Política y conciencia del devenir
La acción política, que es constitutiva, tiene por horizonte la temporalidad futura
Decíamos en el artículo anterior que el punto de partida de la reflexión aristotélica es la dynamis: todo lo que es en la naturaleza está sujeto al movimiento y, en consecuencia, al cambio. Rescatar la unidad de la multiplicidad es la gran pregunta metafísica, pero en el pensamiento griego, en paralelo, está permanentemente presente la pregunta por el devenir; que, para Aristóteles, es uno de los ángulos de la estructura constitutiva de lo ente. “El ser puede pensarse de muchas maneras” dice el Estagirita en Metafísica VI y, para plasmarlas, genera las Categorías (Organon 4, 25 ss.) una de las cuales es la temporalidad.
Pensar la política desde es el ángulo de la temporalidad queda caracterizado por Aristóteles en Retórica I, 3, 1358 b: la política tiene que ver con la constitución del futuro. El juicio, lo propio del Derecho, se refiere al pasado; la comunicación social está referida al presente, mientras que “para quien delibera [es] el futuro (pues se delibera acerca de lo que va a suceder para exhortar a ello o para disuadir de ello)”.
Eduardo Blanco, en su Venezuela heroica, evaluando los hechos que condujeron a la decisión sobre la Batalla de Boyacá (7/8/1819) refiere cómo Simón Bolívar iba “a cruzar el Apure” cuando Jacinto Lara arriba con noticias referentes “a la favorable disposición que se manifiesta en algunos pueblos de la Nueva Granada para sacudir los hierros de la cautividad”. Blanco describe el cambio en el espíritu de Bolívar: “Una luz prestigiosa, visible sólo para el Libertador, brilla al través de tan felices nuevas; su espíritu se inflama, nuevos proyectos afluyen a su mente, y como siempre rápido en la ejecución…, cambia de propósito… En la completa obscuridad en que encierra Bolívar sus ocultos designios, todos marchan a tientas, sólo él penetra lo porvenir y ve factible lo que a los más audaces habrá de aparecer descabellado… Seguidle, sin embargo, que va en su espada la libertad de un mundo y abarca su mente la creación más grande de su fecundo ingenio”.
Poder ser responsables respecto a la constitución del devenir supone ver claramente el camino a seguir. Esta constatación debería guiar nuestras reflexiones respecto a cómo hacer pertinente tanto la acción política como la educativa, pues un cambio en el modo sobre qué y cómo aprendemos aparece ineludible. Estudiar historia, por ejemplo, necesita transformarse de una memorización de hechos, héroes y batallas al modo que plasma Blanco: comprender los modos (otra Categoría aristotélica) de razonamiento y actuación de esos héroes y acompañar el aprendizaje con las reflexiones que realizaron en la correspondencia que mantuvieron; vale decir, hacerlos seres vivientes, no retratos perfectos. Así, acompañando la formación con la lectura reflexiva de todos nuestros héroes civiles, tanto del siglo XIX como los del XX, conformaríamos la condición de posibilidad para que cada estudiante comprenda cómo puede pensarse una situación total y, correlativamente, cómo puede practicarse el ejercicio de la previsión, primer paso para la constitución del futuro.
En cuanto a lo socio-político, lo que el Libertador nos enseña es que la obra política requiere compromiso con la acción que constituye un futuro realizable. Ella es la expresión de una inteligencia constitutiva que, constantemente, sopesa reflexivamente la situación total y la articulación coordinada y colaborativa de actores, de muchos actores, comprometidos con una causa común.
@juliaalcibiades juliaalcibiades@gmail.com
Pensar la política desde es el ángulo de la temporalidad queda caracterizado por Aristóteles en Retórica I, 3, 1358 b: la política tiene que ver con la constitución del futuro. El juicio, lo propio del Derecho, se refiere al pasado; la comunicación social está referida al presente, mientras que “para quien delibera [es] el futuro (pues se delibera acerca de lo que va a suceder para exhortar a ello o para disuadir de ello)”.
Eduardo Blanco, en su Venezuela heroica, evaluando los hechos que condujeron a la decisión sobre la Batalla de Boyacá (7/8/1819) refiere cómo Simón Bolívar iba “a cruzar el Apure” cuando Jacinto Lara arriba con noticias referentes “a la favorable disposición que se manifiesta en algunos pueblos de la Nueva Granada para sacudir los hierros de la cautividad”. Blanco describe el cambio en el espíritu de Bolívar: “Una luz prestigiosa, visible sólo para el Libertador, brilla al través de tan felices nuevas; su espíritu se inflama, nuevos proyectos afluyen a su mente, y como siempre rápido en la ejecución…, cambia de propósito… En la completa obscuridad en que encierra Bolívar sus ocultos designios, todos marchan a tientas, sólo él penetra lo porvenir y ve factible lo que a los más audaces habrá de aparecer descabellado… Seguidle, sin embargo, que va en su espada la libertad de un mundo y abarca su mente la creación más grande de su fecundo ingenio”.
Poder ser responsables respecto a la constitución del devenir supone ver claramente el camino a seguir. Esta constatación debería guiar nuestras reflexiones respecto a cómo hacer pertinente tanto la acción política como la educativa, pues un cambio en el modo sobre qué y cómo aprendemos aparece ineludible. Estudiar historia, por ejemplo, necesita transformarse de una memorización de hechos, héroes y batallas al modo que plasma Blanco: comprender los modos (otra Categoría aristotélica) de razonamiento y actuación de esos héroes y acompañar el aprendizaje con las reflexiones que realizaron en la correspondencia que mantuvieron; vale decir, hacerlos seres vivientes, no retratos perfectos. Así, acompañando la formación con la lectura reflexiva de todos nuestros héroes civiles, tanto del siglo XIX como los del XX, conformaríamos la condición de posibilidad para que cada estudiante comprenda cómo puede pensarse una situación total y, correlativamente, cómo puede practicarse el ejercicio de la previsión, primer paso para la constitución del futuro.
En cuanto a lo socio-político, lo que el Libertador nos enseña es que la obra política requiere compromiso con la acción que constituye un futuro realizable. Ella es la expresión de una inteligencia constitutiva que, constantemente, sopesa reflexivamente la situación total y la articulación coordinada y colaborativa de actores, de muchos actores, comprometidos con una causa común.
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