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Cuando la circunstancia asfixia

Aquí la controlada pandemia saturó lo médico asistencial en potísima prueba de errónea demografía

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

30/09/2021 05:00 am

Una política demográfica propende a lograr el óptimum en la calidad de la población, que aféctase por su crecimiento sin control e influido por muchos embotados por el mandato “Creced y multiplicaos” (Génesis, 1:28). La multiparidad excesiva predispone al cáncer cervical. Es craso error el afirmar que con un gran territorio no hay superpoblación ni sobrecarga institucional.

No se debe relacionar la densidad de población con su territorio sino con sus recursos demográficos efectivos o disponibles: alimentos, salud, agua, educación, vivienda y una larga etcétera que incluye las posibilidades de comunicación, estacionamiento y recreación. Se ha de luchar por la asistencia (médica sobre todo) y por aquellos bienes y servicios: presión demográfica.

Empero, el Gobierno –pro natalista como casi todos los anteriores– cayó en el sempiterno y nefasto equívoco porque nuestro considerable territorio propicia esa alucinación y encima el fanatismo religioso. Sólo el presidente Leoni afrontó varonilmente el gran problema de la explosión demográfica. No los demás e impresiona sobremanera el recordar al ministro y candidato presidencial Lorenzo Fernández (COPEI) y al presidente Chávez clamar “¡¡que las mujeres venezolanas tengan más hijos!!”

Mas el proletariado (de prole, prolífico) sigue sufriendo un crecimiento galopante al compás de la denominada “fecundidad natural” y hay que ayudarlo: se ven madres muy pobres cargadas de hijos, en patética contraposición a las ricas que tienen dos o tres.

Además así se lucharía contra el flagelo del aborto, según el luminoso principio de salud pública de que es preferible que el hijo abortado no hubiera sido concebido. Se combatiría también la criminalidad, pues la pobreza influye –no siempre ni mucho menos– y aunque no como su causa principal que es la impunidad.

Es admirable el ser madre; pero hasta los animales regulan sus nacimientos cuando no es propicia la circunstancia. Dentro del derecho a la educación debe figurar la sexual para que las familias procreen los hijos que puedan mantener y educar: protéjase a los pobres en su esencial derecho a decidir si quiere tener hijos y cuántos. Se debe liberarlos con una educación que promueva su dignidad y potencialidades.

El control de la natalidad existe desde la antigüedad: el coitus interruptus o pecado de Onán según la Biblia. Platón y Aristóteles con evitación de pobreza y guerra con infecundidad voluntaria. Después Malthus fue trascendental en lo demográfico y económico. Y hasta Darwin fue influido y aplicó las leyes malthusianas del crecimiento a animales y plantas: concluyó en el principio de la lucha por la existencia y selección natural. El genial inglés Malthus fue cura y enseñó que la población crece en progresión geométrica y las subsistencias en progresión aritmética, así como el influjo de la población en el porvenir del hombre. El famoso Lord Keynes biografió con sumo elogio a Malthus.

La prevención de nacimientos es un natural fenómeno biosocial, fatal e irreversible: hombres y especialmente mujeres no siempre desean procrear. Se añaden indicaciones médicas (haya problemas demográficos o no) en protección de la mujer, prole, familia y sociedad. Y de política criminal, para disminuir la procreación indeseada y lacras sociales como el aborto clandestino, el infanticidio, la infancia abandonada y la criminalidad en general. En el Estado moderno y Derecho social, con su derecho a la salud al través de la Medicina social u oficial, se debe atender a los problemas médicos de la reproducción y, en nombre de una justicia social sanitaria, proporcionar a las mujeres de todas las clases sociales la protección de que siempre han disfrutado las más privilegiadas.

Agréganse indicaciones sociales inherentes a los derechos de la mujer a controlar su reproducción. La necesidad de la planificación familiar, como asistencia médico social, es indiscutible y la hay en proporción al adelanto de los países, que la consideran parte de la salud pública o Medicina social. Hasta la Encíclica Populorum Progressio aconsejó la intervención del Estado al respecto “para dar información y tomar medidas”.

La población crece ilimitadamente, pero en espacio limitado; crece más rápido que los alimentos (Malthus) y recursos disponibles (Paulo VI); la natalidad está o varía en razón inversa del grado de civilización (Leroy-Beaulieu) y de la prosperidad (Strumilin); debe haber una relación adecuada entre población y recursos y entre natalidad y mortalidad (Smillie, quien sostenía que la multiparidad puede incidir en la baja inteligencia de los últimos hijos); y uno de los mayores obstáculos al desarrollo integral es la presión demográfica.

En Venezuela urge controlar la natalidad. Con el gravísimo problema es dable vincular todos los problemas del país. Hace décadas crece la población sin un congruo progreso en abastecimiento, sanidad, educación y Economía: cantidad sin calidad de la población, lo cual reduce su inteligencia...

aaf.yorga@gmail.com
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