Desde siempre y en esta tribuna, hemos defendido la fuerza del voto como instrumento legítimo para el cambio, de cara al laberinto que Venezuela enfrenta como sociedad en estos tiempos.

Y consecuentes con nuestra palabra, hemos decidido dar el paso delante de ofrecer nuestros servicios como trabajadores públicos a la comunidad del estado Miranda, a quienes presentamos la propuesta de nuestra candidatura a la gobernación de esta entidad, a la cual pertenecemos geográfica y afectivamente, por gentilicio y por haber desarrollado en ella toda nuestra vida personal y profesional.

Por supuesto, en estos momentos tan complejos es una decisión cargada de polémica. Pero lo hacemos con la seguridad de que es una ruta que permitirá, al transitarla, una mayor claridad en un horizonte que hoy luce gris y turbio.

El primer grupo que alimenta la polémica es, sin duda el de quienes han perdido la fe en el sufragio como instrumento de cambio. No queremos entrar en diatriba con ellos, ya que entendemos y hasta compartimos muchas de las razones que tienen para pensar así.

Sin embargo, con nuestras acciones esperamos no solamente dejar sentada nuestra posición, sino adicionalmente invitarlos a unirse a ellas, con la convicción de que los cambios se mueven más con la acción que con la ausencia de esta.

La otra fuente de discusión por estos días en sin duda la diversidad de aspirantes, un hecho que saludamos y aplaudimos, porque demuestra que el alma democrática venezolana se encuentra tan robusta como siempre, a pesar de la persistencia de la adversidad que enfrentamos.

Sin embargo, sabemos no solamente de las dimensiones del adversario, sino también lo que es capaz de hacer. Por ello, no podemos permitir que la falta de coordinación entre quienes estamos del lado de la democracia nos precipite a perder una oportunidad de oro para volver a hacer de Miranda una entidad referencial en el mapa nacional.

Es por esa razón que, estas semana y acompañados de un significativo grupo de auténticos líderes de la región, presentamos una serie de propuestas para escoger un candidato unitario a la gobernación de la entidad, el próximo 22 de agosto.

Desde nuestro modo de verlo, existen tres vías: el consenso, al estar de acuerdo todos los factores; las encuestas, logrando que dichos factores se vean reflejados en ellas; y primarias, realizando tantas como sean posibles para garantizar la victoria el 21 de noviembre, pues las primarias nos permitirán una candidatura sólida para ganar en el estado Miranda.

En lo particular, apoyamos y defendemos el método de las primarias, por sustentarse en el voto popular, lo cual ratifica su legitimidad e involucra a la ciudadanía en la toma de una decisión tan trascendental para su futuro. Cuando la democracia está en riesgo, debemos apuntalarla desde las bases mismas de las comunidades. Es la única manera de empujarla hacia adelante y hacia arriba, de presionar para que se robustezca horizontal y verticalmente.

No es táctico que nos desgastemos en debatir matices entre quienes queremos el mismo bien para los nuestros. Sí lo es que, mediante un método acordado de manera común, escojamos quién va a ser nuestro representante en la justa electoral y todos rememos ese mismo bote hacia la victoria, multiplicando así las posibilidades de vencer los obstáculos en la vía.

Aún faltan casi cuatro meses para las elecciones regionales; pero debemos movilizarnos ya. Mientras más pronto tengamos a nuestro candidato, más sólido será el trabajo que podrá realizar para llegar con las mayores posibilidades de triunfo a esta cita definitoria del destino de nuestro estado.

Y nos estamos ofreciendo para ser punto de encuentro entre candidatos, para propiciar las conversaciones, llegar a entendimientos y consolidar acuerdos. Porque lo peor que nos puede suceder en este momento es el desgaste en una pelea inútil entre nosotros mismos, que nos debilitaría y fortalecería de manera automática al adversario; a ese que no está entre los nuestros, sino en la acera contraria.

Y con esta propuesta estamos muy lejos de apostar a una división de nuestras fuerzas, al contrario: el propósito es robustecerlas mediante un ejercicio democrático de sensatez, que es el que se aconseja ante escenarios como el que enfrentamos hoy.

Sien embargo y aunque contemos con tiempo, este también se agota. El actuar con prontitud suma puntos a nuestro favor; la duda y la vacilación nos lo restan. Debemos accionar a la mayor brevedad posible.

Nuestro propósito es que lleguemos al 21 de noviembre con un estado Miranda robustecido de ejercicio democrático, para dar un paso aún más trascendental ese día, y con la certeza de que su candidato es el mejor porque ya fue votado y elegido por la gente. Este es un blindaje difícil de superar.