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¿Saber es poder?

ANTONIO JOSÉ MONAGAS. Siguen cometiéndose exabruptos con efectos perniciosos sobre la formación de profesionales universitarios. ¿Qué está haciéndose al respecto?

  • ANTONIO JOSÉ MONAGAS

23/05/2018 05:00 am

No hay nada más perverso que el poder alevosamente entendido. Aunque resulta peor cuando es instrumentado con malicia. O ejercido de manera deshonesta. El desmontaje de la democracia y la libertad, extrañamente, se hace utilizando los mismos recursos y medios con los que se construyen y consolidan tan importantes estamentos políticos. Por eso, el gobernante -sin principios éticos ni moralidad- se disfraza de demócrata para usurpar condiciones y situaciones de legítima raigambre democrática. Justo ahí es cuando decide radicalizar el control de los escasos espacios de libertad que aún quedan. Aunque no solo esas realidades son propias en entidades gubernamentales supuestamente ocupadas de administrar el desarrollo económico y social de la nación. También sucede al interior de universidades públicas. 

Muchas veces estas situaciones devienen en la mejor coartada para justificar el problema que resulta de la precaria concepción de la autonomía universitaria y que no es del todo imaginario. No obstante, de su incidencia se elabora la excusa conveniente para desviar la atención de otros eventos tan nefastos para el devenir académico como el estrujamiento del “monopolio y la jerarquía del saber con toda la trama simbólica y material que esto implica”. 

Esta explicación que argumenta Carlos Lanz, no está lejos de algunas verdades que vienen trastocando la dinámica de la universidad autónoma. Se habla de que el nuevo modelo propuesto vulnera la autonomía y convierte a las Casas de Estudios Superiores, en dóciles instrumentos de control social, político e ideológico. Se habla de la posibilidad de ser intervenida la facultad retándolas a una confrontación desastrosa. Pero no se habla de lo que significa aprovecharse de la universidad para saltarse situaciones mediante las suspicacias de credencialismo, privilegios, tráfico de influencias, corrupción, entre otras ruindades. 

Estos hechos han propiciado una relación de dominación en las universidades nacionales. Aunque en nombre de la especialización. Más aún, en nombre de la ciencia, siguen cometiéndose exabruptos con efectos perniciosos sobre la formación de profesionales universitarios. ¿Qué está haciéndose al respecto? O es que de verdad y en verdad, ¿saber es poder? 

antoniomonagas@gmail.com 
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