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DDHH: Universalidad vs. Relativismo Cultural

Hoy sin haber consolidado la implementación y protección de los derechos humanos en sus variadas acepciones y ámbitos de acción, se abre el camino para un gran reto añadido en el siglo XXI

  • DYLAN J. PEREIRA

31/07/2021 05:00 am

El principio de la universalidad de los derechos humanos es la piedra angular del derecho internacional de los derechos humanos, tal como lo señala Naciones Unidas. Una verdadera concepción universal de derechos humanos es aún un bastión por conquistar. Han sido muchos los avances en la conquista e internacionalización de los Derechos Humanos, arraigados y fundamentados en la dignidad humana y en su reconocimiento universal, a partir de una concepción iusnaturalista. Han sido siglos de luchas políticas y sociales, pero el camino es aún largo, derivando en la progresividad como rasgo distintivo de los DDHH, que se adapten a los contextos sociales, culturales, políticos y económicos, bajo la premisa de doctrinas filosóficas, morales y éticas. Es lamentable, que la cultura, entendida por E. B. Tylor como “ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad” que hace del ser humano una criatura única dentro de la naturaleza, y enriquece las relaciones interpersonales, sea usada como blanco o factor legitimador de prácticas que violan esta concepción amplia de los derechos humanos, de primera, segunda, tercera e incluso cuarta generación.

Debemos considerar otra arista de este problema, sobre la Universalidad y el relativismo cultural, que, si bien desde un plano teórico, y aunque a priori las encontremos como antagónicas realmente enmascaran detrás de esa fachada intencionalidades políticas.

En efecto es condenable el proyecto político que pueda enmascarar este debate, y tanto el intento homogeneizador e intervencionista, como lo señala Chomsky acusando a occidente en algunas incursiones bajo la premisa de “intervención humanitaria”, así como, el uso del relativismo cultural como una herramienta que legitima comportamientos llevados a cabo para preservar estructuras de poder, y atentando directamente contra derechos como la libertad de expresión, la autodeterminación, la salud, a través de prácticas como la mutilación genital femenina. En definitiva, será el diálogo intercultural, la educación y el activismo por la defensa de los derechos humanos los garantes de una reconciliación en esta diatriba.

De hecho, en la declaración conjunta entre Organización Mundial de la Salud, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Fondo de Población de las Naciones Unidas en febrero de 1996 se establece que “los comportamientos humanos y valores culturales, independientemente de lo sensibles o destructivos que puedan parecer desde el punto de vista personal y cultural de terceros, tienen un sentido y cumplen una función para quienes los practican. Sin embargo, la cultura no es estática, sino que fluye constantemente, se adapta y reforma. La población cambiará sus comportamientos cuando comprenda los riesgos y la indignidad de prácticas perniciosas, y cuando se dé cuenta de que es posible abandonarlas sin renunciar a aspectos significativos de su cultura.”

Este conjunto de derechos humanos, identificados como derechos fundamentales, va tomando forma en las últimas décadas, y como ya defendiera Norberto Bobbio, la cuestión de los derechos humanos en nuestro tiempo no es la de su fundamentación, sino la de su protección.

Hoy sin haber consolidado la implementación y protección de los derechos humanos en sus variadas acepciones y ámbitos de acción, se abre el camino para un gran reto añadido en el siglo XXI especialmente en el entorno del ciberespacio, es decir, la cuarta generación de los derechos humanos.

En esencia, los mecanismos de dominación y de limitación de los derechos humanos en este nuevo espacio de información o ciberespacio es hoy el gran reto y el de las futuras generaciones. La red, nos abre autopistas de comunicación que en regímenes dictatoriales han permitido medios alternos para combatir la censura y la desinformación; sin embargo, las amenazas latentes en todos los campos de acción de los derechos humanos, se viven también en la “nube digital” aunado a la necesidad de focalización y especificidad de los derechos humanos. La meta está en establecer formas de armonizar las diferentes sensibilidades nacionales, culturales con las necesidades de una sociedad global que demanda la positivización de la protección de sus derechos ante nuevas amenazas, y la protección de la dignidad humana más allá de cualquier frontera geográfica, cultural, social, generacional o racial.

Dylanjpereira01@gmail.com

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