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¿Quién se anota?

El salto de Yulimar fue tan grande que Venezuela saltó del puesto 50 en la tabla de medallas al 26. Y eso no es poca cosa

  • LEONARDO ZURITA

03/08/2021 05:00 am

Quienes fuimos criados en el ya distante siglo XX en Venezuela escuchamos muchas veces sobre la capacidad de nuestras tierras para que se produjera cualquier fruto que en ellas se sembrara. Eso siempre fue razón de orgullo para quienes no habían sido inoculados con una incisiva matriz que siempre puso a otros países y nacionalidades por delante de la propia.

Esa dicotomía sobre nuestro nacionalismo tuvo mayor impulso y efectos hacia la segunda teoría que siempre construyó mejores países fuera de nuestras fronteras y nos negó cualquier posibilidad de reconocimiento más allá del petróleo y las mises. A veces disfrutar de lo nuestro estaba circunscrito exclusivamente a escuchar joropo en una carretera al llano en pleno amanecer. De allí en adelante lo demás era fó y hasta de pata en el suelo. La conducta extendida era vanagloriar lo foráneo aun sin conocerlo.

Todo esto se paisajizó y resaltaron costumbres que ofrecían cierto estatus por preferir acceder a lo importado y se hizo popular el “tá barato dame dos”, aquella triste costumbre de ir a hacer mercado a Miami los fines de semana durante la Venezuela saudita de los años setenta. Así se arraigó una práctica importante de adquirir propiedades en EEUU y mandar las ganancias económicas de los negocios al país del norte, beneficiando la economía estadounidense en detrimento de nuestro país donde se extinguió en alto porcentaje la reinversión de recursos y debilitando nuestras arcas con un fenómeno llamado fuga de capitales. Deben recordarlo.

Si dejamos de lado todo ese complejo entramado socioeconómico que persiste con mucha fuerza y encono hasta nuestros días, ahora nos damos cuenta gracias a la terrible migración de venezolanos que los otros países no son tan maravillosos para vivir como nos habían hecho creer y al final del camino no resultaron ser tan pujantes sus sociedades. Esto sin caer en chauvinismos.

Pero como existe una huella característica y distintiva de la venezolanidad en la en las ganas de superar las adversidades y reinventarse para salir adelante además con una sonrisa en la cara, este efecto pernicioso de la alienación con lo negativo, lo malo, no logró afectarnos a todos, quedó firme nuestro vapuleado impulso, aguerrido por demás.

Y una verdad a medias, injusta media verdad, es la máxima que sostiene que todo lo que se siembra florece relativo exclusivamente al campo. La realidad es que en esta tierra venezolana lo que se siembra y lo nace, crece para bien como norma porque lo malo son las excepciones.

Sin exagerar, esta tierra cobija y permite nacer y crecer a seres excepcionales. Venezuela es un país donde lo bueno brota a montones e injustamente somos nosotros mismos lo que ocultamos y negamos esa grandeza propia de venezolanos y venezolanas, los más felices y solidarios del mundo.

Pese a las adversidades siempre presentes, con menor y mayor intensidad, la marca característica es la gente que despunta y hace historia. Más allá de Bolívar, Miranda, Mariño, Urdaneta y sus valientes, del genio sin igual de Simón Rodríguez, está la marca imborrable de los Guaiqueríes, Caracas, Guaraos y tantas otras etnias que resistieron y lucharon hasta que nació la República.

A lo largo de la historia son muchos los ejemplos, los maestros, los científicos, los ciudadanos probos, los jóvenes en escuelas, liceos y universidades, la gente de a pie que construye la historia día a día con sus manos, su pasión y esfuerzo.

Somos un país de gigantes, desde la señora que cría a sus hijos y los saca adelante con los mejores valores hasta el señor que trabaja fuerte y honradamente para ser ejemplo de sus hijos, somos un país de héroes y eso no nos lo pueden robar, y nosotros no debemos permitirlo.

En cada esquina de este país hay un talento deportivo. Bajo el aro de basket pegado al poste eléctrico, en el terreno baldío donde los muchachos juegan fútbol, en la calle por donde el niño corre o monta bicicleta, en cada lugar con un espacio para la práctica deportiva hay un semillero y muchos talentos.

Julio Mayorka, Keydomar Vallenilla, Daniel Dhers y Yulimar Rojas son una muestra, enorme, de la grandeza deportiva de este pueblo. Son parte de la historia buena como dice Roberto Malaver. Ellos son orgullo, inspiración y referentes. Sus medallas las ganaron con años de esfuerzo, de superar avatares, de la negativa institucional, de la perfidia social que los desacredita por creer en lo que desean creer y soñar sus glorias en el deporte. Son ellos el ejemplo vivo de muchos que aún están ocultos y que deberían salir para demostrar nuestra grandeza.

Yulimar, Julio, Keydomar, Daniel y todos los que representaron dignamente el tricolor nacional en Tokio, todos deportistas olímpicos, al igual que quienes los acompañamos a través de la tv o el internet, juntos debemos impulsar este país. Ese es el reto. Alcanzarlo es la meta.

Y en su oro destaca Yulimar y Felix Roque la describe con su pluma genial llena de orgullo y venezolanidad: “Un pasito hacia adelante, palmadas, grito de guerra, Yulimar muy concentrada, siempre en cada carrera. Espigada cual la palma, de fina estampa llanera, esta oriental maravilla, no se le rinde a cualquiera. Mujer de nobleza pura, de barrios y talanqueras, hacedora de caminos, salsera y gran bochinchera. Récord mundial en tus botas, guerrera Diosa lozana, heroína de la estirpe, de tierra venezolana. Estremecedor tu triunfo, Yulimar en salto triple, Venezuela reconoce por este amor que le distes. Salve deidad del Olimpo, que en Barcelona crecías, entre abrazos de tu pueblo que hoy llora de alegría. Como el pan del Padre Nuestro, ya tu hazaña es un manjar, que Dios te guarde por siempre, adorada Yulimar”.

El salto de Yulimar fue tan grande que Venezuela saltó del puesto 50 en la tabla de medallas al 26. Y eso no es poca cosa.

Ahora, siguiendo el ejemplo de nuestros atletas y sin caer en lugar común, nos toca a todos impulsar a Venezuela hacia adelante con un salto real al desarrollo colectivo, sostenible e indetenible. ¿Quién se anota?

Aprende, crea y emprende.

Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
Facebook, Instagram y Twitter: leozuritave
leozurita.ve@gmail.com
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