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Lengua y pensamiento en Briceño Guerrero

Las tres raíces conviven en los tres discursos que nos gobiernan y que luchan para imponerse en un combate sin victoria que nos ha mantenido rezagados en la historia. El Maestro Briceño Guerrero nos legó con su obra y magisterio, una tradición a seguir...

  • REINALDO ROJAS

02/08/2021 05:04 am

José Manuel Briceño Guerrero (1929-2014) es uno de los más importantes pensadores latinoamericanos de nuestro tiempo. Su obra y magisterio lo confirman. Sin embargo, para nuestros lectores, no está demás ensayar una aproximación a esta conceptualización partiendo de una interrogante: ¿cómo un educador, filósofo y filólogo profesional pudo transformarse en un hombre de pensamiento? Para ello es necesario diferenciar al filósofo del pensador. Martin Heidegger en su obra ¿Qué significa pensar?, nos puede ayudar a este respecto, pero en diálogo con el propio Briceño Guerrero, y a partir del itinerario seguido por su propia obra.

Para Heidegger, el pensar es el despliegue de la razón, condición que se aprende atendiendo a lo que hay que meditar. Es decir, “si tendemos a aquello que es en sí lo que ha de ser pensado, (entonces) somos capaces de pensar”. En consecuencia, “llamaremos ahora lo grave -dice el filósofo alemán- a aquello que es de por sí lo que ha de ser sopesado y pensado. Todo lo grave da que pensar”. Podríamos decir, entonces, que el pensar está en meditar sobre temas y problemas trascendentes, que nos obligan a salirnos de la órbita de lo común, de lo superficial y anecdótico. ¿Cómo asumió Briceño Guerrero este proceso de pensar?

En primer lugar, a partir del estudio y dominio de su lengua materna, de las lenguas antiguas y de las lenguas modernas, ya que todo pensamiento se traduce en lenguaje. En su breve, pero denso ensayo ¿Qué es la filosofía?, Briceño Guerrero nos da las claves para introducirnos en el mundo del pensar. Veamos: Tradicionalmente sabemos, que es en los ámbitos de la filosofía el lugar en donde se desenvuelve el pensamiento. Pero para Briceño Guerrero, antes que hablar de filosofía, es necesario “considerar previamente la condición humana en su conjunto”, ya que cada hombre es portador, transmisor y, a veces, creador de cultura.

Un análisis estructural de los idiomas o lenguas nos muestra que, antes de toda reflexión teórica, ya tienen los pueblos o comunidades lingüísticas una concepción articulada del mundo y de la vida. Hay, en este sentido, un nivel de reflexión y pensamiento limitado por las coordenadas de cada cultura. Pero hay también, un nivel del pensamiento que va más allá de esos límites culturales para ubicarse en las dimensiones de la Humanidad, es decir, en el tema del Hombre como Ser universal. ¿Cómo resuelve Briceño Guerrero esta contradicción?

Estableciendo la necesidad de distinguir tres conceptos de filosofía: DYNAMIS, ENÉRGEIA y ERGON. Como dynamis, la filosofía es visión del mundo, concepción de la vida, sistema de ideas o creencias sobre el puesto del hombre en el cosmos, tal como afirmaban los griegos. Como enérgeia, la filosofía es meditación y reflexión crítica que conduce a la producción de obras filosóficas, sobre las cuales se levantan sistemas de pensamiento que se difunden de maestros a discípulos y crean escuelas filosóficas. Como ergon, la filosofía es disciplina, método y modelo de filosofar. La relación entre estas dos últimas es vital, ya que el filosofar como enérgeia se apoya en la tradición, que es la filosofía como ergon, y se manifiesta como diálogo, en un renovado decir-contradecir-condecir. Lo esencial en el ejercicio del pensar es, pues, aprender la filosofía como ergon con el propósito de ejercerla algún día como enérgeia.

Con estas herramientas, en su obra escrita y en su verbo, Briceño Guerrero construyó un pensamiento. Podríamos señalar, como reconocimiento a su condición de Maestro, que pensó el Ser, el Conocimiento y el Valor, como empresa teórica y conceptual, dirigida hacia la totalidad, “buscadora de su propio principio, problematizadora de lo obvio”. Para ello, como escritor cultivó diversos géneros y estilos discursivos, desde el ensayo, el drama y el relato, hasta la poesía. De todas sus obras, merece particular dedicación y estudio: El laberinto de los tres minotauros, compuesto de tres libros: El primero, La Identificación americana con la Europa segunda; el segundo, Europa y América en el pensar mantuano; y el tercero, el Discurso salvaje. Allí, el historiador, el lingüista, el sociólogo y el antropólogo se confunden con el filólogo y el filósofo, para darnos al pensador de lo latinoamericano y caribeño, como realidad cultural sincrética, surgida del encuentro traumático de tres tradiciones: la occidental, la indígena americana y la africana. ¿Triunfó la occidental? No en su totalidad. Las tres raíces conviven en los tres discursos que nos gobiernan y que luchan para imponerse en un combate sin victoria que nos ha mantenido rezagados en la historia. El Maestro Briceño Guerrero nos legó, con su obra y magisterio, una tradición a seguir en lengua y pensamiento.

enfoques14@gmail.com
 
@reinaldorojashistoriador 
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