de una economía en crecimiento. Se miente nuevamente. Persisten los problemas estructurales de la economía.
Los alimentos empezaron a aparecer y simultáneamente empezó a desaparecer la gasolina y terminó de desplomarse la industria petrolera. Las colas de alimentos, empezaron a ser sustituidas por las filas gigantescas de vehículos para surtir gasolina. Junto a ello, se intensificaron los apagones principalmente en el interior. Ciudades con más de seis horas sin luz todos los días. Una situación que aún se mantiene y se traslada lentamente a Caracas con áreas de la ciudad con apagones frecuentes.
Hay bodegones, pero no hay gasolina, ni servicio estable de energía eléctrica. Hay supermercados con cientos de marcas extranjeras, pero hay médicos y profesores universitarios con salarios inferiores a 30 dólares mensuales y más de cinco millones de pensionados con pensiones de menos de dos dólares que deben gastar en medio de una hiperinflación. Lo poco que ganan, lo pulveriza el alto costo de la vida.
Hay algunos espacios de la ciudad de Caracas recién pintados, pero hay zonas de Caracas donde el agua llega cada 20 o 30 días e igualmente el aseo urbano. Un cinco por ciento de la ciudad embellecida pero un 95% con graves problemas de salubridad, vialidad y sin luz en las noches.
A ello debe sumarse que prosiguen las detenciones arbitrarias, las ejecuciones de jóvenes pobres, las torturas y malos tratos contra los detenidos y el cierre del espacio cívico.
La verdad es que el gobierno quiere normalizar, lo que no es normal. La indolencia e ineficacia de los responsables de la gestión pública convierten el día a día de las familias en una pesadilla para sobrevivir.
La Venezuela de la cúpula y su aparato de propaganda, no es la de las mayorías.
@marinoalvarado
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