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Visionario pesimista

El Covid-19 sigue causando estragos. Cuando damos con la vacuna, salen las variantes. Parece una película de terror que no acaba. ¿Las olas, cuántas van? Cada país lleva su conteo...

  • NELSON TOTESAUT RANGEL

01/08/2021 06:00 am

“El Covid-19 quizá no se vaya nunca: ¿cómo aprendemos a convivir con el?”. Así titulaba la BBC un reportaje el 21 de julio de 2021, una semana atrás. Luego de que 185 millones de personas se hayan contagiado y cuatro millones hayan muerto. Al menos según cifras oficiales, que se sabe que son muy inferiores a la realidad. Sólo basta recordar al jefe de la Protección Civil italiana que decía que los casos conocidos no constituyen ni un décimo de los reales.

Año y medio más tarde, el Covid-19 sigue causando estragos. Cuando damos con la vacuna, salen las variantes. Parece una película de terror que no acaba. ¿Las olas, cuántas van? Cada país lleva su conteo. En Europa van por la quinta, pese a que creyeron que esto acabaría en la segunda. Lo que los obligó a cuarentenar a parte de la población en ciertas localidades. Así ocurrió en Barcelona, en donde nuevamente instauraron el toque de queda. En EEUU viven en la utopía perfecta, pese a que los hospitales de Florida gritan alarmados por el aumento de casos.

En Latinoamérica tenemos el caso de Chile, que vacuna y vacuna y no logra bajar la infección. Lo que nos hace cuestionar la eficacia de la vacuna china, la más colocada en el país. Mientras tanto, en Japón se decidieron librar los Juegos Olímpicos 2020, contra todo pronóstico y recomendación médica. Y es que luego de una inversión millonaria de US$12.300 millones para albergarlos en diciembre de 2020, se estima que los juegos terminaron costando tres veces más. Todo para evitar el contagio, que al final terminó ocurriendo. Esto, sin contar, que el turismo de los juegos fue prácticamente nulo y los estadios vacíos son las grandes imágenes que recordaremos.

La crisis económica es feroz y su impacto es difícil de calcular. Sobre todo porque la guerra contra el enemigo invisible no acaba y la reactivación total sigue postergándose. Al respecto, recuerdo siempre al encargado de finanzas del Estado alemán de Hesse, quien se suicidó en marzo de 2020, sólo un mes después de que elCovid-19 explotara en occidente. Es paradójico, puesto su actuar, precipitado y demás, fue consciente de que la problemática del virus no sería fácil de sanar. Y que sus cicatrices serían profundas en la economía mundial. Es decir, ¿un visionario pesimista o realista? En cualquier caso, la profunda preocupación de Thomas Schaefer no se puede cuestionar.

El patrimonio desgarrado
El patrimonio también sufre en tiempos de Covid-19. Lo hemos dicho en varias oportunidades: museos vacíos que claman subsidios para su costosa manutención. Un turismo diezmado que hace desérticas las ciudades que son, en sí, patrimonios mundiales al descubierto.

Pero elCovid-19 no es el único culpable. El humano, en este sentido, puede resultar ser un virus mucho más letal. Así ocurrió con Liverpool y sus Victorian docks, que fueron despojados de su estatus de patrimonio mundial por la Unesco debido a la “pérdida irreparable” del sitio histórico. El terremoto no fue súbito, sino una progresiva profanación de una arquitectura centenaria que estaba destinada a la eternidad. En cambio, por medio de una praxis criminal, el paisaje fue poco a poco modificado con la horrible arquitectura modernista que poco gusto tiene y mucho daño le hace a la humanidad. Basta con ver las enormes estructuras en concreto liso que ahora decoran la waterfront area y tapan las hermosas cúpulas que una vez adornaron la ciudad. Que pena.

@NelsonTRangel

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